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«Me tengo que quedar catorce días encerrado en casa antes de poder volver al trabajo», cuenta Ignacio Herrero, un vecino de Solórzano que trabaja en una empresa de ingeniería en Singapur desde hace casi tres años. La cuarentena empezó el pasado lunes ... 17 de febrero y durará hasta el 3 de marzo. Ese día tendrá que ir al médico para que «me dé el ok» y certifique que está libre de coronavirus. ¿El motivo? Haber estado de vacaciones con su familia en Taiwán, un país que la semana pasada informó de la primera muerte en el territorio por la neumonía que ya ha causado más de 2.000 fallecimientos en su vecino China. Para el cántabro, esta medida -que se la ha impuesto su empresa y no el Gobierno- es «excesiva» porque no tiene «ningún síntoma», señala.
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La semana pasada Ignacio Herrero decidió viajar desde Singapur, con su mujer y su hijo, a Taiwán. Casi sin tiempo de aterrizar, el director de su empresa envió un email a todos los trabajadores en el que explicaba que «cualquiera que viajara a determinados países de Asia, tenía que estar de cuarentena a la vuelta», una medida para prevenir el contagio del coronavirus. Como Herrero ya estaba allí, disfrutó de la estancia y nada más regresar a Singapur, el pasado lunes, comenzó el aislamiento, durante el cual tendrá que trabajar desde casa. Una decisión que, de momento, solo le ha afectado a él y que considera «una locura». Y más si se tiene en cuenta que en Taiwán hay «menos casos de coronavirus que en Singapur». Pero que a la par puede llegar a ser «entendible» dado el nivel de alarma mundial. En cualquier caso, a pesar de considerar la reacción «excesiva», después de llevar casi tres años en Singapur trabajando, el cántabro reconoce que allí es más que habitual. Hace diez días, cuando decretaron la «alerta naranja» en el país, de la noche a la mañana se multiplicaron las colas de los supermercados hasta el punto de que se agotaron las reservas de «papel higiénico» y otros productos básicos.
7 de febrero Singapur eleva a naranja el nivel de alerta del país tras detectar nuevos casos de coronavirus.
16 de febrero El ministro de Taiwán informa de la primera muerte por coronavirus que se produce en el territorio.
17 de febrero Herrero regresa de su viaje a Taiwán y comienza la cuarentena de catorce días (hasta el 3 de marzo).
Aunque los últimos datos son esperanzadores -el número de quienes se han recuperado de la enfermedad (14.452) multiplica por siete al de quienes han sucumbido a él-, el miedo al contagio por coronavirus se ha extendido desde hace semanas a otros aspectos y lugares cotidianos. Así, ha provocado que algunas zonas que siempre están llenas, ahora parezcan desiertas. Un sábado cualquiera, la zona de Singapur que podría compararse con la Gran Vía, «es una locura de gente, no se puede ni pasear. El domingo pasado, estaba medio vacío, igual que los centros comerciales». O el metro, medio de transporte que el cántabro utiliza todas las mañanas. Por las tardes, después del colegio, acude con su hijo de tres años y medio al parque a jugar un rato y la estampa se repite. «No hay ni la mitad de la gente» que cualquier otro día sin la alerta de coronavirus rondando el país.
En el colegio incluso hay cantidad de sillas libres en el aula porque «muchos compañeros se quedan en casa con las cuidadoras», añade. También han notado el efecto del miedo a la hora de hacer la compra por internet. En este caso, no por la falta de alimentos sino porque no tienen hueco «para traerte la compra hasta dentro de seis semanas». Mes y medio de espera para recibir la comida en la puerta de casa.
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