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María, Emma, Pablo y Belén aparcaron unas horas la preparación de la EBAU para encontrarse en el Parque de Las Llamas, en Santander. Se sentaron con la periodista en un banquito cerca del lago, el campus de Las Llamas al fondo bañado por el sol. No se conocían hasta esa mañana de mayo en la que se fotografiaron juntos saltando o asomando entre los árboles del parque, pero los cuatro comparten un hito académico: tienen una media de diez en Bachillerato, la máxima calificación posible. «Hemos intentado dar lo mejor de nosotros mismos», dicen tratando de resumir dos cursos tan importantes que han vivido muy centrados, muy comprometidos, con mascarilla –y hasta cuarentenas de grupo– y moldeando poco a poco su porvenir. Cuatro bachilleres de diez, ahí es nada.
Bachillerato ha sido para los cuatro una etapa decisiva, emocionante y, por momentos, abrumadora. Sobre todo, en el tramo final. «En 1º teníamos más tiempo, era una preparación, pero en 2º se necesita ir más rápido y dar más contenido porque lo necesitas para la selectividad. Ha sido un estrés más constante», evoca María Gómez Ruiz, que acaba de graduarse en Bachillerato en el Colegio La Paz de Torrelavega, en la rama biosanitaria. Su reflexión es secundada por sus compañeras. Después de un primer curso más liviano, «en 2º noté un golpe de realidad», comparte Belén Vergara López, alumna del IES Alberto Pico de Santander, que ha superado un Bachillerato bilingüe de Francés (Programa Bachibac) con la mejor nota posible. «Sí, 2º es más exigente y se nota», coincide Emma Alvear Gómez, alumna del IESValle de Piélagos, de Renedo, que optó por el itinerario tecnológico.
¿Y cómo se han organizado estos dos cursos? Sale aquí a colación la planificación del tiempo. Estos cuatro alumnos y muchos de los que han contado sus experiencias en el periódico en los últimos años apuntan a esta idea: estructurar el tiempo de estudio para rendir mejor y no robarle horas al ocio o al sueño.
Belén Vergara López
IES Alberto Pico (Santander)
María Gómez Ruiz
Colegio La Paz (Torrelavega)
Emma Alvear Gómez
IES Valle de Piélagos
Pablo Díez Sainz
Colegio San José-Niño Jesús (Reinosa)
Pablo, alumno del Colegio San José-Niño Jesús (Reinosa), que ha cursado el Bachillerato por la rama de Humanidades y Ciencias Sociales, planificaba los temas que quería estudiar cada día para ir avanzando «poco a poco». A mantener ese ritmo de estudio le han ayudado los exámenes parciales que cada trimestre organizaba su colegio, siguiendo además el modelo de la EBAU «para hacernos al formato». Emma lo llevaba al día y pisaba el acelerador al menos una semana antes de los exámenes: volcaba entonces los conocimientos en esquemas –«me hago esquemas para todo»–, trazando así pequeños mapas de contenido que le facilitaran el aprendizaje. También previsora, Belén se apoyó en la memorización y en la preparación a conciencia de los ejercicios de Matemáticas, Física o Química, que se le dan muy bien. María se fijó horas diarias de estudio y aligeró carga lectiva con los parciales.
«Es importante la constancia, pero también saber descansar, hacer otras actividades», dice María, y sus compañeros asienten. Salir con amigos, practicar natación, tocar la guitarra... «Si te organizas es más sencillo, pero sin perder nunca de vista que el objetivo final no es tanto sacar muchísima nota, sino hacer algo con lo que estés contento y estar bien», razona Emma.
Estos años de Bachillerato a veces han tenido que lidiar con la presión y la autoexigencia que entraña dar su mejor versión académica. «¡Que no somos robots!», exclama Emma entre risas, pero trayendo al frente una cuestión importante: está permitido tropezar, parar o reinventarse.
Sus familias han sido un cable a tierra. «Mi madre me ha apoyado muchísimo, igual que toda mi familia», asegura Belén. Emma no se olvida de los docentes que han hecho más fácil la asimilación de los contenidos: «Yo doy gracias a mi profesor de Historia, lo ha hecho todo mucho más ameno. Te cuenta las cosas que no están en los libros, pero que realmente son importantes para saber cómo se desarrolla la historia. Las cosas pequeñas también influyen en cómo actuamos después».
En verano puede que viajen y lean libros sin definiciones que no sea necesario memorizar, pero Pablo, Emma, María y Belén –y 2.800 aspirantes más– han tenido que pasar una prueba extra antes de dar por concluida su etapa de bachilleres: la EBAU
La nota que han logrado es una llave. «Vas con más tranquilidad sabiendo que tienes seis puntos asegurados –las pruebas de acceso a la universidad pesan un 40%–. Tienes menos presión en la EBAU, que es un examen donde te lo juegas todo», reflexiona Belén, cuya opción es cursar Medicina.
Pablo, María, Belén y Emma son cuatro de los cerca de cincuenta bachilleres cántabros con una media de diez en esta etapa. Esta y el resto de calificaciones están reguladas por la orden EDU/14/2022 sobre la evaluación, promoción o titulación en Primaria, ESO, Bachillerato, y en ciertos aspectos de la FP. Entre otras muchas cosas, esa norma apunta a que la media en la última etapa es fruto, precisamente, de la media aritmética de las calificaciones (numéricas) obtenidas en cada una de las materias. En 2º, el equipo docente puede conceder matrículas de honor a los alumnos que hayan superado «todas las materias de Bachillerato y cuya calificación global de los dos cursos sea 9 o superior», dice la norma, que además fija un límite: una por cada 20 alumnos de 2º de Bachillerato del centro.
Pablo quiere hacer un buen papel para estudiar en la UC el doble grado de Educación Infantil y Primaria. Confirmó su vocación docente en la visita a una guardería dentro del Programa LaborEso. «Desde un principio tenía claro qué iba a hacer. Piden una nota alta y me he estado esforzando durante estos dos años» para ello.
En estas semanas que median entre el fin de curso y la EBAU, han podido descansar y tomar distancia. Hacen cálculos, confían en sus posibilidades, pero aún así estas pruebas les imponen, sobre todo, porque tendrán que demostrar todo lo aprendido en un espacio de tiempo muy limitado. En cualquier caso, están deseando sentarse ante el examen inaugural de Historia de España para atemperar los nervios y saber a qué atenerse. «Me veo peor el domingo por la noche. Seguro que me tranquilizo cuando haga el primer examen...», confía María, a quien le gustaría matricularse en Biotecnología o, quizá, en el doble grado de Biotecnología y Farmacia.
Emma ha decidido que no va a entrar directamente en la universidad, donde quiere estudiar Ingeniería Aeroespacial. El año que viene quiere ponerse en serio con la guitarra y el canto. No desea mudarse de ciudad sin probar antes su faceta artística y así compaginarla después con sus estudios universitarios. «Igual no a tiempo completo, pero quiero seguir haciendo cosas. Y salir de la inercia de ser estudiante».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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