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Los tres meses de confinamiento que se vivieron en 2020 fueron tan traumáticos, extraños y sacrificados que las secuelas emocionales continúan aflorando dos años después. ... Lo sufren sobre todo los adolescentes, que vieron interrumpido su ciclo vital en una fase que se demuestra crítica. No vivieron lo que tenían que vivir, no experimentaron lo necesario y se vieron sometidos a una presión emocional para la que no estaban preparados, máxime en un momento de extrema sensibilidad como es la pubertad. «Eso explica que hasta cuatro de cada diez urgencias psiquiátricas sean ahora menores de edad», cuenta Jesús Artal, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Valdecilla.
El encierro que trajo la pandemia los privó del mundo que necesitaban para crecer y para conformar sus personalidades y eso tiene graves consecuencias a la larga. Los ingresos en planta también se incrementaron hasta un 57% en 2021 respecto al ejercicio anterior. «Ha habido un incremento tremendo de este tipo de situaciones que pueden desencadenarse por factores coyunturales como un disgusto, un suspenso, o un mal de amores; pero también pueden estar relacionados con patologías graves», comenta Artal.
En el área de Salud Mental Infantojuvenil del Hospital Sierrallana, en Torrelavega, se está estudiando esta tendencia. «El perfil del menor con problemas suele ser el de alguien que comienza por las autolesiones y puede continuar con los trastornos de la conducta alimenticia. Suelen ser sobre todo chicas», explica Susana Samaniego, especialista en esta área. «El problema es que hay que tratarlo con premura porque estos síntomas suelen ser la antesala de otras acciones peores», como el suicidio.
Los casos de menores que tratan de quitarse la vida han aumentado de forma exponencial en los últimos dos años. «De hecho, esta es la segunda causa de muerte en menores por detrás de los accidentes de tráfico», recuerda Samaniego. Hay en este punto dos grados diferentes. El de los casos donde la finalidad es atraer la atención de los demás: «Normalmente lo que están diciendo los menores es que necesitan ayuda», concreta la especialista. Y un segundo grado donde puede existir una patología grave: la depresión, la ansiedad, la autoexigencia, entre otras, pueden conducir a situaciones donde el dolor de la muerte es más soportable que el de estar vivo.
La solución a todo pasa siempre por el diálogo, primero; y por la atención de un especialista, después. «Es muy raro que suceda nada grave en una familia donde hay diálogo y donde existe un apoyo por parte de los padres», afirma el psiquiatra Baltasar Rodero.
«A quienes el confinamiento los sorprendió en plena adolescencia los privó de esa relación con los demás que es imprescindible para el crecimiento personal, para encontrarse a sí mismos y para hallar su lugar en el mundo», detalla Rodero. «A esa edad es fundamental que se relacionen con los demás, tener esa identidad de grupo. Todo eso es la esencia de la adolescencia». «Se pueden experimentar situaciones de riesgo, como el sexo precoz, los deportes de riesgo, el juego o las drogas. Todo lo que suena a prohibido. Porque con todo ello lo que están diciéndole a los padres es: 'No soy tú. Soy yo, y tienes que respetarme'».
El problema llega cuando esta actitud desafiante de los menores es entendida por los adultos como un desafío personal. «Entonces llega el enfrentamiento y la incomunicación. Y si los menores no encuentran ese apoyo, esa conversación, esa comprensión y esa negociación para continuar entendiéndose pese a los cambios, se distancian cada vez más. Se aíslan mucho más y pueden llegar a estas situaciones de actitudes de autolesión o suicidio que sirven para reclamar esa atención demandada o, incluso, pueden ser la parte visible de una fase de tristeza profunda que derive en depresión», advierte el psiquiatra.
Los expertos indican también que quizá haya que abrir un debate sobre el actual sistema de educación. «Quizá un relativismo excesivo, una eliminación de la cultura del esfuerzo o de la frustración está creando adultos sin herramientas para afrontar los avatares de la vida», opina Artal.
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