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Javier Aja, 11 años, maneja veloz los dedos sobre la pantalla del móvil. Ha sacado buenas notas y puede trastear con el teléfono más allá del fin de semana. Así que se concentra en un videojuego de fútbol mientras su bisabuela Carmen Martín se pone a recordar cómo eran las Navidades y los regalos de Reyes de su infancia, una etapa que transcurrió en Tábara, en la provincia de Zamora, «es el pueblo en el que nació León Felipe». Carmen no escribía una carta a los Reyes Magos. «Ya sabíamos lo que nos iban a echar: una muñeca de cartón». La muñeca de cartón duraba todo el año, había que cuidarla, ‘estirarla’ de Navidad en Navidad. A veces, el objetivo no se lograba: «Recuerdo que una vez la bañé..., y, claro, me quedé sin muñeca». Las muñecas o peponas de cartón, de cartón-piedra, eran un regalo recurrente para las niñas de la España de los años cuarenta y cincuenta.
La víspera de Reyes, cuando la casa se llenaba de tíos y primos, Carmen limpiaba su zapato y lo ponía en la ventana. Allí aparecía la muñeca al día siguiente; en el zapato de su hermano Laudelino aparecía un camión de madera. Con él y con otros amigos se iba Carmen a cantar por las casas de Tábara. «Se llamaba a la puerta y se preguntaba: ¿dan permiso para cantar? Si te daban permiso, cantabas los Reyes». A cambio recibían manzanas, membrillos. «Algunos te daban dinero, otros te daban un trozo de chorizo».
Javier sigue marcando goles en el teléfono móvil. A él y a su bisabuela les separan varias generaciones, la escala económica y el modelo productivo del país, un buen tramo de historia, la costumbre de Papá Noel y la revolución tecnológica. También les separan los materiales de sus juguetes: la muñeca de Carmen era un sencillo modelo de cartón, y las decenas de figurillas de luchadores de la World Wrestling Entertainment que Javier tiene guardadas en un maletín son de plástico, articuladas, con muchos colores, con complementos y pueden coleccionarse durante años.
Sin embargo, Javier coincide con su bisabuela en varias cosas. Por un lado, su familia mantiene la costumbre de reunirse en casa la víspera de Reyes para festejar y preparar la llegada de los magos. Por otro, él tampoco ha escrito este año una carta formal a Papá Noel ni a los Reyes. Ha comunicado buena parte de sus peticiones por ‘WhatsApp’. ¿Qué ha pedido? Entre otros, «un altavoz móvil, un ring de lucha con sonido, el videojuego ‘FIFA 18’».
Los videojuegos lideran la clasificación de regalos navideños más deseados por los adolescentes españoles, según el estudio que cada Navidad publica la consultora Deloitte. Después se sitúan el dinero, los libros, la ropa y el calzado, la ropa de deporte, los dulces, las ‘tablets’, los juegos de mesa y los teléfonos móviles. En general y sin atender a la edad, el dinero lidera el ‘ranking’. «El dinero en efectivo sigue siendo, por sexto año consecutivo, la opción preferida por los consumidores a la hora de recibir regalos», indica Deloitte.
El estudio también señala que el gasto navideño medio en España alcanzará estas Navidades los 633 euros, de los que 252 irán a parar a la compra de regalos, un 1,6% más que las fiestas de 2016. Las Navidades, los regalos, llevan a muchas familias a desembolsos abultados. «Los juguetes cada vez son más caros», comenta Aída Vega, madre de Javier.
Aída, nacida a finales de la década de los ochenta, ya incluyó en sus cartas regalos relacionados con la tecnología: una agenda electrónica con la que podía comunicarse con alguna compañera; un ‘tamagotchi’, aquella mascota electrónica a la que había que alimentar, que se popularizó en los noventa, e, incluso, un teléfono móvil. Así que maneja con soltura las peticiones de su hijo Javier. «Sus regalos no me pillan por sorpresa», señala.
¿Qué juguetes navideños recuerda con cariño, con cuáles jugó más? Aída se pone a enumerar un montón de muñecos: una perra rosa de peluche y sus cachorros (una ‘puppy surprise’). el juego ‘Diseña tu moda’. las ‘barbies’ y su caravana; «cacharritos y una cocinita»; un muñeco ‘Furby’. una moto con freno eléctrico, los ‘pequeño pony’, las minimuñecas de la colección Polly Pockett... «Recuerdo haber jugado muchísimo con ‘Diseña tu moda’, me encantaba, y también las ‘polly pockett’. La verdad es que podía pedir sin límite».
Aída heredó alguno de sus juguetes de su madre María del Carmen Romaña, por ejemplo un juego de ‘walkie-talkies’ que, incluso, ha llegado hasta Javier; o el juego de montaje y construcción ‘Exin Castillos’. «Era muy cuidadosa con los juguetes», indica Maica Romaña. «Y yo creo que antes los juguetes duraban más. O igual era que yo tenía que estirarlos todo el año», añade Carmen Martín, su madre.
Uno de los regalos de Reyes que más le gustó recibir a Maica fue una máquina de escribir. «Lo que me pudo ilusionar aquello». Los recuerdos también le entusiasman, como el que comparte con su padre, José Antonio Romaña, que trabajó durante años en la Standard de Camargo. El día de Reyes, los hijos de los empleados acudían a la fábrica para recibir un regalo. «Recuerdo ver a los Reyes Magos con unos anillos de aquellos que te deslumbraban». Un año le regalaron el laboratorio de Quimicefa.
De pequeña, Maica jugaba muchas horas al día: «Me gustaba mucho jugar, jugaba con todo, con los patines, con canicas, con las cartas para hacer parejas, con las ‘barriguitas’: teníamos la piscina, el cochecito...». También le regalaron ‘nancys’ y ‘nenucos’ −dos de los muñecos de referencia de la casa Famosa− y un ‘cinexín’ para proyectar películas en la pared. «También me gustaba mucho jugar en la calle. Creo que antes se jugaba a más cosas en la calle».
Maica se encontraba con entre tres y cuatro regalos el 6 de enero. «Pero con mi hija (Aída) nos volvíamos locos, había muchos más regalos. Y ya con Javi, muchos más. En eso hay una gran diferencia con mi madre». La bisabuela Carmen añade entonces que, además de la muñeca, también solía recibir una caja con mazapanes, confites, algunas dulzainas. «Pero teníamos un regalo y tan contentos».
Cuando Aída era pequeña comenzó a instaurarse Papá Noel. Ahora, la familia celebra más este día que los Reyes para que Javier aproveche más tiempo los nuevos juguetes y regalos antes de retomar las clases. Aún así, la familia mantiene la tradición de colocar, la noche del 5 de enero, turrón y champán para los Reyes, y agua para los camellos. Al día siguiente, siempre hay paquetes bajo el árbol. «Ha habido épocas mejores y peores, pero siempre hemos tenido regalos de Reyes con los que jugar».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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