Secciones
Servicios
Destacamos
Un artículo sobre un panel pintado paleolítico de la cueva de El Castillo (Puente Viesgo) publicado este mes en una revista científica internacional y la aplicación de nuevas tecnologías de teledetección hiperespectral desarrolladas por Vicente Bayarri en su tesis doctoral, leída el pasado año en la UNED, han abierto nuevas perspectivas para el estudio del arte paleolítico que se conserva no solo en las cuevas de Cantabria sino en las de cualquier lugar del mundo. Lo que hasta ahora el ojo humano no era capaz de ver, sale ahora a la luz gracias a la aplicación de esta técnica, que está permitiendo multiplicar de forma exponencial el número de figuras y de trazos existentes en cada panel de una gruta como la de El Castillo, la más estudiada hasta la fecha -aunque parcialmente-: donde investigadores anteriores vieron 250 figuras, ahora se han identificado unas 600.
Bayarri (Valencia, 1980, pero de madre cántabra y originario de Renedo de Piélagos), ingeniero de formación, y su socio Jesús Herrera, en la empresa Gim-Geomatics (Torrelavega) -especializada en todo tipo de mediciones-, llevan años colaborando en el ámbito de la arqueología y han desarrollado trabajos de georreferenciación, fotogrametría y teledetección en cerca de un centenar de cuevas.
En la aplicación de las técnicas hiperespectrales para 'descubrir' pinturas que el ojo humano no es capaz de detectar, son pioneros a nivel internacional y sus trabajos representan una revolución para el estudio del arte rupestre paleolítico, tanto porque permiten añadir nuevas figuras al conocimiento, como por la información que proporcionan sobre superposiciones, deterioros o estado de conservación. «Nosotros facilitamos a los prehistoriadores datos objetivos, no nos metemos en la interpretación arqueológica de los mismos», comenta Vicente Bayarri.
Si realizamos una foto con una cámara convencional, obtenemos datos por tres canales -rojo, verde y azul-. Para ver el grado de detalle que consiguen con la tecnología hiperespectral Bayarri y Herrera, su sensor recibe datos de unos 200 canales, «como si fuesen 'rebanadas' de 10 micras». La capacidad para detectar diferencias colométricas es sorprendente ya que, mientras el haz ultravioleta se queda en superficie, la medición infrarroja penetra en la pared y llega a detectar lo que hay detrás de una mancha de pintura, de un grabado, de un hollín y de la propia calcita que a lo largo de milenios se ha depositado en cualquiera de los paneles estudiados en una cueva.
De este modo, a modo de ejemplo, en la cueva de El Castillo, donde más trabajos de este naturaleza han desarrollado Bayarri y Herrera, en el famoso panel de las manos, donde se conocían 55 se han detectado un total de 97 manos pintadas en dos momentos diferentes, además de numerosas figuras nuevas de animales. Y en el panel de polícromos, el incremento de figuras ha pasado de 15 a 37. «Nosotros obtenemos toda la información y luego son los profesionales quienes la interpretan», señala Jesús Herrera. «Hay un arte oculto, latente, resilente, un arte que no se ve, pero que sin duda va a cambiar la forma de enfrentarnos al estudio del arte rupestre de ahora en adelante», refrenda Bayarri.
Pero, al contrario de lo que pueda parecer, el 'secreto' de esta técnica no reside en lo más o menos avanzado que sea el aparato con el que se toman las imágenes -sin riesgo para las pinturas-, sino en la manera de procesar las fotos con unos cálculos matemáticos de algoritmos que ahora mismo constituyen el principal valor diferencial que aporta Gim-Geomatics. Y las sorpresas llegan en la oficina. Porque como comentan, «mientras tomas los datos en la cueva, no sabes lo que hay debajo de las pinturas visibles. Allí ves lo que ves, vas a ciegas. Es delante del ordenador cuando identificas nuevos trazos, superposiciones o figuras cuya pintura ha perdido la intensidad suficiente para que de un modo convencional puedan advertirse».
La empresa trabaja para la administración regional, para la Universidad de Cantabria o para el Ministerio de Cultura (en Altamira) desde 2008, pero estas técnicas se desarrollan a partir de 2012. El profesor de la UNED, Sergio Ripoll, director de tesis de Bayarri, tenía interés en publicar los calcos que su padre, también prehistoriador, Eduardo Ripoll (1923-2006), había realizado en la cueva de El Castillo entre los años 50 y 60 del siglo pasado. Y para comprobar la validez de los mismos, tras varias décadas, Sergio Ripoll recurrió a Gim-Geomatics para disponer de nuevas imágenes gracias a la teledetección. La sorpresa fue mayúscula, ya que el número de figuras se multiplicó, tanto de manos como de bisontes, ciervas, renos y otros animales que son recurrentes en las cuevas con arte paleolítico en Cantabria. De 250 a 600, superándose también los pioneros estudios de Alcalde del Río, Breuil y Sierra publicados en 2011, poco después del descubrimiento de la gruta.
Otros aspectos en los que Bayarri y Herrera ponen énfasis a la hora de dar valor a los resultados que ofrece esta técnica es en la aportación a la hora de tomar decisiones en materia de conservación de las cuevas y para divulgar los procesos en cada gruta a lo largo de milenios gracias a la recreación con simulaciones 3D.
Finalmente, lo que no cabe duda a estos expertos y a otros consultados es que a partir de ahora esta técnica debe aplicarse a todas las cuevas con arte rupestre. Y debemos estar preparados para recibir sorpresas que cambiarán teorías, cronologías y formas de interpretar el fenómeno artístico en la prehistoria.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.