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El bullying nos afecta a todos. A los niños que lo sufren, a los que lo ven y miran hacia otro lado, a los cómplices que lo respaldan y a los que lo ejercen porque no saben relacionarse de otra manera que no sea ... desde el desprecio. Y todos están ahí, juntos en clase y conectados por las redes. Los adultos les decimos que sean valientes, que nos cuenten si en algún momento ven o viven alguna situación delicada, pero no siempre es fácil. Ni para los padres de los acosados ni para los de acosadores.
¿Qué haría usted si sabe que su pequeño es un tirano con un compañero? Basándose en la experiencia que atesora desde hace seis años, la presidenta de la Asociación Tolerancia 0 al Bullying Cantabria, Lourdes Verdeja, reconoce que los padres de los acosadores «suelen negar que sus hijos hagan o digan lo que la víctima dice; se enfrentan a las familias y se muestran agresivos con los profesores que les advierten de la situación». Muy pocos se sientan a pensar en cómo solucionar la papeleta que esconden bajo el mantra de «son cosas de críos». Y lo peor es que, muchas veces, lo que comienza como una broma puede terminar siendo algo tan serio como un intento de suicidio.
Verdeja entiende que nadie quiere que a su hijo se le señale, pero lo cierto es que mientras unos viven en la negación, otros ven cómo sus hijos lloran, tienen miedo de ir al colegio, no quieren ir al baño solos y, mucho menos, que llegue la hora del patio, porque será ahí cuando les humillen o les hagan el vacío. Esa sensación de soledad e, incluso, culpabilidad, que sienten las víctimas no se queda ahí. Más de uno deja de comer, empieza a contestar en casa, se autolesiona y pierde la confianza en sí mismo. Muchos centros, que no todos, «intentan quitar importancia» a lo que los padres de las víctimas dicen. Muchos profesores reconocen que «no tienen formación para actuar en estos casos». Y las instituciones «desdibujan los datos». Verdeja recuerda que un estudio de la UC revela que un 10% de los escolares cántabros sufre algún tipo de acoso, por lo que si este curso han empezado a ir a clase 41.200 alumnos en Cantabria, más de 4.000 tienen miedo. Es una estimación, pero los datos públicos no se acercan ni a la centena. ¿Existe alguna solución? La presidenta de la Asociación Tolerancia 0 al Bullying afirma que «cambiar el Decreto de Convivencia sería un gran avance». Ahora, como mucho, expulsan al agresor tres días del centro, «se lo toman como unas vacaciones y eso no soluciona nada». Verdeja asegura que si durante esos 'días de castigo' esos menores fueran a centros o instituciones a recibir talleres y charlas, todo sería distinto. «El mal comportamiento puede corregirse reeducando. Creo que es importante cambiar el enfoque que se da a los acosadores. No hay que invertir para conseguir esto, es utilizar las infraestructuras que existen para que entiendan que lo que están haciendo no está bien». «Sé cómo funciona el sistema por dentro y las instituciones no hacen nada si no estamos detrás denunciando la situación». A Verdeja le gustaría reunirse con el consejero de Educación, Sergio Silva, y el pasado martes coincidieron en el desfile contra el bullying que se celebró en el Hotel Real.
Tras escuchar a Verdeja, Silva mostró el compromiso del Ejecutivo regional para «atajar el problema social que representa el bullying, trabajando desde la prevención con una actuación coordinada que implique a las familias, docentes y centros educativos». Mientras se dan estos pasos, ¿qué aconsejan desde la asociación a los padres que contactan con ellos? Que cada vez que ocurra algo «hagan un escrito, lo llevan a la secretaría del centro, lo registren y lo sellen. Si se queda en algo puntual no pasará nada. Pero si algo se repite y se convierte en acoso, esos escritos servirán de prueba para demostrar, llegado el caso, la cronología de la situación». Además, recomienda que cuando tengan una reunión de protocolo graben la conversación. «No es ilegal si no se distribuye, pero gracias a esto hemos descubierto cómo a veces en esas reuniones se instrumentaliza a las víctimas haciendo las preguntas de tal forma que los niños terminan sintiéndose culpables de lo que les está pasando».
No hay un perfil de víctima ni de acosador, pero si alguna de estas conductas se prolonga en el tiempo, es importante atajarlo antes de que haya un problema.
Maltrato verbal y psicológico: Poner motes y ridiculizar a la víctima en todas sus acciones mediante el desprecio y la burla, incluyendo la coacción para que cometa actos a los que no se prestaría voluntariamente y por los que posteriormente será también ridiculizado.
Maltrato físico: Empujones, patadas o ataques al material y pertenencias de las víctimas.
Aislamiento social: Tratar a la víctima como si fuera un apestado para que nadie quiere estar con él buscando su estigmatización y rompiendo por completo sus relaciones sociales. Los observadores tienen un papel destacado en este tipo de acoso escolar.
'Ciber-bullying': Una variante de las anteriores y que las engloba es el conocido como 'ciberbullying', en el que la víctima sigue sufriendo acoso y desprecio a través de las redes sociales.
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