Eduardo Miñambres
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Eduardo Miñambres
Estos días, el intensivista Eduardo Miñambres y su equipo están cosechando de sus colegas todas las alabanzas de las que se han hecho acreedores en la última década, tiempo en el que se han colocado a la cabeza mundial en donación de órganos y trasplantes. ... El Hospital Valdecilla lidera desde 2015 el ranking español de donación y trasplantes y España es referente internacional, así que hablamos de un grupo de sanitarios reclamados desde otros países para compartir su modelo. Estos días, Santander acoge a decenas de autoridades mundiales en una cumbre justamente en reconocimiento a su labor.
-¿Por qué va a ser importante la 'Declaración de Santander'?
-Queremos exportar el modelo de Valdecilla de trasplante en asistolia, que es muy complejo y requiere mucha técnica y con el que tenemos unos resultados excepcionales de supervivencia del paciente. Alemania o Francia, por ejemplo, tienen la mita de donaciones pese a que su red de salud es importante. Así que pretendemos fortalecer otros sistemas europeos. Lo segundo: aspiramos a que se implementen registros internacionales obligatorios, para que se reporten todos los datos. Ahora no hay datos reales a nivel mundial: hay que sentar las bases, se deben comunicar las supervivencias, las complicaciones... Y también son importantes todos los aspectos éticos, porque manejamos materiales de origen humano. La industria farmacéutica puede empezar a usarlos para medicamentos y esto hay que regularlo porque todo parte de donaciones altruistas.
-Desde que usted se encuentra al frente de este equipo (2011), ¿cuál es el vuelco que se da en Valdecilla que le ha llevado a tener los resultados que tiene?
-Los números siempre han sido muy buenos. El gran vuelco (siempre de la mano de ONT) y lo que ha cambiado es el método científico y que nos hemos internacionalizado: hemos sido ponentes invitados en San Diego (EE UU) en el último congreso europeo... Estamos teniendo presencia internacional porque nos interesa ese mercado y eso solo se hace con resultados y con ciencia.
-¿Qué innovaciones médicas y tecnológicas están por venir que darán el próximo giro de guion?
-En este mundo siempre hemos tenido un reto, que es utilizar cuanto antes el órgano que extraes de un cuerpo, porque el tiempo corre en su contra: el órgano se deteriora muy rápidamente. Ahora estamos con el desafío de meter ese hígado (ese riñón, ese corazón) en unas máquinas y mejorar su calidad y trasplantarlo incluso mejor. Es decir, estamos en un proceso de 'comprar tiempo' y no tener que trasplantarlo en el margen de tres, cuatro horas, sino irnos a catorce o dieciséis. Eso permite seleccionar mejor a los receptores. El xenotrasplante (de cerdos a humanos) no lo vamos a ver a corto o medio plazo: antes hay muchas incógnitas a resolver. Lo de las máquinas sí es un gran avance porque almacenar con buena calidad el órgano es vital. Hoy es difícil poner un corazón en Santander que se haya obtenido en Cádiz. Pero si puedes comprar diez-doce horas con la seguridad de que el órgano no se empobrece...
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-Tenemos en el imaginario la historia de éxito en España y en Cantabria. Pero ¿hay cara B? ¿Cuál es la frustración del profesional que se dedica a esto?
-Que la gente se sigue muriendo en la lista de espera. En torno a un 5-8% de las personas que esperan un órgano no renal (hígado, pulmón, corazón) fallece sin la operación. A otro 10% de los pacientes se les saca de la lista porque va a morir. Hay casos en que están tan debilitados que ya no van a poder aguantar la intervención. Además, no nos vamos a engañar, un trasplante es una gran cirugía y hay un 5% de mortalidad hospitalaria. Esta es una grandísima actuación. Se hace tan bien que puede parecer fácil, pero el riesgo es ciertamente muy elevado.
-Solo el 6% cántabros rechaza donar un órgano... Poco margen hay aquí para la mejora, ¿no?
-De hecho, nunca hacemos campañas. No queremos convencer. Aquí mucha gente conoce ya a donantes y trasplantados. El que no quiere, no quiere, por lo que sea, eso no lo vas a cambiar.
-Ahora que ya se ve con perspectiva. ¿Cómo fue trabajar con el covid de por medio?
-Una aventura. Aunque hay que agradecer al hospital lo bien que lo planteó al crear zonas seguras que nos permitieron seguir. En España y en el resto del mundo todos los programas se desplomaron, pero en Valdecilla hicimos más cirugías que en 2019. Fue una apuesta meditada y un gran éxito colectivo. La pandemia se declaró un 13 de marzo y el día 17 nosotros hicimos un trasplante urgente.
-¿Cual es el siguiente escalón a subir para este equipo?
-El objetivo es siempre el mismo: implementar todo lo que se haga bien en cualquier parte. A día de hoy, lo hacemos todo, con todos los órganos y todas las técnicas. Así que el reto es hacerlo cada vez mejor. Trasplantamos para Cantabria, el País Vasco, Navarra, La Rioja, Castilla y León, Asturias... En páncreas, pulmón y corazón, más del 75% de los pacientes son de otras autonomías. Necesitamos mantener una elevadísima calidad para que sigan viniendo asturianos y navarros. Nosotros no tenemos población suficiente para el programa de trasplantes que hay en marcha y siempre en vanguardia.
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