Más que debate, exposiciones fluidas
Cara a cara ·
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Conchi López y Mario Mañana presentaron sus propuestas en un ambiente afable, con escasa atención a las cámaras y muy pocas réplicasNada que ver con un debate político al uso, de esos a los cuales estamos habituados, especialmente en los últimos tiempos. Afortunadamente, la Universidad de Cantabria es otra cosa, y Conchi López y Mario Mañana, ambos catedráticos aspirantes a rector, lo pusieron de manifiesto en el debate que protagonizaron ayer en El Diario Montañés. Sin más tensión que las que generan las cámaras, a las cuales no están habituados, y de las que se olvidaron totalmente salvo en sus exposiciones finales, plantearon sus propuestas respetando escrupulosamente los turnos de palabra.
Apenas se interrumpieron mínimamente en un par de ocasiones a lo largo de 70 minutos, y coincidieron en buena parte de sus planteamientos respecto a la docena de temas que planteó la moderadora, Pilar González. El hecho de que ambos se refirieran en varios momentos ... a su oponente como «compañero» o «compañera» refleja el ambiente afable en el que se desarrolló el debate. Y cuando concluyó el mismo, ambos, sonrientes, mantuvieron un diálogo distendido.
Ambos candidatos acudieron a la cita acompañados de la práctica totalidad de sus equipos, por lo cual fue preciso restringir a un representante por candidatura la presencia en el plató. Tras las explicaciones sobre la duración y el desarrollo de los diferentes bloques, el sorteo dio a Conchi López la oportunidad de elegir si deseaba abrir o cerrar el programa. Optó inicialmente por el cierre, pero inmediatamente rectificó y eligió ser la primera en tomar la palabra.
Mario se situó a la izquierda de las cámaras, y Conchi a la derecha. Ambos con las piernas cruzadas y sendos bolígrafos y cuadernos en sus manos. Más grande el del catedrático de Ingeniería Eléctrica, con los diferentes aspectos de su programa, y más reducido el de la catedrática de Organización de Empresas, que empleó para realizar algunos apuntes. Como curiosidad, Mañana acudió con su propio recipiente de agua, con el anagrama de la Universidad de Cantabria. López utilizó la proporcionada por la organización, y lo hizo con profusión, tratando de paliar los evidentes síntomas de afonía. «Ha habido que hablar mucho y con mucha gente estos días», explicaba un miembro de su equipo.
En la primera intervención, sobre las líneas generales de sus respectivos programas, quedó de manifiesto la fluidez en el lenguaje por ambas partes, que se mantendría durante todo el debate. Nivel académico y experiencia docente. Conchi López realizó el resumen sin papeles, y sin fijar apenas la mirada en su cámara. Mario Mañana estuvo más pendiente de centrar la mirada en la suya, y alternativamente en sus notas, sin perder de vista tampoco el contador del tiempo asignado.
A lo largo del análisis de los diferentes temas planteados, los dos aspirantes a rector apenas modificaron su postura, transmitiendo una ligera tensión, quizá más evidente en el caso del catedrático de Ingeniería Eléctrica, que en ningún momento descruzó las piernas, y mantuvo los brazos casi permanentemente sobre el reposabrazos. La catedrática de Organización de Empresas, por su parte, descruzaba las piernas, relajándose tras algunas de sus intervenciones, y durante las mismas se apoyaba mucho más en continuos gestos con ambas manos, tratando de reforzar así su exposición.
Más que rebatir lo señalado por el otro aspirante, ambos candidatos complementaron con sus argumentos los del rival en la mayoría de las cuestiones planteadas, y se mostraron coincidentes en muchos casos. No hubo apenas debate, salvo en contados momentos en los que, desde el respeto y sin interrumpirse, quedaron de manifiesto opiniones contrapuestas, como cuando se abordó el tema de las residencias para estudiantes, la vida en el campus o la digitalización.
En los dos minutos de exposición final, Conchi López mantuvo la tónica de apoyo a sus argumentos con continuos gestos, en este caso con su mano derecha y, esta vez sí, mirando a cámara. Mario Mañana alternó mirada a cámara y a su cuaderno de notas, sin despegar apenas los brazos. Concluido el programa, sonrientes ambos, mantuvieron por espacio de varios minutos un diálogo muy distendido. Lo dicho: nada que ver con un debate político.
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