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–¿Se pierden vocaciones por esa limitación de acceso a Medicina, sujeta a notas tan altas?
–Sin duda. Faltan médicos y a la vez hay gente que quiere estudiar Medicina y no puede porque no le da la nota. A esos chavales que tienen ... esa vocación de servicio a los demás habría que captarlos. Esa es una quiebra del sistema. Y otra es que la carrera se ha enfocado demasiado hacia el MIR (examen tipo test). Siempre me pregunto qué pasaría si cogiera a un joven espabilado, que no hubiera estudiado Medicina, y le preparo para una metodología de examen como el del MIR. Posiblemente apruebe y saque una nota aceptable. Con este sistema, se pierde la oportunidad de buscar el talento. No todos valen para neurocirujanos ni para psiquiatras ni para médicos de Atención Primaria. Y eso es lo que había que detectar en esa evaluación continua del alumno.
–¿Habría que dar una vuelta a todo ese sistema de formación?
–A esas tres cosas: la entrada, la formación y la elección de la plaza de formación especializada. En algunas universidades ya se está tratando de hacer.
–Pero hasta que eso sea, si le preguntara el consejero de Salud qué hacer para cubrir el agujero que tiene en AtenciónPrimaria para no tener que cerrar consultorios, ¿qué le diría?
–La población está atendida; en lo grave, cualquiera con una apendicitis es inmediatamente operado, y cualquiera que tenga por delante una intervención de cadera tendrá la lista de espera que le toque; lo que tenemos que hacer es mejorar esa comunicación entre la Atención Primaria y la Hospitalaria y luego, optimizar los recursos al máximo. ¿Cerrar consultorios? Pues no lo sé, tendría que ver el mapa, pero lo que sí puedo decir es que las comunicaciones han mejorado mucho. Por ejemplo, entre Reinosa y Torrelavega. Atención igual a todos, sin ninguna duda, pero no inmediata. No va a ser lo mismo que le dé un infarto a una persona en Ciudad Jardín, junto a Valdecilla, que en Polientes. No vamos a llegar con los mismos medios ni la misma velocidad. Esto es lo que habría que estudiar. También es cierto que en pleno siglo XXI, la figura del médico rural, con la bata y el fonendo, se ha acabado. Ahora hay unos medios diagnósticos a los que el paciente tiene derecho, unos conocimientos que hay que tener actualizados y hay que hablar más de trabajo en equipo y hacerlo lo más ágil y fluido posible.
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