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Dolores Gorostiaga, en Liencres, «pueblo al que va desde niña», cerca del lugar donde le hicieron su primera foto como política.

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Dolores Gorostiaga, en Liencres, «pueblo al que va desde niña», cerca del lugar donde le hicieron su primera foto como política. Alberto Aja

«No voy a dejar de ser Dolores Gorostiaga, es la ventaja de no haber cambiado»

La dirigente socialista, vicepresidenta con los gobiernos de Revilla y primera mujer en presidir el Parlamento regional, se despide de la política tras más de treinta años

Marta San Miguel

Santander

Domingo, 23 de junio 2019, 07:37

La puerta de la cafetería está abierta y Dolores Gorostiaga (Vioño, 1957) entra con la actitud de quien está acostumbrado a que le reconozcan. Los demás la seguimos. «Esa de allí», dice señalando la mesa más alejada del ruido, y en apenas segundos, ... la entrevista está en marcha; la grabadora encendida y el móvil apartado, cafés y un bizcocho amarillo que parte en pedazos mientras no deja de hablar. Toma decisiones como quien respira, tanto las intrascendentes como cortar en dados «si os parece bien» el bizcocho, como las simbólicas de no mencionar el nombre de los cargos cuando le preguntan por el actual PSOE de Cantabria; toma decisiones porque a eso se dedica desde que fue elegida en 1983 concejala de Piélagos y después diputada del Congreso en 1991. «Mi partido es una parte importantísima de mi vida», dice, pero en varias ocasiones de la conversación se corregirá a sí misma: «Mi partido no, el partido», y elimina el determinante posesivo «porque el partido no es de nadie». Será en lo único que se retracte, o quizá se retracta a propósito, porque la que fuera vicepresidenta del Gobierno entre 2003 y 2011 mantiene intacta su capacidad de hablar entre líneas.

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