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El desparpajo de Conchita Mantilla delante y detrás de la cámara quedó patente desde el primer segundo. A sus 85 años, antes de lanzar su pregunta a Iciar Amorrortu, exdirectora general de Sodercán, bromeó recordándole que está «en la edad perfecta» porque los cuarenta ... son maravillosos. Entre las dos repasaron el trabajo duro y el esfuerzo que hay detrás de cada paso que, como mujeres, han dado en sus carreras profesionales a lo largo de tantos años. Porque a veces el camino se complica hasta el punto de tener que demostrar que «valemos el doble», recordó Mantilla, para que alguien se fije. Y en esta línea fue la primera pregunta. «¿Te ha costado mucho llegar a ser la directora general de Sodercán?». Y convertirse en la primera mujer que ocupa ese puesto en los 35 años de historia de la organización.
«Al final es el fruto de mucho trabajo y años de dedicación y esfuerzo junto con una pizca de oportunidad y de factor suerte». Pero sobre todo es una «cuestión de trabajo continuado, de esfuerzo y dedicación constante. No es algo que ocurre de manera casual ni puntual». Nada pasa porque sí. Algo a lo que hay que añadir, recordó Amorrortu, que en el entorno profesional haya una persona que confíe y decida darte esa oportunidad. «Seguro que te pusieron ahí porque sabían que valías», respondió Conchita.
Y, sin salirse de la esfera profesional, Amorrortu lanzó la suya. ¿Consideras que se miden igual los éxitos y los fracasos cuando corresponden a un director o a una directora general? «No, no se miden igual. Y no es que te miren mal, pero sí están más vigilantes». ¿Su historia? «Se montó la asociación de empresarios de hostelería a la que yo pertenecía. Todos los que estaban en la junta directiva eran hombres y no contaron con las mujeres, habiendo muchas más empresarias. Eso me molestó terriblemente. Protesté pero no me hicieron caso. Es más, te miraban como si estuvieras chiflada. Entonces se me ocurrió montar la asociación de mujeres empresarias». Una cosa llevó a otra. «Un día vino Revilla y me dijo que quería llevarme en las listas y salí de concejala». Detrás de sus éxitos, además del trabajo duro, también está la ayuda de sus familiares. «Mi marido me apoyaba en todo». «Al final se trata de un trabajo en equipo y de rodearnos de hombres que no se sientan asustados de tener cerca mujeres con talento», resumió Amorrortu.
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