El estudio, editado en una guía de más de 200 páginas y que plasma con detalle el mapa de la dependencia regional, se concibe como «una herramienta para conocer las proyecciones esperadas de población general y de personas dependientes, localizar las zonas con más déficit de recursos y determinar qué tipo de servicio es necesario y dónde debe crearse», añade la consejera. En definitiva, este documento recoge la lista de deberes que tiene por delante la Administración y, a la vez, sirve a las empresas del sector para conocer hacia dónde dirigir sus inversiones futuras. Y una de las principales conclusiones es que, para garantizar la cobertura en 2027, harán falta más de 1.500 plazas nuevas de residencias de mayores. Así, de las 4.747 actuales se recomienda llegar a las 6.300, tomando como referencia el índice que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala como óptimo: la existencia de un 5% de plazas por cada 100 personas mayores de 65 años. Este es uno de los dos escenarios que plantea el informe de Políticas Sociales, que «nos acercaría a niveles próximos a la excelencia», en palabras de Álvarez. En esa apuesta de máximos, la necesidad de nuevas plazas residenciales llegaría a las 3.000, aunque ahí se contaría con la posibilidad incluso de reconvertir parte de las casi 2.000 plazas privadas en concertadas.
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Ayuda a domicilio.
Notable desarrollo: El informe apunta que en el horizonte de 2027 será fundamental potenciar el cuidado en casa, de tal forma que los 1.376 usuarios registrados hasta diciembre de 2019 aumenten hasta 3.300, alcanzando la cobertura nacional (4,9%): 1.900 usuarios nuevos.
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Teleasistencia.
Cuatro veces más de usuarios: En este caso, el servicio multiplicará casi por cuatro la demanda actual, lo que supondrá llegar a la cobertura nacional, cifrada en el 10,4%. En concreto, la proyección estima que se pasará de los 2.162 usuarios a los 8.200, es decir, 6.000 nuevos.
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Residencias.
Ampliación de la red: Las plazas públicas deberán llegar a las 6.300, lo que supone 1.500 más de las operativas en la actualidad, si se toma como referencia el criterio de la OMS que establece el índice de cobertura en un 5% de plazas por cada 100 personas mayores de 65 años.
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Centros de día.
Dotación: El estudio señala que habrá que ampliar la atención diurna para personas mayores dotando de centros de día a todas las nuevas residencias y promocionando los municipios con mayor déficit, aunque bastará con crear 90 plazas y redistribuir recursos existentes.
Sin embargo, el informe apunta otra hipótesis «más moderada», en la que «se pretende alcanzar en todas las zonas básicas el mismo nivel de atención a las personas dependientes que el valor medio», añade Soto. Es decir, poner fin a las necesidades «más perentorias», ya que «el 80% de los recursos se concentran en Santander y Torrelavega, mientras que en el resto de la región a veces son auténticos desiertos». En este escenario, para completar la cobertura bastarían 650 nuevas plazas de residencia y 173 de centros de día.
El cruce de los datos de población y los servicios sociales municipio a municipio, en cada una de las cuatro áreas de salud, permite situar los puntos rojos en el mapa, poniendo de manifiesto esa «distribución desigual». Como ejemplo, en el área de Santander, que abarca Camargo, Astillero, Bezana, Piélagos, Cudeyo, Miera-Pisueña y Alto Pas, el déficit mayor se concentra en la capital, donde harían falta 1.300 plazas más de residencia -aquí hay al menos cinco proyectos en marcha-, mientras que en Piélagos y Alto Pas la oferta cubre con creces la demanda. Sin embargo, necesitarían un centro residencial Rubayo (Marina de Cudeyo) y Solares, (Medio Cudeyo). También Laredo y Torrelavega deberán ampliar su capacidad -en este caso en ubicaciones como Ramales de la Victoria, Castro Urdiales, Polanco, Miengo, Santillana del Mar o Cartes-, mientras que en el área de Reinosa no hará falta esa inversión.
El miedo al covid y el cambio de modelo hacia el cuidado en el domicilio
La estimación de las necesidades de recursos en la atención a la dependencia es un trabajo iniciado antes de la irrupción de la pandemia, que ha supuesto «un cambio radical en la demanda social tanto de residencias como de centros de día», señala Julio Soto. De hecho, este es uno de los elementos que añaden incertidumbre a las proyecciones. «Estimamos que la demanda vuelva a ser la habitual cuando salgamos de este túnel del covid». Pero hay otro factor que también puede influir en los próximos años, y aún se desconoce en qué grado: «El cambio de modelo de atención. Cada vez son más las personas que quieren ser cuidados en su domicilio».
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