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El presidente Revilla ha desbordado la plétora de su palpitante peronismo purriego con un desacertado predicado: «Si no diésemos la renta social, esas personas ... serían potenciales delincuentes». Se refiere a nosotros, a cualquiera, a quienes alguna vez nos tembló o temblará el empleo o se nos tiñeron en rojo los números negros y el futuro. La realidad se encarga de desmentir tales prejuicios. La ausencia de necesidad económica no inmuniza contra el latrocinio: la ética es la única vacuna eficaz. Sobran ejemplos de los ‘potenciales delincuentes’ que dice Revilla. Pero los más conocidos son de su gremio, no del nuestro. Imputados políticos que seguían robando cuando ya tenían las manos llenas, cuando percibían generosos salarios públicos y sillones vitalicios que no colmaban su desaforada codicia. Alguna responsabilidad tendrán, también, su gestión y sus hurtos en la quiebra del país y de aquel añorado malestar mileurista. En parte, por ello, cinco mil cántabros necesitan percibir la renta social que es un derecho, no una limosna. La humilde puerta giratoria de los desfavorecidos que –pese a la complaciente política social– siguen dependiendo además de Cáritas y Cruz Roja.
Los cinco mil descamisados cántabros, que su consorte política Eva alivia con 460 euros al mes, no se reconocen en las palabras de Revilla. Muchos nunca se imaginaron en semejantes aprietos. Ante las incertidumbres que acechan, los ciudadanos del mundo real, quienes no pisamos confortables alfombras de laureles, tememos necesitar algún día esa ayuda para resistir.
Insuficiente para vivir con dignidad, como ocurre ya con algunos sueldos. Podemos acaba de plantear que la renta social básica complemente ciertos empleos porque el 40% de la población activa de Cantabria está desempleada o cobra menos del salario mínimo.
Prácticamente lo único que discurren nuestras autoridades para reducir el paro es contratarnos como temporeros en los ayuntamientos. El contrato municipal se rubrica retratándose los afortunados con el alcalde de turno, para que sepan a quien recompensárselo en las urnas.
También, Revilla, te damos gracias por tu misericordia. Líbranos del mal con la renta social. Y de Salvador Blanco, ‘potencial’ borrasca impune.
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