«He tenido que descartar anécdotas pensando que no podían ser verdad»

-2008, 2013, 2018, 2023... Publicar un libro cada cinco años ¿es una manía, un reto, una superstición...?

-Una casualidad.

-Esta nueva entrega contiene '115 anécdotas acaecidas mientras los guardias civiles prestaban servicio'.

-Correcto.

-Anécdotas «veraces», subraya. ¿Es que le han querido dar gato por liebre?

-La realidad supera a la ficción. Esto es así en la vida cotidiana y también en las relaciones entre la Guardia Civil y los ciudadanos. Tanto que he desechado algunas porque he llegado a pensar que lo que me estaban contando no podía ser verdad.

-¿Como por ejemplo?

-Bueno, había una que dejaba en muy mal lugar a la Guardia Civil y, la verdad, no me pareció apropiado incluirla.

-¿Por temor?

-Más bien por incredulidad.

-¿Sigue yendo por ahí preguntando a todo el que se acerca si tiene alguna anécdota con la Guardia Civil?

-¡Por supuesto!

-Porque es así como recopila la información.

-Sí, sí. Ya le digo, a mí me presentan a alguien y en cuanto cojo un poco de confianza pregunto. ¿Que tiene algo que me interesa? Saco papel y boli y me pongo a tomar notas.

-¿Y sigue camuflando las identidades de los protagonistas con los nombres de localidades de Cantabria?

-¡Siempre! Y tiene que ser así. Por el trabajo que desempeñan, me siento en la obligación moral de no sacarles del anonimato. Así que en este nuevo libro aparecen, que recuerde, el capitán Sierrapando, los guardias Golbardo, Cuberris, Zurita o Adarzo, el agente Riocorvo...

-Para un escritor de su perfil, un pescador de risas policiales, la pandemia tuvo que desatar la tormenta perfecta.

-De hecho una de las anécdotas que cuento en este nuevo libro discurre en el confinamiento. 'Viaje a Cantabria', se llama.

-Cuente, cuente.

-La protagoniza un señor de Barakaldo que tenía su segunda residencia en Noja y que, a pesar de las restricciones impuestas, decidió viajar a Cantabria con la excusa de que tenía que recoger un medicamento para su mujer. Claro, los guardias no le creyeron, le pidieron que se bajara del vehículo y abriera el maletero y cuando lo abrió...

-...No me diga más...

-...Estaba dentro la mujer, sí. La mujer, que, entre sollozos, les dijo que la culpa no era suya sino de su marido, que se había puesto cabezón.

-Gente paseando por la calle con una correa de perro sin perro, o con un perro de juguete, o incluso disfrazada de perro... Dentro de la tragedia, los atestados policiales dejaron momentos memorables.

-Sí, sí. O, como pasó en Logroño, que la policía denunció a un señor que había bajado a la calle con una pecera con cuatro peces y dijo a los agentes que le pararon que los había sacado a que les diera el aire porque estaban estresados de estar tanto tiempo metidos en casa.

-El general de la Guardia Civil Francisco Espinosa Navas, implicado en el 'caso Mediador', pedía a los empresarios envueltos en la trama que contrata- ran a su amante, a la que en sus mensajes identificaba como 'el chocho volador'.

-Eso he leído, sí.

-¿Le parece esa poca anécdota para un guardia civil?

-Jajaja. No, no. Yo ahí prefiero no meterme.

-Con los jefazos no bromea, ¿eh?

-¿Que no? Mire el capítulo titulado 'Papá Pitufo' y verá que también abro un hueco para ellos. En todo caso, me llevo bien con todo el mundo, a pesar del problema que tuve en su día.

-Usted fue encarcelado por un delito de sedición.

-Así es.

-Si hubiera esperado un poco...

-¿Verdad que sí? Jajaja.

-¿El humor es su divisa?

-Sí, definitivamente.