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La última en cerrar fue una guardería de Medio Cudeyo. Llevaba abierta más de veinte años y no le quedó otro remedio que echar el candado porque no ocupaba ni la mitad de las plazas disponibles. El de este centro no es un caso aislado. ... El desplome de la natalidad se está cebando con las escuelas infantiles privadas y ha provocado un goteo de cierres en la región. Según la Asociación de Guarderías Infantiles de Cantabria (Asguesin), del 31 de diciembre del 2019 al 31 de enero de 2021, diez centros han bajado la persiana. Y el sector vaticina un «futuro desolador si las Administraciones no ponen de su parte. Estamos trabajando solo con la mitad de las plazas», explica Rosa Angulo, presidenta del colectivo. Una situación «dramática» que teme que suponga el final de su modelo de negocio que ahora se ve «afectado» por las aulas de un año que ha implantado Educación en municipios rurales de Cantabria.
3.283bebés nacieron en Cantabria en 2021 según el Icane, la peor cita registrada desde 1975
103matrículas ha gestionado Educación para las nuevas aulas de un año en zonas rurales
Es el caso de Ascen Martínez, que trabajó durante 35 años en la guardería Isla Verde, en Torrelavega. Los meses previos al estallido de la pandemia fueron inasumibles para el centro y se vieron obligados a cerrar. «Al principio podíamos tener cincuenta alumnos fácilmente. El último curso escolar que estuvimos abiertos no llegaban a doce. Y trabajábamos tres personas. Era insostenible», relata esta maestra, ya jubilada, a la que le cuesta echar la vista atrás. «Fue difícil poner fin a esa etapa». Y lamenta que el descenso de la natalidad viene perjudicando al sector «desde hace años». Según los últimos datos del Instituto Cántabro de Estadística (Icane), la natalidad se hundió en la región en 2021 con el peor registro desde 1975. El año pasado nacieron en Cantabria 3.283 bebés, una caída del 3,64% con respecto a 2020. Pero este dato no es una excepción, pues la tendencia es negativa desde 2008, cuando nacieron casi el doble de niños que el pasado año.
El de la guardería Chiquitín, en Valdenoja, es otro ejemplo de cómo la caída de los alumbramientos atiza al sector. Lleva quince años en activo y tienen 80 plazas disponibles. Pero «la cruda realidad» es que no las llenan desde hace ocho cursos. «A día de hoy tenemos cuarenta niños, estamos a la mitad de nuestra capacidad», dice Verónica Pérez, responsable del centro. «Está claro que es un sector que va a desaparecer tarde o temprano. Y yo, de momento, no tengo un plan alternativo», comenta Pérez, que reconoce que la pandemia ha agravado la situación. «El teletrabajo permite a muchos padres quedarse con sus hijos. Además, con la crisis, muchas familias tienen que ajustar gastos y no les queda otra que tirar de familiares».
Rosa Angulo - Presidenta Asguesin
Verónica PérezGuardería Chiquitín
Rosa Angulo, presidenta de Asguesin, lo corrobora. «El otro día una pareja ha tenido que dar de baja a su hijo del centro en el que trabajo porque uno de ellos había perdido el empleo». Por eso, en representación de la asociación, exige a Educación «colaboración y compromiso».
El arranque de este curso escolar trae consigo la implantación de las aulas públicas de un año –financiadas con fondos europeos– en centros educativos de zonas rurales como Potes, Hermandad de Campoo de Suso, Valderredible, Mataporquera, Udías, Liendo, Ruiloba, Soba, Rasines, Riotuerto o La Serna de Iguña. Cada una de ellas cuenta con un técnico de Educación Infantil y un maestro a media jornada, para introducir situaciones de aprendizaje a edades tempranas. Son doce aulas, cuatro puras (en las que solo hay niños de un año) y ocho mixtas (aulas de dos años en las que también hay niños de uno). En total, Educación ha tramitado 103 matrículas para este tipo de aulas.
Una medida que no ven con buenos ojos desde el colectivo Asguesin porque consideran que se trata «de una nueva amenaza para nosotros». Y es que, a juicio de su presidenta, las aulas de un año son competencia directa para los centros privados. «La Consejería se comprometió a no implantarlas en municipios en los que hubiese escuelas privadas. Y lo han cumplido. Pero sirve de muy poco si están a tres kilómetros, porque habrá familias a las que les compense coger el coche y desplazarse al pueblo de al lado», explica Angulo, que insiste en que quieren que «Educación nos escuche para plantear conjuntamente una solución a los problemas con nuestros centros».
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