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Laura Fonquernie y José Ignacio Arminio
Santander | Torrelavega
Miércoles, 29 de diciembre 2021, 07:07
Entre el nuevo semáforo covid, los umbrales de riesgo y las restricciones, en la hostelería andan un poco «despistados», reconocía ayer Eduardo Pellón, dueño del restaurante Al Norte, en la Plaza de Italia de Santander. Y siempre muy pendientes de la situación sanitaria de los municipios tras la actualización del último semáforo covid que dibuja un mapa con 50 municipios de Cantabria en nivel 3, entre ellos la capital, Santander. Un salto que supone nuevas restricciones.
En el negocio de Pellón pidieron hace unos días el medidor de CO2 -la apertura de los establecimientos está condicionada a su uso- y ayer por fin les llegó. «Empezaremos a funcionar ya con él. Hemos adquirido un modelo móvil que nos permite medir el CO2 en los diferentes espacios del local», explica. Un indicador que determina si se puede estar en el interior o hace falta ventilar. No obstante, no en todos los establecimientos disponen del nuevo aparato. En muchos están pendientes de recibirlo y en alguno aún no se han enterado de su necesidad. Al menos hasta ahora, en general, sí se han medio acostumbrado a pedir el pasaporte covid que, «quitando algún caso», los clientes suelen mostrar sin problemas.
Aunque, de nuevo, la aplicación de esta medida es muy dispar. En algunos locales ni siquiera lo piden o siempre hay algún cliente que se libra. En otros no se solicita el DNI para verificar que el documento escaneado pertenece, efectivamente, a la persona que lo muestra. Por eso, el pasado 24 de diciembre, el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, anunció que, «tras un periodo de adaptación», Salud Pública comenzaría con inspecciones para comprobar que se solicita. Además, Rodríguez recordó que también la Policía está obligada a hacer cumplir la norma.
Lo cierto es que el desconcierto entre los profesionales del sector también lo ha generado otra de las prohibiciones que implica el salto de nivel: el cierre de las barras. Ayer por la mañana, algún cliente, a primera hora, pudo tomarse el café en la barra porque muchos hosteleros se enteraron de la restricción más tarde. «Nos enteramos anoche de las medidas y esta mañana (por ayer) nos han dicho lo de las barras», comenta Víctor Merino, chef del restaurante La Bodega, en la calle Joaquín Costa. En el bar Peña Bolística de Torrelavega, la dueña bloqueaba ayer mismo por la mañana la barra con una cinta. Tras esas primeras dudas en los negocios, quedaron cerradas.
A esta limitación de espacio en el interior de los establecimientos de hostelería, se suma la reducción de los aforos. El nivel de riesgo alto implica poder utilizar únicamente el 75% dentro. Mientras, en las terrazas puede mantenerse al 100%. Aunque se limita el número de personas por mesa a un máximo de seis dentro del local y diez en el exterior.
«Las restricciones han caído mal y nos están haciendo mucho daño», añade Merino. El sector está en un «momento crítico» y estos cambios de cara a los últimos días del año no ayudan. «Imagina lo que supone para un negocio no tener barras, quitar mesas dentro y reducir el exterior». Al menos en la zona de La Cañía, en El Sardinero, los hosteleros reconocen que las terrazas dan un cierto respiro y agradecen disponer de las mesas.
¿Y en qué se traduce la llegada de medidas? En preguntas de comensales, incertidumbre y más cancelaciones. «Ya nos ha llamado mucha gente que quería comer dentro y han anulado la mesa porque eran diez». Nada, no es posible. Y para muchos grupos comer separados en varias mesas le quita la gracia al encuentro, así que prefieren olvidarse del plan. «Estamos perdiendo muchas mesas. A ver qué solución le buscan a esto».
Desconcierto e incertidumbre también en Torrelavega. «Si hay que cumplir medidas se cumplen, pero tienen que dejarnos trabajar», decía ayer Ramón Gómez, presidente de la Asociación de Hostelería 39300 y dueño del pub New Times. «No queda otra que resignarse y tirar hacia adelante a ver si esto pasa de una puñetera vez», indicaba por su parte Manuel Blanco, propietario del restaurante El Refugio, que se ha visto obligado a volver a cerrar la discoteca.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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