Despliegue de la Guardia Civil y la Policía para garantizar el cierre total de Cantabria
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Revilla y Quiñones anuncian un gran dispositivo en los accesos a la región tras los primeros controles en el estreno del confinamientoQuien tenga la intención de probar suerte y tratar de saltarse el confinamiento perimetral de Cantabria que comenzó en la medianoche del viernes debe saber que sí, que le puede salir bien la jugada, pero también que quizás le toque parar y dar explicaciones ... a un uniformado en uno de los controles que se establecerán estos días en los límites con Vizcaya, Palencia, León y Asturias.Entre 100 y 600.000 euros es el importe de la multa según el decreto de estado de alarma para quien obvie la restricción y, de paso, ponga en riesgo con su irresponsabilidad la salud de todos. Este viernes, en la primera de las dos horas que duró el dispositivo que la Guardia Civil puso en marcha en Mataporquera, todos los que tuvieron que dar explicaciones convencieron a los agentes.
Más que la palabra de los conductores, lo que contaba allí era el papel. Tener el documento que acredite que la persona puede acogerse a alguna de las excepciones que recoge la norma para salir de la región. Asuntos laborales -el principal motivo junto con el retorno a la vivienda habitual-, desplazamientos por fuerza mayor, cuidado de personas dependientes... Un documento o varios, como Lola López. Su caso es buen ejemplo de las dificultades que entraña la tarea de control. En su DNI figura que vive en Córdoba, temporalmente está residiendo en Castilla y León y regresa de Santillana del Mar. Concretamente del parador, donde ha desarrollado una auditoría de calidad. «Claro que me imaginaba que me iban a parar y me alegro de que sea así porque las cosas hay que hacerlas bien. Por eso traigo todo. Un permiso de movilidad general, uno concreto para este viaje y el contrato del piso de alquiler en el que estoy en Valladolid», explicaba la joven. Con ella estuvieron casi cinco minutos entre unas comprobaciones y otras.
Con Guillermo de Dios fue mucho más rápido. Cuestión de segundos. Y eso que él llegaba al control con más dudas. Viajaba de Santander a Valladolid para cuidar a su madre, una persona dependiente. «De lunes a viernes tenemos a una persona en casa que la ayuda, pero el fin de semana descansa». En su caso no había una empresa que le diera un justificante. Se informó en los Servicios Sociales y le dijeron que la mejor opción era llevar consigo la resolución del gobierno autonómico que reconoce a su madre como persona dependiente. Suficiente. A Guillermo, que comprendía la necesidad de estas medidas pero se quejaba del atasco que estaba provocando en la autovía, no le hizo falta más. «Circule», y siguiente. Como la mayoría de los que pasaron por allí, el conductor que le precedía ya tenía el papel preparado en el asiento del copiloto. Sorpresas al ver las luces de las patrullas, pocas.
Este viernes fue en el límite con Palencia y en dirección a Aguilar de Campoo. Les tocó a los cántabros que iban hacia Castilla. Si algún incumplidor hacía el camino contrario, dirección a Reinosa, esta vez se libró, pero puede que la siguiente vez no tenga tanta suerte. «Cada día estamos en un sitio y no sólo en las autovías, también en las carreteras nacionales y autonómicas», explicaban desde la Comandancia de Palencia, responsable de este control que, por sólo medio kilómetro, ya estaba fuera de tierras cántabras. Comenzó a las cuatro y se prolongó hasta las seis de la tarde. Hora punta de desplazamientos de fin de semana un viernes normal, no como en el de este viernes.
Lo cierto es que, pese a la advertencia que hicieron por la mañana el presidente regional, Miguel Ángel Revilla, y la delegada del Gobierno, Ainoa Quiñones, sobre que todos los efectivos de la Guardia Civil y la Policía Nacional están al servicio de este dispositivo de vigilancia, en Cantabria sólo hubo controles a última hora de la tarde. Salvando algunas acciones puntuales de patrullas móviles, el grueso de los agentes de Tráfico tuvo que destinarse a la seguridad y al cierre de accesos con motivo de La Vuelta a España, que celebró una etapa por la comunidad autónoma. A partir de hoy, el despliegue será ya total.
Ni un guardia vio este viernes en todo el día Natalia Díaz, camarera de un bar junto a la carretera del Escudo en el pueblo de Cilleruelo, ya en la parte burgalesa del puerto. «Es verdad que por aquí no pasan muchos coches, pero ahora aún menos. Un viernes, fin de semana y en Todos los Santos, esto tendría que estar lleno con la gente que viene de Santander, Bilbao y Madrid. Yo no me arriesgaría a la multa, pero alguno seguro que viene», aseguraba. Acostumbrada a hacer los recados en Reinosa, como casi todos en la localidad, con el 'cierre fronterizo' a causa del coronavirus ha tenido que cambiar a Villarcayo: «Es el mismo tiempo o incluso menos, pero aquí todos solemos ir a Reinosa».
Esas colas de las que se quejaba Guillermo, de alrededor de 10 minutos, habrían sido mucho mayores con intensidades de circulación normales. Porque sobre el asfalto era evidente la disminución del número de viajeros. «Claro que lo notamos. Un viernes normal damos unas 40 comidas, hoy hemos dado doce», ejemplificaba Pedro Subiri, camarero de la estación de servicio de Mataporquera. En el extremo occidental, las cifras sobre la materialización del cierre perimetral las ponía sobre la mesa Vanesa Guerrero, trabajadora de la gasolinera de Pesués: «Con los camiones y furgonetas está siendo más o menos normal, pero de cada tres coches que paran un día habitual, hoy tenemos uno. Ha caído más de un 60%». Y lamentaba que los vecinos de Bustío, el primer pueblo de Asturias, que tienen costumbre de repostar allí, ahora deben hacer más kilómetros para llenar el depósito.
En Unquera tampoco hubo este viernes controles, pero sí el jueves. Un poco más allá, ya en el Principado, que inició antes su confinamiento autonómico. Uno de los agentes que participó comentaba el alto grado de concienciación: «120 vehículos y una sanción. Una familia que iba a ver un coche en venta y pasar el día en Oviedo».
En Castro Urdiales, el dispositivo de la Guardia Civil se montó a las 20.30 horas. Por la mañana y también parte de la tarde hubo un control de la Ertzaintza en El Haya que provocó un monumental atasco en la A-8, en los carriles de dirección a Cantabria. Coches, camiones y autobuses que intentaban salir de Vizcaya hacia Cantabria estuvieron parados en la A-8 durante varias horas hasta que se los agentes del País Vasco levantaron el control.
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