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El rector, Ángel Pazos, interviene en uno de los actos centrales programados con motivo del 50º aniversario de la Universidad de Cantabria. Alberto Aja
El antes y el después de la UC de Ángel Pazos

El antes y el después de la UC de Ángel Pazos

En su balance figuran el aumento de los fondos captados para investigar y los del contrato-programa. Queda en el aire la residencia estudiantil

Mada Martínez

Santander

Domingo, 17 de noviembre 2024, 07:53

Si bien hay muchas maneras de hacer balance de los nueve años de gobierno de Ángel Pazos en la Universidad de Cantabria (UC), comparar las memorias oficiales que publica la institución curso a curso da una idea de los cambios que han marcado el paso del campus desde 2016, año en el que el catedrático de Farmacología y Premio Nacional de Investigación se convirtió en su noveno rector. En marzo de 2016, Pazos ganó unas elecciones en las que se midió con Pablo Coto, y revalidó el cargo en diciembre de 2020, en unos comicios telemáticos condicionados por la pandemia y en los que concurrió sin competencia.

Hitos en la Universidad de Cantabria

A punto de despedirse del Rectorado –las elecciones se celebrarán el 14 de enero de 2025 y, de momento, hay dos candidatos dispuestos a competir por sucederle–, y en un contexto económico más favorable que el de su predecesor, José Carlos Gómez Sal, el doble mandato de Pazos ha estado marcado por el covid, que trastocó y transformó la docencia entre 2020 y 2021; por los actos del 50º aniversario de la institución, que nació en 1972 como Universidad de Santander, y por los cambios normativos, entre ellos, la Ley de Sistema Universitario, para cuya correcta aplicación Pazos reclamaba hace un año, más financiación. «Es urgente».

En virtud de los datos que aparecen en las memorias, la etapa de Pazos se cierra con un aumento de los fondos captados para investigar –30,5 millones para más de 400 proyectos solo en 2023–, o la consolidación del contrato-programa que la UC firma con el Gobierno de Cantabria y que aporta estabilidad a su financiación. Se trata de una fórmula creada hace casi 20 años para garantizar la solvencia y la capacidad de maniobra de la institución académica. El último documento firmado por Pazos está dotado con 92,7 millones, la cifra más alta hasta la fecha, y existe el compromiso de ratificar un nuevo contrato a tres años vista –plurianual es el adjetivo más deseado por la UC–. La idea es que el próximo contrato-programa recoja una aportación del Gobierno de María José Sáenz de Buruaga de 100 millones en 2025, de 103 en 2026 y 106 en 2027. Con el acuerdo «histórico», según lo define la líder popular, se despide Pazos en esta área.

Al inicio de su mandato, el rector dejó claras sus prioridades. En la apertura del curso 2017-18, por ejemplo, anunció su intención de estructurar su mandato con una hoja de ruta que llamó Plan Estratégico 2019-2023. El documento tenía varios ejes centrales –formación, investigación, colaboración con empresas y sociedad– y transversales –internacionalización, transformación digital y empleabilidad, entre ellos–. En ese periodo, la UC acumula 125,24 millones de fondos captados para investigación por la vía competitiva y la contratada, dinero que se ha empleado en 2.090 proyectos. Y sin abandonar la investigación, Pazos también ha tenido ocasión de presentar cuatro de las cinco prestigiosas ayudas europeas ERC logradas por científicos de la UC o vinculados a ella:la última, la de Leonardo Scarabelli, que ha elegido el campus cántabro para desarrollar un proyecto sobre nanopartículas de 2,1 millones.

Otros indicadores

En un contexto demográfico decreciente, la UC ha mantenido en el tiempo la cifra de alumnos de grado y nuevo ingreso. También ha aumentado sus grados y dobles grados (estrenados estos últimos en el curso 2014-15).

En cuanto a empleabilidad, en su memoria 2022-23, la última presentada a falta de que este martes el rector dé conocer la del pasado curso, se sitúa en un 70% de los egresados trabajando un año después de dejar el campus –el 74%, en un empleo vinculado con su titulación–. Además de las ferias de empleo que acogen sus facultades, la UC se acreditó como agencia de colocación en 2017.

Por su parte, la internacionalización del campus se refleja en programas de intercambio o, por ejemplo, en la alianza Eunice, un consorcio de europeo nacido en 2020 y formado por centros de Finlandia, Alemania, Francia, Bélgica, Portugal, Italia o Polonia, que va camino de instaurar un nuevo modelo de enseñanza sin fronteras. La UC está en él desde el principio. «Eunice es el gran proyecto de futuro de la Universidad», ha dicho Pazos este año, que defiende una 'vocación global' para la institución.

Al margen de esto, el rector ha tenido que encarar varios problemas. El mayor ha sido la pandemia, que paralizó la actividad académica y que lastró la vida en el campus ya de por sí maltrecha –es uno de los objetivos recurrentes de los representantes estudiantiles: fomentar la actividad y la participación del alumnado–; aunque, indirectamente, el covid empujó la docencia a distancia y la implantación de las tecnologías educativas, sobre todo, en los títulos propios. Hace tres años solo uno de cada tres se impartía virtualmente, y hoy «estamos en el 80%», decía hace poco la vicerrectora MaríaJosé González.

Pazos y su equipo también han tenido que hacer frente a los errores surgidos en la EBAU de 2023, que propiciaron una revisión del proceso, y la investigación interna abierta tras la cascada de tuits ofensivos emitidos desde la cuenta en X de la anterior directiva del Consejo de Estudiantes (CEUC).

Aunque es un asunto que no atañe directamente a su gestión –las obras se pararon en 2013–, desde la UC no se ha dado una salida alternativa al proyecto fallido de la residencia Juan de la Cosa; si bien la primera residencia de estudiantes de la UC estará en Torrelavega, donde el Ayuntamiento ya tiene un anteproyecto.

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