Detenido por estafar hasta 25.000 euros en alquiler de pisos turísticos

El final de su andadura delictiva llegó el pasado 3 de octubre, cuando tras una larga labor de investigación de la Unidad de Delincuencia Económica y Tecnológica de la Policía Nacional de Santander, llegó su detención en la capital cántabra.

El periplo comenzó en julio, cuando ya se había constatado la existencia de multitud de denuncias por estafa en el alquiler fraudulento de viviendas y habitaciones. Por aquel entonces fueron también muchas las víctimas a las que el sospechoso había conseguido engañar, principalmente en Santander.

Tras su detención y su ingreso en prisión preventiva, continuó el reguero de denuncias por hechos similares, lo que obligó al equipo especializado de la Policía a seguir indagando para averiguar si los hechos estaban relacionados. «Ha habido una ardua labor de coordinación con otras policías españolas y ha habido que trabajar para poder constatar que todos estos delitos habían sido cometidos por la misma persona», señalan fuentes de la Policía.

El hecho de que hayan sido múltiples las víctimas ha sido precisamente lo que ha llevado al juez a decretar su ingreso en prisión preventiva. El 'modus operandi' era sencillo. El autor de los hechos contactaba con personas que buscaban alquilar una vivienda o una habitación a través de páginas web donde se publicitan estos anuncios. Facilitaba todos los trámites a los clientes. Llegó a enseñarles los inmuebles.

En algunos casos utilizó el piso en el que residía, que era propiedad de un familiar. Ofertó incluso pisos que no existían. Con el mismo método utilizaba viviendas en otras provincias españolas, que nunca se encontraron a su disposición ni fueron de su propiedad, para seguir con la misma tipología delictiva.

El gancho era económico. Sus ofertas tenían siempre unos precios inigualables, con todas las facilidades. Las víctimas le entregaban diferentes cantidades de dinero en concepto de reserva, fianza o mensualidad a través de diferentes métodos alternativos de pago, ingreso en cajero, trasferencia bancaria, etc.

Una vez recibía el dinero, el joven desaparecía. Comenzaba a mostrar evasivas e inconvenientes para que los clientes no pudieran usar el inmueble. A medida que pasaba el tiempo ignoraba las llamadas, los mensajes y cualquier tipo de comunicación. El presunto estafador bloqueaba a los clientes y ya nunca volvían a saber de él. Es la ventaja que ofrece internet, que permite el anonimato; pero la Policía contaba con múltiples vías de las que servirse para llegar hasta él: líneas telefónicas, direcciones de IP y hasta las cuentas en las que se ingresaban las fianzas.

De hecho, los agentes de la Unidad de Delincuencia Económica y Tecnológica, integrada en la Brigada Provincial de Policía Judicial de la Jefatura Superior de Policía de Cantabria, detuvieron al sospechoso, y el 14 de diciembre, sólo unas semanas después, también a dos personas que ejercían de 'hombres paja', que ofrecían sus cuentas bancarias a cambio de una comisión para que fueran receptoras del dinero de las fianzas.

«La mayor parte de los casos que tenemos de estas características suelen producirse desde el extranjero. Es la ventaja de internet, que no deja rastro. En este caso el chico era de aquí y por eso ha habido más facilidades para seguir la investigación», apuntan fuentes de la Policía.

Lo realmente complicado del caso no ha sido sólo identificar al estafador, sino coordinarse con las policías de otras comunidades hasta poder atribuir los 37 hechos denunciados al mismo sujeto, algo que ha sido determinante para su ingreso en prisión preventiva.

Un trabajo que ha realizado la Unidad de Delincuencia Económica y Tecnológica de Cantabria, que cada vez tiene más trabajo como consecuencia de la evolución que están teniendo los delitos. Sobre todo a raíz de la pandemia, donde se comenzaron a disparar las estafas por internet. «Ha habido mucho trabajo de inteligencia policial y de coordinación», cuentan responsables de las pesquisas.

Santander y buena parte de los municipios costeros más turísticos de Cantabria se han convertido en los últimos años en caldo de cultivo perfecto para este tipo de estafas porque el turismo es cada vez más numeroso y desestacionalizado.