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Si hay algo que tienen en común Pilar Zorrilla y Raquel Cuerno es su devoción por la Virgen del Carmen, «nuestra Carmina», como la llaman cariñosamente. En los últimos días han compartido el ajetreo de los preparativos de su fiesta grande. Decoración, logística, actividades, horarios... ... Eso sí, una al frente de la organización en el Barrio Pesquero y la otra en Revilla de Camargo. Ambas llevan toda la vida participando de forma activa en la festividad de la patrona de los marineros, con el mismo entusiasmo y emoción del primer día.
Raquel es presidenta de la Junta Vecinal de Revilla de Camargo desde 2007, pero lleva a cargo de la organización de las fiestas del Carmen de la pedanía desde 1976, «siendo una chavala». Mientras comenta la ilusión con la que se viven los días previos al 16 de julio, coloca los banderines con el escudo de la Virgen en el epicentro de la celebración religiosa, junto a la ermita que recibirá mañana a miles de devotos. A su lado, los albañiles terminan de poner los últimos ladrillos de los recipientes en los que los asistentes a la celebración colocarán sus velas. Y los técnicos acaban de instalar las luces para ambientar la zona exterior, que ya está cubierta por los toldos para proteger del sol a los fieles que acudan a las misas, y a los peregrinos que quieran cumplir sus promesas ante la Virgen.
Raquel, que nació en una casa situada junto a la ermita, recuerda que en 1976 fundó, junto a otros jóvenes del pueblo, los Picayos de la Virgen del Carmen, y desde ese momento se pusieron al frente de la organización de estas fiestas. Aunque con el tiempo su papel ha cambiado. «Entonces me encargaba de lo que era la romería, ahora me centro más en la parte religiosa, como la organización de la misa o las ofrendas a la Virgen», señala la pedánea de Revilla de Camargo.
Y también ahí se han introducido mejoras respecto a tiempos pasados. Recuerda, por ejemplo, que «antes dejábamos las velas dentro del santuario, así que hacía un calor insoportable. Ahora hay más seguridad». Y para los propios organizadores el trabajo era más duro hace años: «No teníamos carné de conducir, así que lo teníamos que llevar todo en carretilla. Ahora es mucho más cómodo», señala Raquel.
Lo que no ha cambiado es el recibimiento de la festividad en Cantabria. Según la alcaldesa de la pedanía, «cada vez viene más gente», aunque por otra parte considera que no hay tantos peregrinos como antes. «Hace años llegaban descalzos, con los pies sangrando. Ahora ya no lo ves tanto». Pero la Virgen del Carmen sigue siendo una fecha clave en Revilla, y tanto para el pueblo como para Raquel significa «todo». «Para nosotros no es la Virgen del Carmen, es nuestra Carmina. Carmina es nuestra vecina principal».
Un sentimiento compartido entre la gente del Barrio Pesquero. Pilar Zorrilla, costalera mayor de las fiestas, lleva al frente de los preparativos de la celebración desde 1986, y se sigue emocionando igual que entonces. Aunque ahora la que lleva el mando de la preparación de la festividad es su hija, Pilar del Castillo, ella también sigue volcada -en el momento de la entrevista, se encontraba doblando las camisetas y los característicos pañuelos azules-. Mano a mano, se encargan de que todo esté a punto. Y su hija, mientras prepara los cuadernillos y pinturas para el concurso infantil de dibujo, lanza una petición que cree más que justificada, que «el día del Carmen sea festivo en Santander».
La devoción de Pilar Zorrilla por la Virgen del Carmen es palpable y, tal como dice, la saluda todos los días y habla un ratito con ella. «Le pregunto qué tal está, que si tiene frío...». Recuerda que la imagen se la regaló una costalera en 1992, cuando ella estaba enferma. Y pese al paso de los años, la figura se encuentra en perfecto estado, no tiene un mantenimiento especial, más allá del cariño con el que la mima Pilar. Igual que le ocurre a Raquel, las fiestas del Carmen significan mucho para ella, y se emociona sólo con mencionarlas. También al hablar de su nieta, que será la que le sucederá en su puesto al frente de la preparación de la festividad.
«Intentamos inculcar esta pasión y este compromiso a nuestros hijos», añade Pilar del Castillo. Y es que, a pesar de que las fiestas, al igual que el barrio, han cambiado, Pilar Zorrilla y sus hijas hacen lo posible para «que la tradición, que se lleva manteniendo desde hace 60 años, siga vigente».
Las dos se acuerdan en estos días «de la gente que ya no está con nosotros, como el párroco Alberto Pico». El Carmen de este año estará dedicado al décimo aniversario de su fallecimiento. «Aunque no esté aquí, le tenemos muy presente» afirma la hija de la presidenta de la asociación.
Todo el esfuerzo de estas semanas culminará con «la procesión», el momento favorito de Pilar Zorrilla: «Para mí, es pasión». Como novedades, en la edición de este año, la imagen de la Virgen en Revilla llevará puesto un manto azul y será bendecida con agua de la bahía de Santander. Y si el tiempo y la marea no se interponen, en el Barrio Pesquero se tratará de cumplir con otra tradición, la de introducir a la Virgen en el mar mañana tras la procesión nocturna.
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