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GUILLERMO BALBONA
SANTANDER.
Domingo, 8 de abril 2018, 10:59
A modo de homenaje, El Diario Montañés ha instaurado un reconocimiento al Cántabro del Año. Esta distinción, que se entregará por primera vez esta próxima semana, quedará ligada de manera tradicional a la Gala de presentación del Anuario de Cantabria. De este modo ... en el transcurso de la cita, prevista para el próximo jueves, día 12, a las ocho de la tarde, en el Palacio de Deportes, este periódico desvelará la personalidad más relevante del año en el que se centra la publicación, es decir, 2017.
Una pieza de bronce a la cera perdida, que representa un velero con una figura femenina surcando las aguas, mediante una representación dinámica de esfuerzo y movimiento, concebida por el escultor santanderino José Cobo, será entregada a la persona elegida.
La histórica publicación, que de manera sucesiva desde hace más de tres décadas ha sintetizado la actualidad y ha reflejado los acontecimientos más relevantes, estará presidida este año por una portada diseñada por el artista cántabro Okuda San Miguel. Como es tradicional, en cada edición del Anuario de Cantabria un artista de la comunidad ha realizado un diseño propio, original, reflejo de su estilo y trayectoria, con destino al Anuario.
La distinción
En la Gala de este año, que como es habitual concita la atención de ciento de representantes institucionales, y personalidades de la vida política, económica y cultural de Cantabria, el referente icónico estará puesto en la escultura diseñada por Cobo. En un momento de la velada se desvelará la personalidad del Cántabro del Año, a quien se otorgará la distinción in situ.
Ya son 33 los años de esta fiesta de la comunicación que congrega a centenares de personas y que de manera cómplice reúne a lectores y anunciantes. En la Gala, siempre acompañada de la música y del lenguaje audiovisual, no faltarán varias sorpresas.
Como es norma, se repasarán a través de diversos vídeos, las imágenes más significativas del mundo informativo 2017, tanto a nivel nacional como internacional y, por supuesto, de Cantabria.
Una publicación, con cerca de 300 páginas cargadas de información y, sobre todo, de imágenes en las que se plasma la labor profesional de selección, jerarquización y ordenación de la realidad.
José Cobo, autor de la obra que se entrega por primera vez como nuevo reconocimiento, es uno de los artistas cántabros con mayor proyección, cuya escultura pública, caso de 'Los raqueros' en el muelle, forma parte de la iconografía santanderina.
El pasado año inauguró en Amberes, en la galería Solo, la muestra 'De ida y vuelta'. Habitual de la nómina de artistas de la galería santanderina Juan Silió, ya estuvo presente en la edición 2017 de ARCO. Su obra además formó parte de la colectiva itinerante 'Invisible Lines' y su última individual en Silió se celebró en 2014.
La escultura de josé cobo
Dos formas curvas dinámicas, desplegándose una sobre otra, simulan un movimiento ascendente La publicación está presidida por la iconografía y los colores del artista urbano
A la resina de epoxi, uno de sus materiales habituales, Cobo ha experimentado con una nueva técnica mixta de tallado y emulsión de poliuretano. Las figuras del veterano artista, que expuso hace dos años su obra en el Castillo de Argüeso, poseen «un carácter orgánico derivado de su forma de construcción, de su evolución, de su crecimiento». Las instalaciones del santanderino presentan «fuertes contrastes dialécticos, alimentados por una imaginería que manifiesta un intenso dramatismo barroco».
En una época de producción en masa, no sólo de objetos sino también de emociones, Cobo considera que «el papel del artista es aportar un elemento crítico, mostrar al hombre y a sus instituciones fuera de la simulación. Históricamente, el arte ha sido el gran maestro de la simulación y ahora su función es mostrar de que está hecha la simulación y la belleza que puede contener el tejido de la realidad».
La portada de okuda
El próximo mes de octubre Cobo inaugurará, en su regreso al calendario expositivo santanderino, su nueva exposición individual prevista en la galería Juan Silió. Este verano el artista volverá a ser protagonista como autor de la obra escultórica homenaje a Nando Yosu. Una recreación en relieve en bronce con unas medidas de dos metros por 1,60.
Uno de los artistas urbanos con mayor proyección internacional, poseedor de un lenguaje iconográfico muy colorista que utiliza para hablar de cuestiones metafísicas, del universo, el sentido de la vida y las contradicciones de la sociedad moderna, Okuda San Miguel (Santander, 1980) alcanzó cifras récord de visitantes las pasadas navidades cuando expuso en el Palacete del Embarcadero y mostró una instalación en el dique de Gamazo.
Pionero de ese surrealismo pop tan característico, con sus geometrías orgánicas y el existencialismo colorista, Okuda fue el artista invitado de la reciente edición de la Feria Art Madrid. Tras diseñar una falla en Valencia, este mes viaja a Los Ángeles para mostrar sus trabajos en una exposición individual en la galería Corey Helford, un proyecto también en Estados Unidos, varios murales en Miami y Nueva York y afrontar en Asia diversos proyectos de esculturas. Su última acción en España ha concluido esta misma semana en Puertollano. Okuda San Miguel pintó un mural de más de 600 metros con la ayuda del artista local David Caravantes y de 125 personas con discapacidad de los centros especiales de empleo de Laborvalía de la provincia de Ciudad Real.
Distinción En la velada se desvelará la personalidad a la que El Diario otorga por primera vez el reconocimiento como Cántabro del Año. La escultura acreditativa ha sido diseñada por José Cobo.
El mural de 111 metros de largo y 6 metros de altura, el «más largo» que ha pintado en su carrera, lleno de color, «tiene influencias asiáticas, africanas o mexicanas y una gama de color infinita».
El estilo de Okuda se caracteriza por disponer de estructuras geométricas y estampados multicolores que se funden con cuerpos grises y formas orgánicas en piezas artísticas que pueden catalogarse de surrealismo pop con una clara esencia urbana. Sus obras, reclamadas en medio mundo, pueden verse en edificios, muros y calles desde la India a EE UU y Japón, Sudamérica y por toda Europa.
Entre dos puertos, Amberes y Amsterdam –en el primero expuso el pasado otoño, y en el segundo lo hace desde este mes de abril– el escultor santanderino José Cobo ha diseñado una pieza singular, característica de la identidad de su lenguaje y estilo. La obra, entre la figuración y el simbolismo, está destinada a convertirse desde esta próxima semana en la iconografía del reconocimiento que El Diario concederá al cántabro más destacado del año, en paralelo a la presentación del Anuario de Cantabria.
Sus criaturas, su concepción del espacio y expresividad conforman el lenguaje personal de uno de los creadores con mayor personalidad del arte cántabro. Además su condición de escultor otorga otro grado de proyección que alimenta una trayectoria coherente. José Cobo, al margen de sus proyectos de escultura pública, prosigue con sus exposiciones nacionales e internacionales. El creador confiesa que su primera idea al recibir el encargo de El Diario para concebir el reconocimiento social a la personalidad del año fue la de componer «dos formas curvas dinámicas desplegándose una sobre la otra de manera que simularan un movimiento ascendente».
Ambas curvas eran las formas de un barco y su vela, «lo cual se ajustaba al objetivo del proyecto ya que Cantabria cuenta con una gran tradición marina de apertura al exterior por sus costas», explica el escultor. En el proceso creativo, del cuaderno particular de bitácora del artista, entre el dibujo y el boceto, hasta llegar a la fundición, el escultor asegura que adaptó las curvas «para que simularan un barco balanceándose en la mar, sustentado por unas olas que al tiempo lo impulsan hacia arriba. El barco esta pilotado por una mujer que lo domina aprovechando los elementos para dirigir su nave.
Con el diseño de esta distinción ha pretendido «incidir en la importancia del esfuerzo personal que conlleva todo triunfo. La voluntad y el control de los diversos elementos con las que hay que enfrentarse a lo largo de una trayectoria vital», reflexiona Cobo.
La figura, apunta en su descripción, «muestra esfuerzo para dominar la embarcación. Tiene las piernas flexionadas y los brazos extendidos apuntando hacia el extremo más alto de la vela, conectados así por la línea imaginaria que traza nuestra mirada al contemplar la escultura».
Como las formas curvas dominan la composición, el artista dice haber introducido también líneas rectas en forma de cuadernas que vertebran la nave seccionando las curvas a lo largo de la embarcación, al tiempo que la dotan de un aspecto más orgánico y estructurado gracias al nuevo eje de simetría.
Finalmente un detalle especial es el hecho de que en la pieza se haya pintado en la vela unas montañas que parecen surgir difuminadas del paisaje, «como si se vislumbraran a través del tejido translucido de la vela. Cantabria es mar y montaña. Las montañas son el fondo que acompaña a nuestros navegantes antes de alejarse de nuestras costas».
El «figurativismo contemporáneo» vertebra las señas de identidad creativas de Cobo, aunque reconoce que ha pasado por distintas etapas a lo largo de su vida que se pueden explicar más en términos de intereses vitales que de estilo. «Lo que permanece en mis obras, declara, es una aspiración para entender y reflejar el mundo y la mentalidad actual».
El artífice del conjunto escultórico de Los raqueros inauguró en Amberes, en la Galerie Solo, el pasado otoño, prepara ya una instalación escultórica ambiciosa y de gran personalidad visual y escénica que presentará en otoño en su galería santanderina habitual, Juan Silió.
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