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Intentamos empatizar con el Gobierno porque tiene que tomar decisiones arriesgadas en una situación excepcional, pero nos lo pone difícil. Si el «mando único» se desautoriza a sí mismo y su voz es múltiple pierde la confianza de la tropa. Necesitamos órdenes claras y basadas en criterios científicos, o acabaremos por interpretarlas a nuestra particular manera y fracasaremos en el objetivo común: desterrar al bicho. El guardián de las normas no debe jugar con ellas. No puede anunciar que los niños menores de 12 o de 14 años, que también con la edad ha titubeado, sólo podrán salir para acompañar a un adulto a los recados y seis horas después corregirse para permitir que den paseos, ni puede repartir mascarillas defectuosas que dejan desprotegido al personal sanitario, ni sustituir los test inservibles adquiridos en China por otros que también fallan.
A veces es inevitable cabrearse. No todos los días eran buenos antes del arresto domiciliario ni lo son ahora. Hoy no he empezado con buen pie por culpa de una mala noche. Al girarme en la cama me ha desvelado una punzada de dolor en la cadera, que es uno de los inconvenientes de un edema óseo. He conseguido pegar ojo. Hasta que Blue me ha despertado con sus métodos expeditivos exactamente a las 4.44 horas, según marcaba la pantalla del radiodespertador. Una cifra tan redonda ha echado a rodar en mi cabeza. Y el 444 me ha recordado a la media diaria de muertos en España por Covid-19 de las últimas fechas. Son la mitad de fallecidos que hace tres semanas, pero siempre serán demasiados. Después he dormido a ratos, lo que me ha consentido el gato. Está inquieto y confuso, como tantos confinados racionales e irracionales.
¿No han llegado a ese punto en el que necesitan descansar de la familia? Nos queremos mucho y todo eso, pero no estamos preparados para soportarnos las 24 horas de cada día. Muchos trabajadores del periódico que suspiran por regresar a la Redacción lo que quieren es tomarse un respiro de tanta convivencia, y de paso dárselo a sus hijos y parejas. Todos somos majísimos, pero luego hay que aguantarnos. A unos más que a otros, eso también es verdad. Susana Echevarría, que es directa y muy sincera, hace días que quiere mandar a paseo a los «herederos y al marido», y parece que por fin el ministro Illa, Salvador, ha oído sus plegarias.
Susana es una de los compañeros de El Diario que se han 'ido de vacaciones' esta Semana Santa porque les correspondía esa 'libranza'. Todo suena un poco a chiste, por eso nos cachondeamos de las «recluvacaciones». «¿Qué tal, Susana?». «Pues empiezo de nuevo a currar después de una semana en las Maldivas. ¡Cómo me lo he pasado! Qué ambientazo». «Estarás morenita y descansada, ¿no?». «Ya lo creo. La envidia de la Redacción voy a ser». «¿El vuelo, bien?». «Hubo turbulencias, pero me tocó un azafato tan guapo que se me pasó volando». Y así damos pequeños rodeos por paraísos tropicales antes de sumergirnos en la despiadada realidad en la que nos tiene sumidos el abominable bicho de las fiebres: 21.717 muertos por Covid-19 en España, un número que se queda viejo mientras lo escribimos.
En El Diario seguimos con el conversor de cifras a personas. Nos revela lo valiosas que eran las víctimas del coronavirus. Tenían una edad media de 84 años. No sé si es mucho o poco. ¿A quién podemos considerar hoy viejo, mayor, anciano? Rafa Torre ponía el domingo rostro y biografía a Elena Pérez, una de los 167 pacientes fallecidos en Cantabria por Covid-19, una mujer de 106 años que tenía «cuerda para rato», según relataba su hijo Antonio, de 83 años. Abel Verano nos contaba hace unos días en un reportaje la fiesta que organizó la Residencia de Laredo para celebrar que Víctor Ortiz cumplía 108 años. Vivimos más, aunque al bicho no le guste.
El patógeno ha demostrado que es capaz de matar a gente joven, porque actúa de una forma imprevisible y retorcida que aún no hemos conseguido descifrar del todo. Pero se ceba en las generaciones más longevas. Nos podemos hacer una idea de los estragos que ha causado en España sólo con recordar la lista de personajes conocidos a los que se ha llevado por delante: Lorenzo Sanz (76), Carlos Falcó (83), Lucía Bosé (89), José María Candela (59), Daniel Yuste (75), María Teresa de Borbón-Parma (86), Santiago Llorente (62), José Antonio Martínez Bayo (67), Paco el Pocero (76), José Luis Capón (72), Alfonso Cortina (76), Mago Montty (65), Josep María Benet i Jornet (79), Enrique Múgica (88), Carlos Seco Serrano (96), Ernesto Enríquez (71), Juan Cotino (70), Anthony H. Clarke (81), Luis Sepúlveda (71), José María Calleja (64) y el Príncipe Gitano (88), entre otros. La cultura, el arte, el espectáculo, el deporte, la empresa, el periodismo... El abominable se atreve con todo.
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