Sergio Silva
«No hemos estado parados sin hacer ofertas. Ofrecemos a los docentes ser los segundos mejor pagados del país»
Sergio Silva (Villaverde de Pontones, 1976), profesor con más de dos décadas de carrera y circunstancialmente consejero de Educación, revisa en el periódico del viernes ... las fotografías de la manifestación de docentes. Ve muchas caras conocidas. «Ellos saben que las cosas en el sistema de Cantabria van bien», dice antes de comenzar la entrevista. Mide sus palabras para no poner palos en una negociación atascada y lamenta que el conflicto laboral ocupe todo el debate educativo. «Poco o mucho, yo de lo que sé es de educación, no de empleo público ni sueldos. A veces me siento como si fuera el consejero de Economía o de Función Pública», afirma. Medio en broma, medio en serio.
–Después de intentarlo durante todo el curso, la asignatura de resolver el conflicto laboral le quedará para septiembre. ¿Hace alguna autocrítica?
–Desde el principio hemos querido resolverlo lo antes posible. En la reunión en la que se desencadena el encierro de noviembre aún no había Presupuesto. Los sindicatos esperaban una propuesta en firme y yo no la podía hacer. Sí ofrecí anclar una propuesta cuando hubiese Presupuesto. En febrero ofrecimos 90 euros, en marzo fueron 100… Porque era lo que podíamos anclar presupuestariamente. En abril subimos a 120 y tres días después a 150. La intención era zanjar el asunto, así que claro que está en el debe. No quiero ir a septiembre porque no renunciamos a hacerlo cuanto antes.
–¿Cómo se reconduce la situación tras dos huelgas, acusaciones de «falta de respeto» y esa línea roja en 150 euros?
–Tengo la sensación de que estamos en un bucle. Cuando ofrecí 100 euros, dije que era la última oferta porque presupuestariamente no podía ir más allá. El tope no es caprichoso, el que garantiza el mantenimiento de los otros servicios educativos, el transporte, el incremento de los profesores de la educación inclusiva… A la par que hablamos de mejoras salariales estamos haciendo de un plan de plurilingüismo, llevando el transporte escolar a etapas postobligatorias… Vamos consumiendo más recursos. El presupuesto de Educación es más alto que nunca. Por eso no entiendo las pancartas que dicen que se está recortando en la educación pública. Hay más nóminas que nunca, más docentes que nunca… Somos el primer Gobierno que se sienta a hablar de esto: apenas en dos meses hemos hecho cuatro propuestas y la respuesta son tres huelgas. Me desconcierta. Me recriminaba un sindicalista que primero decía que no podía pasar de 90 y ahora llego a 150. Sí, porque las propuestas se ponen en la mesa después de hacer números y comprobar que son viables. Hicimos ingeniería presupuestaria para poder alcanzarlo. Lo irresponsable sería decir que sí a todo y luego comprobar si es viable.
–¿La postura sindical es egoísta? ¿Una subida salarial solo se podría hacer recortando otras áreas de la educación?
–Quiero ser honesto y al mismo tiempo didáctico. No creo que sea egoísmo. Pero claro, a mí me ha llegado a decir la Mesa de Personal que no haga un colegio público para subir los sueldos, o que no les hiciera tragar el sapo de la formación… Que un docente te diga eso cuando la formación es inherente a la actividad y hablamos de 40 horas de cursos… Que digan eso cuando estamos hablando de la reforma del Juan de la Cosa en Santoña, que si lo ves se te cae el alma a los pies, o el Marqués de Abiluna en Voto… Es que no hablamos de que no hemos hecho ninguna propuesta. Ofrecemos que un maestro de colegio cobre 2.764 euros brutos y uno de secundaria 3.082 para ser los segundos mejor pagados del país. Tienen que entender que debemos poner por delante el sistema educativo. Y la respuesta a eso es que el problema es mío. Pedimos desconvocar la huelga para afinar el tema de la formación y los sindicatos dicen que no, que 240 euros o nada que hablar. Yo no me he levantado de la mesa, he dicho que no puedo llegar a 240 euros. Ni a 170 euros.
–No parece que sea un capricho de cuatro sindicalistas, sino que los docentes respaldan esa demanda de forma mayoritaria.
–¿Quién no va a ir a una manifestación para que le suban 300 euros al mes? Soy docente y sé que hay una especie de sensación de hartazgo del colectivo en toda España. Tiene que ver con la aplicación de la Lomloe y el covid, que nos obligaron a cambiar la forma de trabajar porque la evaluación es un galimatías, currículos nuevos… Todos nos hemos llevado trabajo a casa y nos hemos implicado un montón porque ningún profesor se pone de perfil cuando hay que apoyar a un alumno. Al menos el 90%. Si a eso le unes el relato de que cerramos colegios públicos (El Pedregal) o que se sube el sueldo a los médicos y no a los docentes, se crea esto. Soy prudente, pero que no nos digan que el salario es indecente.
–Usted es docente, ¿cuando habla con sus excolegas del IES La Granja le compran ese relato?
–Cuando yo voy a cenar con mis amigos hay siete docentes. Mi mujer es docente. Cuando haces ese ejercicio didáctico, llega. Claro que saben cómo estamos respecto a otros territorios. Un docente aquí cobra 150 euros más que en Castilla y León y 300 más que en Asturias. Allí piden lo que cobramos en Cantabria. En Extremadura nos ponen como ejemplo. Más que en Madrid y Cataluña…
–¿Esto es una huelga política?
–No lo creo, realmente, pero en las manifestaciones hay muchos políticos. La gente que hace huelga no creo que la haga pensando en un tema político. Sí creo que los políticos alimentan un discurso. Yo no eludo mi responsabilidad, pero parece que esto ha nacido en julio de 2023, cuando yo tomé posesión. PRC y PSOE tuvieron antes responsabilidades de gobierno.
–¿Por qué el dinero que piden los maestros compromete el sistema y en cambio ese aumento sí llega a los médicos?
–Eso es lo que me dicen mis amigos… Una de las diferencias es la cantidad de personas afectadas. En la educación pública hay 9.000 docentes. Además, por un acuerdo de 2008, las subidas vinculan también a los de la concertada. En total, 11.000 salarios. Yo sé lo que supone: 120 euros más al mes en la nómina son 22,2 millones al año. Por cada cinco euros de subida, el presupuesto se incrementa en un millón. Todos nos comparamos… Pero hay que tener en cuenta la dificultad para contratar médicos, porque el déficit de médicos es un problemón, y yo puedo entender que en esa situación el sueldo sirva de reclamo pese a que implique un esfuerzo. Porque entiendo eso negociamos. Por eso hemos pasado de 0 a 150.
–A nivel personal, ¿cómo sienta ver a compañeros de claustro protestando en las calles?
–Pues es jodido. Porque yo lo percibo como injusto. Yo soy docente. Comprendo la labor docente y la importancia de un salario, pero también sé que no es lo más importante. También hay docentes que me dicen que sea paciente y que saben el esfuerzo que se está haciendo. Y luego hay una crispación… El otro día me encontré con un docente, me cogió del brazo y si me descuido me llevo un golpe… ¡Un docente al que conozco! Hay crispación. También en las redes sociales donde los sindicatos se mueven mucho. Eso no se corresponde con la realidad del Informe de Satisfacción, donde el 65% dice estar satisfechos con su salario.

«No crece la concertada, pero hay que guardar el equilibrio con la pública. Los datos lo avalan»
–Reducción de ratios, aulas de 1 año, la pareja pedagógica, la mejora de la FP… ¿Siente que la protesta opaca todo lo demás?
–Se han mejorado muchas cosas. Tenemos un buen sistema y yo siempre he dicho que no venía a calentar el asiento, sino a mejorarlo aún más. Hemos avanzado en educación inclusiva con un esfuerzo económico brutal al aumentar los maestros de pedagogía terapéutica, de lenguaje y orientadores. Y los equipos de trastorno de espectro autista, de orientación en postobligatorias y de altas capacidades. Somos con Galicia y Valencia el sistema más inclusivo del país. Somos bronce en los datos de PISA 2023 y la ratio de alumnos por profesor es la mejor del país. En la FP estamos dando pasos de gigante… ¿Tengo la sensación de que no se habla de eso? Sí. ¿Me entristece? Sí. He ido a Murcia y el consejero, que sabía que tenía huelga, me preguntó por qué era. Cuando dije que por salarios, sabiendo cómo son, no se lo creía.
–¿Cómo ha funcionado el control de móviles en los centros?
–Con el tema de los móviles y las pantallas hemos mejorado clarísimamente. Es un tema que tengo en el ADN porque he estado en un instituto con adolescentes y sé lo perjudicial que puede llegar a ser. A veces trágico, incluso. Hemos dado pasos de gigante con esas instrucciones que el año que viene serán una orden para lograr sacar a los adolescentes del uso habitual, y las pantallas de los más pequeños. Y sin ningún conflicto.
–Al tomar posesión su principal preocupación era la pérdida de alumnos. ¿Se ha revertido?
–Lo único que se puede hacer es adaptarse a la realidad. En Cantabria nacen 3.000 niños al año. En mi año nacimos más de 9.000. Y tenemos un sistema que está pensado para un cohorte estable de 5.000 nacimientos. Es el mayor problema que tenemos, porque esto hace que el coste unitario de cada profesor, cada ruta y cada comedor se incremente exponencialmente. ¿Cómo es que hay más maestros si cada vez hay menos niños? Porque intentamos absorber ese impacto de forma inteligente, pero llegará un momento en que no sea posible.
–¿Hay riesgo de cierre de centros, más allá de El Pedregal?
–Claro que lo hay. En País Vasco y Cataluña ya lo hacen. Si en Castro tenemos 200 plazas libres en cinco colegios, no es razonable estar en un colegio que no es nuestro, que no cumple las condiciones y que el dueño reclama.
–Si sobran plazas públicas, también eliminará conciertos...
–También. Hablemos de conciertos. Este año se cierra un colegio concertado en San Juan de la Canal, por esto. En Cantabria hay sobre mil grupos en centros concertados. No sé aún cómo variará el próximo curso, pero será en cuatro o cinco grupos, de más o de menos. No crece la concertada. Al contrario. Los equilibrios que tenemos entre pública y concertada tienen que guardarse. Los buenos datos de PISA los estamos consiguiendo con ese equilibrio, pero es que, además, ahora seríamos incapaces de absorber todo en la red pública.
–Sin esta subida, el PRC no apoyará el Presupuesto de 2026. ¿Lo que no es viable en junio puede serlo en diciembre? ¿En qué posición quedaría usted?
–Somos un Gobierno de minoría y el presupuesto no depende solo de nosotros. Yo no sé lo que va a pasar en el futuro con lo volátil que es todo en política. Lo que sí sé es que nosotros, con el Presupuesto de 2025, lo que hemos puesto encima de la mesa antes de que se acabe el curso es una propuesta que, una vez implantada, supondría aproximadamente 30 millones de euros más. Estaríamos en 450 millones de euros en nóminas. Eso, unido a que se acaban los Fondos Europeos y que hay que mantener las cosas que han traído como las aulas de 1 año o el Programa PROA+. El escenario a futuro es muy complicado. Si se llegara a lo que piden los sindicatos, serían más de 40 millones de euros al año. ¿Cabe eso en un nuevo Presupuesto? Hoy, yo te digo que no es viable.
–¿Se arrepiente de vincular la oferta a la reducción del absentismo? ¿Tan grave es el problema?
–Más que de absentismo, nosotros siempre hemos hablado de gastos en sustituciones. Es verdad que se ha generado una polémica y nosotros retiramos esa propuesta para evitar esas acusaciones de que estábamos acusando y denigrando. No era así. ¿Un consejero de Educación va a ir contra el colectivo docente del que forma parte? Sí hay una realidad, 24 millones en gastos en sustituciones que lastra las cuentas. En 2016 eran 11 millones, pero cambió con el covid y se ha quedado. Pusimos sobre la mesa como una reflexión. Y lo quisimos vincular para luchar contra ello, no para acusar a nadie. ¿Me arrepiento de plantearlo? No, porque es un problema real. No ver eso es no ver el elefante en la habitación. Si volviéramos a cifras de 2016 –porque la realidad docente no ha cambiado en nueve años absolutamente–, podríamos hablar de otro escenario de subidas. Me resulta paradójico porque una propuesta que nosotros hicimos en positivo, los sindicatos le dieron la vuelta.
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