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El pasado domingo por la tarde Aída Sánchez estaba planchando el uniforme de su hijo cuando sonó el teléfono. Sólo con escuchar al profesor supo lo que estaba a punto de pasarles. «¡Claro que te llevas una sorpresa! Sabes que esto le puede ocurrir a ... cualquier familia, pero de repente te pasa a ti», dice ahora, días después de recibir la llamada que le anunció el confinamiento de su hijo de 9 años por un positivo confirmado en el aula de su colegio, el Sagrada Familia, de Herrera de Camargo. «Primero, te sorprendes, pero luego dices, ay, Dios mío, ¿y ahora qué hago?». Y lo que hizo fue pasar de la organización diaria al «zafarrancho de combate» para hacer frente a una coyuntura que, de la noche a la mañana, les encerró en casa, mientras la rutina siguió afuera sin ellos.
El repunte de contagios que se está viviendo en Cantabria ha tenido esta semana su reflejo en las aulas, con el cierre del colegio de Ceceñas y las clases de Secundaria en La Paz y Sagrados Corazones. Por eso, las familias demandan protocolos más rápidos y arbitrar medidas que permitan la conciliación, porque ahora «no existen». «Había reservado días de vacaciones en previsión de que esto pudiera ocurrir, pero a la vez tenía trabajo pendiente con plazo de entrega, así que compartimos ordenador», dice Aída Sánchez. «Nos encontramos bien, no tenemos ningún síntoma, pero lo que peor llevo es la incertidumbre», explica: «Esa sensación de que todo cambia cada momento no es fácil, y además las vacaciones son finitas y las estoy gastando, y nadie te asegura que esto no nos pueda volver a pasar».
¿Y su hijo, cómo gestiona esa incertidumbre un niño de 9 años? «Diez», matiza, «la próxima semana cumplirá diez años», y el tono que usa en la respuesta da a entender que llueve sobre mojado: «Suspendimos la Comunión y la hizo en septiembre con un grupo de niños muy pequeño, y ahora es su cumpleaños y lo va a pasar así. Y eso cuando eres niño...». La realidad ha impuesto sus ritmos, y no queda otra que seguir con las clases y el trabajo pendiente aunque sea de vacaciones: «Sólo somos dos en casa y parece que fuéramos 20», bromea, porque aún se lo concede a pesar de la pandemia. «A nivel académico es un poco desmadre y aunque está muy bien organizado, los niños no tienen las habilidades digitales desarrolladas y necesitan a alguien al lado, y están todo el rato preguntando», explica esta madre sin ocultar el pulso que mantiene con la 'otra' pantalla: «No les puedes dejar todo el día con la pantalla, por mucho que estén encerrados en casa». Menciona entonces la palabra «crispación», y más allá del confinamiento que tendrán que mantener hasta mañana, lunes, lo peor es la evidencia de que la palabra 'normalidad' la asume a estas alturas como un eufemismo: «Me da una pena inmensa que los niños no estén viviendo lo que les corresponde vivir; jugar un partido, hacer pandas, ir la monte o a casas unos de otros». Y aunque el primer confinamiento les enseñó «mucha independencia», dice, «aprenden mucho entre iguales y me da miedo que les pase factura».
Aída Sánchez, Colegio Sagrada Familia, Herrera de Camargo
Isabel Díaz, Colegio Santa Catalina, Castro Urdiales
Ese mismo domingo, otro teléfono sonó por la tarde en la otra punta de Cantabria. Era el móvil de Isabel Díaz. En la pantalla, la madre de una compañera del colegio Santa Catalina, de Castro Urdiales, le informaba de que había dado positivo, y la llamada oficial del colegio no tardó en llegar. Su hijo de 8 años, y el resto de compañeros de tercero de Primaria, estaban confinados. «Nos informaron de todos los protocolos y hemos estado en contacto en todo momento», dice, pero la realidad es que lamenta órdenes contradictorias entre Educación y Sanidad. Si bien en su caso se siente afortunada porque «al menos» el problema de la conciliación lo tiene resuelto al ser ama de casa, la rabia y los nervios le vienen por otro lado: su hijo de 14 años sigue acudiendo al instituto. «Pregunté en el colegio y al parecer, mientras no haya positivo, el mayor tiene que seguir yendo a clase. Pero ¿y si es positivo? Si es así, estoy mandándole a la calle», clama Isabel, que asume que le toque encerrarse, siempre y cuando sea para «cortar la cadena de contagio». Pero con estas medidas, dice, «pues la verdad es que no las entiendo; es decir, no entiendo cómo pueden tardar tanto en hacer una prueba PCR desde que localizan el positivo».
En su caso, además, se añade el condicionante de que vive en Castro Urdiales y los «más de 120 kilómetros ida y vuelta para un niño hasta Liencres», porque aún no han habilitado un 'coroauto' en la zona oriental de la región.
Tanto Isabel como Aída recibieron el aviso el domingo por la tarde, el miércoles realizaron la prueba a los niños, y ambas dieron negativo. «Ahora nos toca esperar hasta el lunes, y cruzar los dedos porque no se repita», dicen. Porque esa es la incertidumbre con que cada día suena el despertador: ¿será hoy el último día de clase?
¿Cómo perciben esta coyuntura las asociaciones de padres y madres, los psicólogos que asesoran en los centros? La realidad es que las familias se enfrentan a los confinamientos desde situaciones «muy distintas», afirma el decano del Colegio de Psicología de Cantabria, Javier Lastra Freige: «La situación de estrés, incertidumbre y ansiedad es muy variable en función de cada persona, su situación social y ambiental», dice, «pero lo que está dejando ver esta pandemia es la poca conciliación que había entre el mundo educativo y la empresa, y no por el colegio, que se ha adecuado con horarios continuos».
José Manuel Torre, Secretario de FAPA Cantabria
Mónica Haro, Presidenta de Concapa
javier Lastra Freige, Decano del Colegio de Psicología
De hecho, esa es la principal fuente de inquietud de las familias, como advierte la FAPA: «Recibimos llamadas preguntándonos cómo se las pueden arreglar, pero soluciones no podemos darles», dice el secretario de la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de Cantabria. ¿Falta apoyo a los padres? «Totalmente», sentencia. Y añade ejemplos: «A falta de 'madrugadores', hay quien ha pedido reducción de jornada, trabajadores que tiran de vacaciones o familias que directamente dejan a los niños solos», y todo porque no hay respaldo institucional: «Si se dictamina que la empresa te tiene que facilitar esa semana el trabajo, muchos sabemos que en la práctica a veces eso es muy difícil, o que incluso no se respetan esos derechos. Pero si encima tan siquiera existen esos mínimos, es muy difícil salvar esta situación». En esa línea se expresa también la Concapa. En palabras de su presidenta, Mónica Haro, «hay que arbitrar ya medidas porque la conciliación es muy complicada cuando hay niños pequeños, y los padres no van a dejar de trabajar», y dado que «el teletrabajo no es posible en todos los empleos, en esos casos habrá que tener unas ayudas económicas como la baja laboral remunerada ya que las empresas no lo pueden asumir».
Con este contexto, desde el Colegio de Psicólogos creen que «la reacción de las familias está siendo buena, se confinan el tiempo que toque y se buscan la vida como lo hacen habitualmente durante todo el curso», y apunta que «los colegios son entornos seguros y transmiten una atmósfera totalmente protectora, y lo mejor es que los padres no se queden en la puerta de los centros hablando todos bien juntos de qué es lo que no se puede hacer, en vez de hablar de lo que sí se puede hacer», dice el decano: «Esta es una situación muy compleja, y el cerebro se rebela porque no le gusta la incertidumbre, pero hay que dejar de rumiar la angustia y mirar hacia delante».
¿Qué dice el protocolo de Sanidad y Educación?
Según la Consejería de Educación, las cuarentenas se cuentan desde la fecha del último contacto con un positivo confirmado. Por ejemplo, en un aula de Primaria un alumno presenta síntomas el lunes, le hacen la PCR el martes y el miércoles se confirma el positivo. Ese miércoles, el aula inicia cuarentena, pero se comienza a contar desde el lunes, último día que asistió al aula el alumno del positivo, por lo tanto ya no serían diez días.
Las PCR a los alumnos sospechosos se citan en menos de 24 horas, si se tramitan a través del corredor educativo;el protocolo establece que las familias deben llamar al 900 612 112 si no reciben cita en ese plazo. Las PCR al resto del aula son pasados cinco días tras el último contacto con el positivo confirmado. La razón es evitar falsos positivos ya que pueden ser numerosos si se realizan antes por el periodo de incubación del virus.
Depende. Si el alumno está en cuarentena por ser un contacto estrecho de un positivo confirmado (por ejemplo, un alumno de Primaria cuyo compañero ha dado positivo) tendrá que cumplir la cuarentena completa, aunque su PCR sea negativa. Si al alumno le han realizado PCR por síntomas de covid, puede volver al aula tras recibir el resultado, facilitando copia al centro, y sin haber tenido síntomas las 72 horas antes de la reincorporación.
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