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Nadie había oído ninguna discusión previa, ni había sentido que hubiera tensión en ningún velatorio, ni nada que pudiera avanzar el tiroteo sucedido la tarde del pasado lunes en el tanatorio de El Alisal. Fue poco después del mediodía. Comenzaron a escucharse gritos y luego ... dos disparos: «¡Pum, pum!, se oyó en la zona del aparcamiento», cuenta Alberto Pérez, que regenta la cafetería en el edificio. «Estaba atendiendo a dos clientes y pensé. ¡Eso han sido dos disparos!».
Hacía horas que una familia de etnia gitana despedía allí el cuerpo de una familiar fallecida. «Era mucha gente pero más allá de eso no hubo ningún altercado. Todo estaba muy tranquilo», cuenta otra trabajadora del edificio. Pero algo ocurrió para desencadenar una discusión silenciosa que se trasladó al exterior del edificio, donde un hombre sacó su pistola y disparó en al menos dos ocasiones contra otro que pudo esconderse tras una furgoneta. No hubo heridos pero sí daños materiales.
«Inmediatamente llamaron a la policía pero cuando llegaron los agentes el hombre ya había huido», revelan los testigos de lo sucedido. En la cafetería los clientes asistieron atónitos al 'espectáculo' a través del ventanal. «Es algo increíble, pero bueno, sucedió. Luego vino la Policía Científica y vi que estuvo recogiendo algo del suelo junto a la furgoneta, aquí, a la entrada del aparcamiento», relata Pérez desde la barra del establecimiento mientras señala al lugar que refiere en su relato. «Estaban recogiendo los casquillos».
La Policía Nacional investiga los hechos y las cámaras de seguridad del edificio, pues nadie ha interpuesto una denuncia contra el agresor, ni se espera que lo vaya a hacer. «Es algo que no se hace entre gitanos. Si alguien se atreviera a denunciar sería desterrado de por vida», aseguran fuentes de la investigación, que confirman que ya hay un sospechoso. Un delincuente habitual con numerosos antecedentes que reside en el barrio de Covadonga, en Torrelavega.
Espectáculo en Ciriego
La situación 'de película' continuó en el entierro posterior, en el cementerio de Ciriego. La familia al completo acudió tras lo sucedido en El Alisal, escoltada por un buen número de furgones de la Policía Nacional. «Subieron hasta cinco, pero es algo habitual también cuando viene algún preso», desvela la responsable de una tienda cercana. Según los testigos al menos dos familiares, un hombre y una mujer, acudieron esposados –por ser reclusos–, a la ceremonia en Ciriego.
Los agentes continuarán recabando testimonios y pruebas que puedan servir para detener al responsable de los hechos.
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