

Secciones
Servicios
Destacamos
ÁNGELA CASADO
Domingo, 19 de abril 2020, 07:17
Fiebre alta. Un día, otro más. Una semana. Todo hacía indicar que su temor a padecer coronavirus se había convertido en realidad. Pero Encarna Marcos, de 58 años, no podía llamar al número habilitado por el Gobierno para comunicar sus síntomas. Es una persona sorda. Tampoco podía pedir cita con su médico de cabecera a través de internet porque el sistema está suspendido temporalmente a causa del estado de alarma. No le quedó otra que acercarse al ambulatorio, que está cerca de su casa. Allí, manteniendo las distancias, su marido, Amado González -que también es una persona sorda, aunque se expresa mejor oralmente-, explicó como pudo lo que ocurría. Sin acercarse, le escribieron una dirección de correo electrónico para que explicasen la situación desde casa y evitar así que estuvieran en contacto con otras personas. «A partir de ese momento se resolvió todo rápido, enseguida mandaron una ambulancia a recogerme y me llevaron a Valdecilla», expone la mujer. En el hospital, la escritura y la lectura se convirtieron en sus aliados para conmunicarse con los profesionales sanitarios durante los once días de ingreso. «A pesar de todo el trabajo que tenían, hicieron un gran esfuerzo por atenderme y estar pendientes de mí, les estoy muy agradecida». Cuando se fue, se despidió con una emotiva carta. Por su parte, su marido tuvo tos, pero no fue a más e hizo cuarentena desde casa.
Encarna relata su historia a El Diario Montañés a través de una videollamada en la que también participa una intérprete del servicio de intérpretes de la Federación de Asociaciones de Personas Sordas de Cantabria (Fescan). Con la colaboración de esta profesional y su traducción simultánea entre la lengua de signos y la lengua oral, la paciente pudo explicar todas sus vivencias desde el 25 de marzo, cuando comenzaron los síntomas, hasta su regreso a casa, donde sigue en cuarentena a la espera de dar negativo en el test.
El trayecto en ambulancia hasta Valdecilla y las primeras horas en Urgencias fueron confusas. Encarna se sintió incomunicada a la espera del diagnóstico. En el vehículo, la mujer no pudo establecer comunicación con los profesionales sanitarios porque tenían las mascarillas puestas y no podía leerles los labios. Y en el hospital también esperó los resultados sin poder comunicarse. «Esos primeros momentos fueron incómodos». Encarna quería contactar con el servicio de intérpretes de Fescan a través de una videollamada para poder comunicarse, pero el ajetreo de Urgencias requería inmediatez. La lectura y la escritura fueron sus herramientas de comunicación desde que le dieron el diagnóstico. «Como el médico sabía que yo era una persona sorda, me apuntó en un papel el resultado de la radiografía que me habían hecho. Tenía neumonía provocada por el coronavirus». A Encarna se le cayó el mundo encima. Su temor se había confirmado y se sentía insegura lejos de su familia. Aunque los dos primeros días sí hizo uso del servicio de Fescan, al final se decantó por seguir utilizando la escritura y la lectura. «Como vi que así nos entendíamos bien, seguí utilizando este mecanismo de comunicación».
Por suerte, sus síntomas no fueron muy fuertes y pasó los once días de ingreso en una habitación sin necesidad de entrar en la UCI. «Los profesionales sanitarios hicieron un sobreesfuerzo conmigo, me escribían notas para preguntarme qué tal me encontraba y para darme ánimos y yo les contestaba de la misma manera». Aunque no podía ver bien su expresión a través de las mascarillas, sus miradas estaban llenas de cariño. «A pesar de estar hasta arriba de trabajo, estuvieron pendientes de mí en cada momento y siempre estaré agradecida». Desde su cama, también se comunicaba cada día con su marido y sus hijos -que viven fuera de Cantabria por motivos laborales- a través de las videollamadas. «Los primeros días, que estaba peor, no tenía fuerzas para decírselo a nadie más. Pero después también hice videollamadas con mis amigos y pude sentirme acompañada de esa manera».
Cuando llegó el momento de marcharse de Valdecilla, el 9 de abril, Encarna sentía la necesidad de despedirse a través de una carta de todos los profesionales que le habían atendido. La escritura se había convertido en su forma de comunicación durante su estancia y pensó que era la mejor manera de poner punto final. Entre las líneas que les dedicó se podía leer lo siguiente: «Me he sentido más informada que en otras ocasiones no tan críticas y por eso quería daros las gracias y deciros que sois fenomenales».
Encarna ya lleva diez días en casa. Dio positivo en el test del coronavirus esta semana y le repetirán la prueba el miércoles que viene. Ya sin síntomas, el matrimonio comparte casa pero no espacios. Hasta que la mujer dé negativo, estarán en habitaciones separadas. Aunque no sabe cómo pudo contraer el virus, Encarna cree que pudo ser en el trabajo. La mujer es limpiadora en la Consejería de Obras Públicas, en Santander.
Desde que empezaron los primeros síntomas han pasado más de veinte días y desconoce cuándo se reincorporará a su puesto. «Depende de lo que me diga mi médico. Además de la fiebre también he sentido fatiga, así que no sé si volveré en cuanto dé negativo. Haré lo que me digan». La tecnología se ha convertido en su gran aliada. Gracias a las videollamadas, puede comunicarse con lengua de signos con su familia y amigos y hacer amenas las jornadas en casa.
Las mascarillas son una barrera frente al coronavirus, pero también contra la comunicación de las personas sordas. Encarna explica que este producto sanitario dificulta su entendimiento. En su día a día, las personas sordas leen los labios para comprender lo que les dicen en comercios, oficinas o cualquier lugar donde necesiten establecer un diálogo. Si ya era complicado hacerse entender antes, ahora lo es «el doble». Una vez más, Encarna tira de videollamada. Con un intérprete en la pantalla, puede hablar instantáneamente con cualquiera. «En otras comunidades usan mascarillas transparentes para que podamos leer labios, ojalá lleguen aquí».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.