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Se acerca la primera evaluación del curso 2022-23 y los docentes proceden a la valoración del alumnado aplicando los criterios que exige la nueva ley educativa. Pero implantar esta normativa en los cursos impares no está siendo fácil. En septiembre, el profesorado cántabro ya ... certificó que el cambio de modelo sería el mayor reto al que iba a enfrentarse este año escolar, toda vez que las consecuencias de la pandemia parecían superadas. Y el desafío no tenía solo que ver con la dificultad logística que entraña cualquier cambio de ley, sino que respondía a la «acelerada» implantación de la Lomloe y a la falta de formación para ponerla en marcha.
A las puertas de la primera evaluación, un grupo de más de 70 docentes ha firmado una carta dirigida a las familias cántabras, al Consejo Escolar y «a quien pueda interesarle», en la que critican la «errática» aplicación de la ley en Cantabria y la «desastrosa gestión» de la Consejería de Educación en este sentido. El escrito, elaborado por Diego Román Martínez, jefe del Departamento de Lengua y Literatura del IES Bernardino de Escalante (Laredo), nace del «hartazgo» de los docentes, asegura su autor.
Tomando como ejemplo el manifiesto suscrito en noviembre por el claustro del IES Manuel Gutiérrez Aragón, en el que los docentes del instituto de Viérnoles reclamaban a la Consejería que aplace «la evaluación por competencias» que trae consigo la Lomloe, el escrito de Román Martínez también evidencia la preocupación de los profesores ante los cambios que impone la normativa en las evaluaciones. «El colectivo docente cumple con los cambios con prontitud, pero la carrera de obstáculos no termina nunca: ¿cómo vamos a calificar al alumnado en la primera evaluación, ya a las puertas?», se preguntan profesores de centros, como los IES Fuente Fresnedo, Las Llamas, La Marina o Ataúlfo Argenta.
Además, el hecho de que «por motivos técnicos» las calificaciones de los cursos impares de Primaria y ESO seguirán registrándose en la plataforma Yedra con el «sistema alfanumérico» usado hasta ahora –la Lomloe apuesta por calificaciones cualitativas, que van de insuficiente al sobresaliente– «añade aún más incertidumbre a la situación». «No sabemos si las familias están informadas, si acaso saben que quizá en el boletín de calificaciones salga una información escueta o completísima, según el hartazgo o la buena voluntad del colectivo docente», continúa el escrito.
«La mayoría de los docentes solo vemos improvisación y abandono por la institución, la Consejería, que tendría que liderar la transición sensata de una a otra ley», dicen los firmantes, que también lamentan el hecho de no tener noticias de las familias, del Consejo o las Ampas. En diciembre, con las evaluaciones a la vuelta de la esquina, «nos sentimos solos en este desierto [...]. Confiamos en que quieran acompañarnos en la búsqueda de un poco de luz en este camino adusto que nos ha tocado transitar descalzos y sin un triste bastón en que apoyarnos».
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