El Doctor Madrazo, «mucho más que un gran médico»

El Colegio de Médicos de Cantabria le rinde homenaje hoy en un acto que tendrá lugar a las 19.00 horas en el salón de actos de su sede, en la calle Ataúlfo Argenta de Santander. Será el historiador Javier Gómez Arroyo quien guíe el acto, durante el que se reconocerá su figura y se dará su nombre a su Aula de Cultura.

Madrazo nació en una familia pudiente dedicada a la ganadería en Vega de Pas. Terminó la carrera de Medicina con apenas 20 años y llevaba un año trabajando en Reinosa cuando decidió trasladarse a Alemania, donde aprendió todo sobre las técnicas asépticas de desinfección de heridas. Allí se codeó con profesionales como Louis Pasteur o Joseph Lister y trajo esos conocimientos a España, donde la desinfección del material quirúrgico no existía y provocaba muchas muertes durante las operaciones, más allá de las propias enfermedades que arrastraban los pacientes.

Sacó la cátedra de Patología Quirúrgica en Barcelona en 1877, pero no se la llegaron a otorgar por sus ideas republicanas, así que se trasladó a Madrid y abrió una clínica privada que le reportó grandes beneficios «porque salvaba muchísimas vidas gracias a la asepsia», explica Gómez Arroyo. Debido a sus avances sanitarios, le dieron de nuevo la cátedra, esta vez en Madrid, en 1881, aunque en esta ocasión fue Madrazo quien renunció a ella para volver a Vega de Pas y fundar allí un sanatorio quirúrgico en 1894. De las 333 operaciones que hizo en dos años, solo cuatro pacientes fallecieron. «Y esto fue hace 130 años, un éxito», apunta Gómez Arroyo.

Este sanatorio fue el número uno de España y uno de los más importantes del mundo, por lo que en 1896 lo trasladó a Santander. «Allí tuvo un éxito igual o superior, con quirófanos, estufas para esterilizar y una escuela de enfermeras que sabían más que muchos practicantes». Madrazo renunció a muchos títulos y dinero, con la única fijación de dejar lecciones de texto de patología quirúrgica para que sus avances no se perdieran. El sanatorio Madrazo fue el más importante de España hasta que se construyó el Hospital Valdecilla en 1929.

Además de la medicina, tenía mucho interés en la educación y en 1909 fundó en Vega de Pas unas escuelas públicas, laicas y gratuitas. «Él creía en Dios, pero pensaba que la religión no debía anteponerse a lo que los niños aprendían en el colegio», puntualiza el historiador. Las escuelas tenían gimnasio, piscina, biblioteca, 24 microscopios –«que le pedían desde las universidades»– y aulas mixtas. Ya era muy mayor –había terminado la Guerra Civil– cuando una fotografía con un cáliz religioso fue interpretada como una ofensa religiosa y lo manda a cárcel. Estuvo allí cuatro años y salió apenas ocho meses antes de morir, con 92 años, en compañía de su familia y de Ángel Herrera Oria, «que aún no era ni cura».