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Sobre el papel todo era perfecto. El altísimo interés prometido por la inversión se iba reflejando en los papeles que, de forma periódica, iba remitiendo a sus clientes el extrabajador de la oficina que Novo Banco tenía en Santander investigado por una estafa que podría superar los 50 millones de euros ... . Los usuarios del servicio de banca minorista del área de particulares veían así cómo su cuenta bancaria iba creciendo con una remuneración anual que en los mejores casos se acercaba al 15%, muy por encima del mercado. «Toda la documentación que me iban pasando de mi dinero era mentira», apunta un ahorrador que hace ya casi dos años detectó las «irregularidades» que ahora confirma la entidad portuguesa y que desde la semana pasada investiga la Justicia a raíz de una denuncia. El propio exempleado reconoce «al menos parte de los hechos», según fuentes del caso.
Aquel cliente sí pudo recuperar el dinero. A la última y tras decenas de idas y venidas, llamadas telefónicas y correos electrónicos. Y es que comentando los números con una persona de su confianza experta en finanzas, llegó a la conclusión de que había cosas que no encajaban. Cuando acudió a la sucursal en la calle Hernán Cortés –cerrada en diciembre por un ERE que nada tiene que ver con este asunto– a ampliar información, ante la falta de explicaciones verosímiles llegó incluso a haber un enfrentamiento de gran tensión: «Me dijeron que había un problema. En la primera versión las ganancias eran la mitad que las que aparecían en la documentación. Después la mitad de la mitad».
Todo con papeles que eran poco más que copias de PDF o documentos de Excel. Las dudas eran cada vez mayores y solicitó que le reportaran informes. No los firmados por los empleados de la sucursal de Santander, sino papeles oficiales de Novo Banco. No sirvió de nada, y entonces recurrió a un abogado, que exigió el reintegro. Finalmente, a mediados del año pasado –unos meses antes de que todo saltara por los aires– logró llegar al acuerdo de que recuperaría todo el dinero a cambio de olvidarse del asunto y enterrar los dos productos con los que había trabajado: futuros y fondos de inversión cotizados (ETF).
La clave del buen funcionamiento del negocio financiero del empleado de banca investigado era su éxito más que acreditado. Mientras fue creciendo la burbuja, muchos clientes de la sucursal santanderina de Novo Banco sí que lograron importantes ganancias confiando en las habilidades de esta persona. En algunos casos, incluso llegaron a casi doblar la cantidad invertida. De hecho, en los últimos meses, aquellos inversores que tenían en la entidad cantidades más reducidas pudieron sacar sin problema todo el dinero.
Para ellos, el negocio sí fue redondo gracias, como parece deducirse de la investigación abierta por la Fiscalía de Cantabria que ya está en manos de un juzgado, a esta supuesta estructura piramidal. El dinero que otros seguían depositando serviría para pagar los intereses de los beneficiados. Y, al parecer, también para algo más.
Eran lo que en la sucursal se ofrecía a un perfil de cliente muy concreto. Casi siempre personas de alto poder adquisitivo que querían el mayor rendimiento para un dinero que no iban a necesitar a corto ni medio plazo. ¿Por qué? Porque así, mientras fueran recibiendo los intereses prometidos, no se preocuparían por revisar el estado de la inversión inicial. En este sistema era fundamental la confianza en el gestor, que iba creciendo a medida que los rendimientos se materializaban. Esto hacía que el buen nombre del investigado fuera cada vez mayor y que multiplicara su cartera de clientes. La rueda de la supuesta estafa piramidal seguía rodando.
La noticia publicada el viernes por El Diario Montañés ha generado una profunda conmoción en ese estrato social de la capital, en cuyas cuentas se concentra el grueso del descubierto. Una herida que sangra en el Santander de toda la vida. En algunos casos, han pasado de tener cientos de miles de euros a «cero». Desde ese momento, la rumorología ha comenzado a funcionar, sobre todo desde que se conoce que entre los mayores damnificados hay clientes que están reclamando montantes de varios millones. Muchos de los afectados son conocidos empresarios de distintos sectores, los mismos que pusieron en marcha un boca a oreja que hizo crecer el negocio de la sucursal hasta que se hizo insostenible.
Tras unas indagaciones «suficientes» como para apreciar los delitos de estafa, falsedad documental continuada y administración desleal, el Ministerio Público ha puesto la denuncia y el caso está ya en el Juzgado de Instrucción 3 de Santander. Tras declarar en Fiscalía, el investigado está en libertad, aunque se desconoce si con alguna medida cautelar.
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