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Para cubrir las necesidades «habituales» –que, a día de hoy, están cubiertas– se requieren «noventa o cien donaciones diarias». Lo explicó José Luis ... Arroyo, el director del Banco de Sangre. La cifra sirve para hacerse una idea del volumen. De la cantidad necesaria. Y las cuentas salieron en 2018. Hubo 22.436 donaciones en Cantabria. Si uno divide entre días laborables, la media encaja en el baremo. Y ahí está la principal conclusión. «Un año más –dijo la consejera de Sanidad, María Luisa Real–, se ha conseguido la autosuficiencia de componentes sanguíneos para la transfusión en Cantabria». O sea, que con lo que donaron los cántabros se han podido cubrir todas las necesidades de los hospitales de la región, tanto públicos como privados. Pero, además, el pasado año dejó un buen sabor de boca por varios motivos. Se rompió una ligera tendencia a la baja que se acumulaba tras los siete últimos balances. El número total fue un 2,86% más alto que en 2017. Y, lo que es más importante: a la lista de los que dan el paso de poner su brazo se sumaron 2.497 personas. Casi 2.500 nuevos donantes.
Ayer fue día de números en el Banco de Sangre y Tejidos de Cantabria. El día de rendir cuentas en un organismo que está integrado en la estructura de la Fundación Marqués de Valdecilla y que cuenta el apoyo –básico– de la Asociación Hermandad de Donantes de Sangre (al acto asistió su presidente, Ignacio Álvarez). «Fue un año de gran intensidad», definió Real en primer término. Con novedades. Se puso en marcha el banco de leche, se trabajó en la consolidación del de tejidos, se incidió en una renovación tecnológica en los laboratorios y también en la «optimización del proceso de producción de plasma rico en plaquetas».
Luego entró en los números. Explicó, por ejemplo, que el grueso de lo donado procede de las «colectas extrahospitalarias». De la furgoneta que los cántabros ven a menudo recorriendo las carreteras de la región. Y tanto. Esa unidad móvil completó 495 salidas y 40.000 kilómetros. De su tarea salió el 70,5% de las donaciones. Siete de cada diez. El resto, de la sala que hay en el pabellón 13 de Valdecilla. En esas colectas es básico el papel de la Hermandad y de sus voluntarios, a los que en este ámbito todos conocen como «enlaces».
La consejera explicó también que «el mayor incremento relativo» se registró en la donación por aféresis. Se trata de una modalidad de donación destinada a conseguir un componente específico de la sangre y que pretende «dar respuesta al incesante crecimiento de consumo de fármacos derivados del plasma». Este apartado creció un 7,14%. «Pero necesitamos más», insistió la consejera, por lo que el objetivo de este año es ampliar esta modalidad, «fundamentalmente entre los donantes de los grupos B y AB».
«Cantabria necesita un relevo de brazos», tituló el verano pasado este periódico un reportaje en el que se explicaba la necesidad de nuevos donantes. La Hermandad decía que, como ahora, las reservas estaban garantizadas, pero que dependían mucho de los de siempre. «Donantes mayores».
Por eso, Real también se detuvo ayer en un dato. Un pequeño aumento del 'pico' que suponen los más jóvenes (los que tienen entre 18 y 30 años) dentro del total. Durante el pasado año pasaron de un 3,6 a un 4,9%. Que sean más es otro de los objetivos para los próximos doce meses. Y, para quitar miedos, la titular de la Consejería recordó que «hoy en día la transfusión de sangre es más segura que nunca». «El Banco –siguió– dispone de las infraestructuras y equipamientos técnicos más avanzados para garantizar que el proceso de donación, procesamiento y conservación de la sangre y de los componentes sanguíneos se realice con criterios de máxima calidad».
Tal vez el único pero de la memoria esté en el número de donantes nuevos registrados de médula ósea. Fueron menos que en 2017, pero tiene explicación. Según aclaró Real, el año pasado se modificaron a nivel nacional los criterios de aceptación de las personas que pueden donar. Se pusieron los cuarenta años como edad máxima (antes eran cincuenta) para darse de alta en el registro. Y se ha notado.
Más allá de este dato, siguiendo con los tejidos, la consejera destacó la consolidación de la actividad en el ámbito vascular, «en el que participa la Coordinación de Trasplantes y el equipo del Servicio de Cirugía Cardiovascular de Valdecilla, y que ha permitido obtener veinte piezas procedentes de cinco donantes». Y también los avances en trasplantes de progenitores hematopoyéticos. «En 2018 –fue desgranando– se ha experimentado un gran aumento con 88 trasplantes (36 autólogos y 52 alogénicos)».
Por último, en cuanto al programa de cordón umbilical, el año se saldó con 55 donaciones. «Uno de los objetivos será incrementar, al menos al doble, esta cifra. Para ello contamos con la colaboración de todo el equipo de matronas y obstetras del Servicio Cántabro de Salud. Desde el inicio de este programa en 2009, se han realizado veinte trasplantes con cordones donados en Cantabria».
Aumentar cordones umbilicales, implicar a los jóvenes en las donaciones, multiplicar lo conseguido por aféresis... La rueda de prensa fue un repaso de números salpicada de objetivos para este 2019. Y, entre ellos, María Luisa Real también destacó el papel del Banco de Sangre como «elemento promotor de la innovación en el sistema sanitario». Se habló, entonces, de la creación de la Unidad de Terapia Celular, un proyecto de colaboración entre la Fundación Marqués de Valdecilla, el Banco y el Servicio de Hematología de Valdecilla. Algo «que va a contribuir al desarrollo de una medicina cada vez más personalizada» y en la que Cantabria ya ha solicitado al Estado que su hospital sea uno de los de referencia del país.
El Banco de Leche de Cantabria nació a finales de 2017. El Banco de Sangre y la Unidad de Neonatología del Hospital Valdecilla comenzaron entonces la captación de donantes entre madres cántabras. Se buscaban mujeres que quisieran colaborar en este proyecto que partía de la premisa de que la leche materna es «el alimento perfecto» para un recién nacido prematuro que lucha por salir adelante. Tras su primer año de andadura ya completo, el Banco de Leche se ha traducido en 234 litros donados procedentes de 49 madres. Y –más aún–, en un total de 124,9 litros distribuidos a 42 bebés receptores.
Para María Luisa Real, este proyecto fue «el hito más destacado y con mayor repercusión» del pasado año. Tras agradecer a todas las madres donantes su acción altruista –ya lo hizo en un acto que se organizó el pasado mes de noviembre–, la consejera recordó que este banco proporciona alimento a los niños ingresados, siempre con indicación médica, «un alimento que supera tanto en calidad como en seguridad a las leches artificiales».
El proceso que se sigue para garantizar que la leche es «segura» para los bebés que la reciben es igual de escrupuloso que el de las donaciones de sangre. Lo primero es una entrevista con el médico o la enfermera del banco, tras la que se pide la firma del consentimiento informado. Si no se detecta ningún inconveniente, se le extrae una muestra de sangre que es analizada para descartar infecciones (como VIH o Hepatitis). Las candidatas que pasan este primer filtro reciben el material necesario para la recogida de leche de forma segura y cómoda, que incluye un sacaleches eléctrico, bolsas de esterilización, frascos de recogida, una bolsa isotérmica y las instrucciones detalladas por escrito para evitar la contaminación de la leche durante el proceso de extracción. «La leche –se explicó cuando arrancó el proyecto– se congela inmediatamente y se almacena en el domicilio hasta un máximo de dos semanas, que es cuando el personal del banco acude a recogerlo y se encarga del transporte».
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