El Obispado pensó que no había mejores destinos que esos para el dinero que, día a día, se iba acumulando en la cesta de los donativos tras cada una de las misas del peregrino que se han celebrado en el templo de Camaleño durante el Año Jubilar. La generosidad de los devotos que llegaron en coche o autobuses se sumó a la de los peregrinos -con o sin sentimiento religioso- que tras finalizar el camino echaban unas monedas y con la de los turistas que, en su visita a Potes, descubrían que allí se estaba celebrando una de las fiestas grandes de la cristiandad. Así, en los doce meses que duró el evento, los franciscanos de Santo Toribio han logrado reunir unos 203.000 euros que ya está dando beneficios sociales.
«Es mucho más que un año normal. Lo digo de memoria, pero creo que también algo superior que en el anterior», apunta José Manuel Núñez, el religioso que está al frente del reducido grupo de monjes que custodian el templo y protegen el Lignum Crucis, el trozo más grande de la cruz de Cristo que se conserva, según la tradición católica. Para Núñez, es un orgullo que ese dinero se pueda destinar a colaborar con las víctimas de la guerra de Siria, y concretamente de la ciudad de Alepo, una de las más afectadas por el conflicto, y la puesta en marcha de un albergue de peregrinos en Santillana del Mar que da trabajo y una oportunidad de integración a casi una decena inmigrantes. Para el primer proyecto se han destinado 100.000 euros y para el segundo, gestionado por la Asociación Éleos, otros 50.000. El resto, unos 53.000 euros, se ha utilizado en el monasterio «para hacer algunos arreglos, pequeñas obras y asuntos relacionados con el Año Jubilar».
Se ha dotado a la población de material de primera necesidad y se han arreglado algunos templos religiosos
La relación del Obispado de Alepo con Cantabria comenzó en 2016, cuando su responsable, monseñor Antoine Audo, vino a la región para advertir de la grave situación que sufría -y aún sufre- la población civil y los cristianos en particular, que son perseguidos y masacrados en Siria por el terrorismo extremista. Entonces, ya se puso en marcha una campaña de captación de fondos que ahora recibe un empujón como consecuencia indirecta de la celebración del Año Jubilar Lebaniego.
Lo recaudado se convertirá, gracias a la intermediación de la Custodia de Tierra Santa, formada por misioneros franciscanos como los que viven en Santo Toribio, en alimentos, mantas o ropa de abrigo -algo que ha sido fundamental durante el invierno, ya que en algunos casos carecen de luz y gas- para al menos 250 familias. También servirá para restaurar, en la medida de lo posible, algunos de los templos alcanzados por las bombas.
Albergue El Convento
«Vimos que existía una necesidad y pensamos que esta era la mejor forma de solucionarla». Octavio García, presidente de Éleos, se refiere al problema de «falta de oportunidades» que estaba sufriendo la población migrante en el barrio de La Inmobiliaria. La forma innovadora de proporcionarles asistencia fue un proyecto «socioeducativo y laboral» en forma de albergue de peregrinos en Santillana del Mar en el que actualmente trabajan siete personas de Marruecos, República Democrática del Congo y Ucrania y que cuenta con la colaboración de una docena de voluntarios. Trabajan en cocina, limpieza, jardinería, recepción y también en la última fase de la restauración del edificio. No sólo reciben un sueldo, también aprenden el idioma -en algunos casos son recién llegados a España- y encuentran una puerta abierta hacia la integración social.
Abrió sus puertas en mayo de 2017 y en estos momentos da trabajo a siete personas de Congo, Marruecos y Ucrania
Entre todos, restauraron una vieja propiedad de la Iglesia y lo convirtieron en el albergue El Convento, que abrió sus puertas el 23 de abril de 2017, a la par que se abría la Puerta del Perdón. «¿Qué mejor que esto para cumplir nuestro fin? Se aproximaba el Año Jubilar, las plazas para peregrinos en Santillana se quedaban cortas... Al final, esto es el sustento económico para crear puestos de trabajo para personas en riesgo de exclusión que ya no son solo de Torrelavega, sino de toda Cantabria», apunta García.
Pueden seguir trabajando durante el invierno
También recuerda que con el dinero que les proporciona el Obispado procedente de Santo Toribio pueden seguir trabajando durante el invierno, cuando el número de pernoctaciones es mínimo: «Esa aportación nos permite dar a las personas contratadas estabilidad, porque la idea es que estén aquí hasta tres años cada uno. Gracias a eso sobrevivimos en invierno».
Es decir, que continuarán más allá del Año Jubilar. De hecho, ya están pensando en contratar a otra persona para hacerse cargo de una huerta con la que dar de cenar a los cerca de 35 peregrinos que pasan por allí, de media, cada día. Un año después de que abrieran las puertas bajo las premisas de la economía social, la sostenibilidad económica y social y la doctrina social de la Iglesia, las sensaciones no pueden ser mejores. Funciona el albergue, pero también la otra vertiente del proyecto Éleos. «Creemos que la cultura es la mejor forma de relacionar a los que ya están aquí y a los que vienen de fuera, por eso hacemos talleres, charlas, conciertos casi todas las semanas», apunta su responsable. Y todo gracias a la contribución de peregrinos como los que allí se hospedan.
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