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Además de las familias de acogida y el menor acogido, en el proceso tiene un papel fundamental una tercera parte:los técnicos del Servicio de Infancia. Ellos son los que se encargan, primero, de formar y asesorar a aquellos que dan el paso de colaborar ... con el Icass y abrir sus hogares a niños tutelados por la administración, después, de valorar cada uno de los casos para conseguir que el menor esté en la familia que más se adapta a sus circunstancias y, por último, ayudar a la adaptación cuando se produce el encuentro y acompañarles hasta que la acogida finaliza.
Desde que la familia da el paso hasta que está disponible para que en cualquier momento suene el teléfono de los Servicios Sociales transcurren, como mínimo –casi siempre es más– dos meses. El primer mes, aproximadamente, es el de la fase de formación. Consiste en un programa de formación grupal de ocho sesiones de dos horas y media de duración cada una en la que se tocan aspectos actitudinales y emocionales hacia el menor y su familia, también el desarrollo de habilidades educativas de un niño –puede ser desde un bebé en adelante– con sus necesidades concretas y aspectos cognitivos o los problemas y retos más habituales relacionados con la acogida.
«Hay gente que entra en el programa de formación y luego lo abandona tras las primeras sesiones porque se da cuenta de la dureza emocional que implica la acogida», reconoce Carmen Arce, que entiende perfectamente a aquellos que lo intentan aunque no lleguen finalmente a entrar en la bolsa de familias del Icass. Las que sí concluyen esta formación tienen, al menos una vez al año, cursos para 'refrescar' los conocimientos.
La fase de valoración –que puede tardar otro mes– consiste en que los técnicos de Infancia conozcan mejor la realidad de cada familia. Características personales, estatus, capacidad para afrontar responsabilidades o de colaborar con la familia biológica, si pueden recibir a hermanos... Los datos de esa ficha son los que Infancia utilizará después para asignar a un menor. Y estos mismos técnicos les acompañarán en el encuentro, durante toda la acogida y también en el momento crítico de la separación. Incluso, en ocasiones, más adelante. Porque aunque la mayoría de menores acogidos tienen menos de diez años, también hay algunos mayores. Incluso que alcanzan los 18 en familias de acogida y que, a partir de ese momento, aunque ya no están tutelados por la administración, permanecen más tiempo en sus nuevos hogares. Ahora mismo hay ocho casos de este tipo.
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