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«Aquí se acaba la carretera. De ahí para arriba, hasta llegar a las reses, son cinco o seis horas de caminata con un desnivel ... que pasa de 300 a 1.400 metros», describe Roberto Abascal, un joven ganadero del Asón. Esta orografía, escarpada y pindia, la recorre tres veces por semana para llevar el control del ganado, localizar a los animales y alimentar a los perros pastores. «Además, cada cuatro días cargo al hombro 60 kilos de comida. En invierno, nevado y helado, la subida se complica».
Ante esta tesitura, Roberto se ha lanzado a la aventura de ser el primer ganadero que ha introducido la tecnología de los drones para facilitar las labores de la ganadería. Y ha asumido en solitario la inversión de 15.000 euros, que conseguirá rentabilizar en tiempo y en cabeza de reses que mueren por extravíos y que desde ahora podrá evitar al geolocalizarlas con la aeronave.
Remoto Dron controlado de manera remota con una capacidad de volar a siete kilómetros de distancia del piloto que lo maneja.
Meteorología Pesa 18 kilos, puede volar con viento hasta 60 km/h y lluvia ligera.
Avería El dron vuelve solo a su base si se pierde el contacto y dispone además de un paracaídas que cae a tres metros por segundo.
«El tiempo que me ahorro en subir, lo dedicaré a otras cosas. En este trabajo siempre hay algo que hacer, limpiar o reparar la cuadra», explica este nuevo ganadero, que no ha heredado cabezas de reses, sino que ha iniciado él mismo una explotación de 90 vacas y 250 cabras.
«Primero trabajé en una fábrica en Burgos, pero a mí siempre me llamó esto. Si no te encanta, lo abandonas en cuatro días porque es muy sacrificado, te lleva todo el día. Nunca descansas».
Y como nuevo ganadero que es este treintañero, su mentalidad también es nueva, así como la forma de buscar soluciones a los posibles escollos a los que hacer frente. Pertenece a la generación en la que la tecnología es amiga y servirse de ella es sentido común.
«Veía vídeos de drones en Youtube que inspeccionan fábricas desde las alturas... y pensaba, si hacen esto para otros campos, también me tiene que servir a mí». Así fue como se puso en contacto con la empresa cántabra Dronitec, de tecnología y servicio de drones instalada en el Pctcan, Parque Científico y Tecnológico de Cantabria, y preguntó si sería posible adecuar un dron a la ganadería.
«Era la primer vez que nos lo planteábamos, pero nos dedicamos a eso, a adecuar drones a las diferentes necesidades del cliente. Bien construyéndolo de cero o bien, sobre otro aparato», explicó Ibán Hoyos, director ejecutivo.
Durante un mes esta empresa especializada estuvo personalizando el dron para cumplir con su misión de pastorear el ganado.
«Vimos que el ganado se asustaba con el zumbido, e incluso podía dispersarse. Por eso vuela a más altura para no molestar, y lleva una cámara con precisión de 180 aumentos, es decir, a 100 metros de altura enfoca una moneda de un euro en primer plano», explica Hoyos.
Además, dispone de un cepo automatizado que suelta en destino una pequeña bolsa para cargar alimento para los perros pastores.
Se trata de un aparato eléctrico con 30 minutos de autonomía en el aire. Permite una carga de tres kilogramos, en este caso, «pero hemos construido drones que aguantan 150 kilos. También preparamos modelos híbridos. Esta tecnología está avanzado muy rápido».
El dron realiza mejor algunas funciones que son tradicionalmente del pastor, al permitir localizar a los animales desde las alturas, como las cabras que se han quedado enriscadas en peñas, que a pie lleva horas peinar la zona hasta dar con ellas.
Roberto cita algunos ejemplos de situaciones pasadas que «ya no me ocurrirán». El control desde el aire le permitirá mejorar la rentabilidad de su negocio, en términos de salvar cabezas de reses y llegar a tiempo, por ejemplo, a un parto que se complica. «El año pasado se me murió una vaca y su cría que venía de nalgas. Ahora, si lo veo con el dron, podré subir en el momento y atenderlas». «Otras veces, al subir me encuentro que se han roto una pata, pero han pasado días y la infección ya es muy grave. Todo esto se podrá evitar».
«Veré antes los ataques de los lobos. Hasta ahora son los buitres los que me avisan, pero con el dron me anticiparé y podré ayudar a los heridos, a los mordidos los bajaré y reuniré a los otros que se han dispersado o extraviado».
El título para poder volar este aparato requiere de 50 clases teóricas y 10 prácticas. El tiempo para estar listo para el examen «depende de la dedicación, unos alumnos tardan un año y Roberto en 20 días podría tenerlo», explican en Dronitec, que expide el título oficial.
La normativa establece respetar el espacio aéreo restringido, no volar sobre aglomeraciones de gente, tampoco sobre casas, ni de noche. El Real Decreto aprobado recientemente «permite todo lo anterior pero siempre que se tenga un permiso para ello de la Agencia de Seguridad Aérea», explica Hoyos, que opinó que «la normativa española es muy restrictiva, en comparación con la europea».
Dronitec se ha especializado en drones para Emergencias y el Gobierno regional les ha contratado desde 2017 el servicio de drones para emergencia y salvamento. Peinan las zonas donde hay un rescate o un accidente, muchas veces en la costa, en terrenos de difícil acceso; y mantiene las comunicaciones si falla la cobertura del repetidor.
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Ana del Castillo
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