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La decisión del Ministerio de Sanidad, con el visto bueno de la práctica totalidad de las comunidades autónomas, de limitar la vacuna de AstraZeneca a la población mayor de 60 , ... anunciada de urgencia en la noche del miércoles, provocó ayer la cancelación del 89% de las citas programadas en el Palacio de Exposiciones de Santander para administrar el suero inglés contra el covid. De las 600 personas en principio previstas, sólo acudieron 68. El resto, más de medio millar de cántabros, recibió una llamada desde Salud Pública a primera hora de la mañana para posponer sin fecha la cita. Y a quienes se les mantuvo, les adelantaron el turno para condensar la vacunación entre las 09.00 y las 11.00 horas.
Rocío Fernández fue una de las 'afortunadas'. Esta empleada de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Bezana entró en el penúltimo turno matinal. Se reconoce «muy miedosa», pero «la ATS me ha tranquilizado en dos minutos todo lo que me preocupó mi médico, aquí trabajan muy bien», afirmó. «Anoche entré en pánico con las nuevas noticias, llamé a mi doctor y me agobió más», detalló. Para ella vacunarse supone «una alegría», porque «llevo un año sin vida social, no me quito la mascarilla ni un momento en el trabajo y deseaba acabar con el agobio».
Como había algún despistado, el encargado de seguridad del Palacio preguntaba de forma repetida a los que llegaban: «¿Nació entre 1956 y 1960?». Era el primer eslabón de la cadena de trabajo del 'vacunódromo' en un día completamente diferente a los anteriores: «Cuando he abierto hoy no había casi nadie, nada que ver con la cola del lunes, cuando esto parecía el Bernabéu», comparaba.
El proceso sigue en recepción. Una auxiliar tacha un nombre de la lista –ayer el negro sobre blanco del papel tenía poco color fosforito de subrayador encima– y otra rellena justificantes para quien lo solicite, incluso para aquellos que acudían despistados y con la cita cancelada. Luego, los 'señalados' suben a la sala superior y les inyectan la dosis. Tras los 15 minutos de rigor para comprobar que no surgen problemas inmediatos, pueden irse, unos inmunizados por completo y otros con una cita para recibir la segunda dosis.
En este día raro, ocho personas casi vuelven a casa sin vacunarse. «No se puede tirar ni una dosis». Con esa frase intentaban explicarse los trabajadores del Servicio Cántabro de Salud (SCS) ante los últimos pacientes que acudían al edificio. Cada vial de AstraZeneca tiene diez dosis para otras tantas personas. Por eso, si no se presentaban una decena, no se abría el vial. Y a los ocho últimos del turno de mañana, se les cambió la cara cuando vieron que era posible que no les pinchasen.
Llegaron a cuentagotas en un margen de 20 minutos. Las últimas, dos mujeres procedentes de Laredo, se indignaron: «Esto ya es un chiste». Sólo tenían «el rato indispensable para vacunarnos». Les habían llamado a primera hora de la mañana para adelantarles el turno y, como no les aseguraban la vacuna, pretendían irse nada más llegar. «Esperad, esperad, por favor», decía una tercera mujer con la esperanza de que aparecieran dos personas más que completaran la decena. Esta vacuna sólo aguanta seis horas desde que se abre el vial y el 'vacunódromo' cerraba al mediodía. Pero una llamada de última hora confirmaba la apertura también por la tarde. Así que los ocho de la cola pudieron volver a casa con la primera dosis de la vacuna. Las dos restantes se usaron finalmente en la sesión vespertina.
Esta situación es habitual. Los últimos del día se van sin pincharse en caso de no llegar al cupo de diez. Es el caso de una mujer de 78 años que se presentó ayer —cuando sólo vacunaban a profesionales esenciales de Servicios Sociales de entre 60 y 65 años— para ver cuándo le renovarían la cita después de que el domingo se tuviera que volver a casa sin vacunarse. «Hable con su médico de cabecera», la encomendaron.
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