La duna de Oyambre agoniza
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Los embates del mar han arañado unos 14.000 metros cuadrados de arena desde 2012Plácido Sánchez se asoma al borde del pequeño acantilado de arena que se ha formado tras el último golpe de mar en la duna de Oyambre. Se posa con tiento, porque podría desmoronarse en cualquier momento. Desde ese enclave, en la punta misma del campo de golf, recuerda lo que era el antiguo hoyo 6. «Allí estaba la salida, a unos sesenta metros de aquí», confirma mirando al vacío, al mar. «Tuvimos que rediseñar el campo porque el espacio que ocupaba ya no existe, se ha acortado el recorrido». «En esta dirección se ha llevado hasta 100 metros», explica con el dedo índice apuntando hacia la entrada de la ría, en dirección este. Hacia el oeste, en paralelo a la playa, el mar ha 'comido' varias decenas de metros a la duna a lo largo de unos doscientos metros.
Sus tres décadas de trabajo en el campo -en los últimos siete años es, además, el gestor de la instalación-, le otorgan la perspectiva que requiere su cálculo: «Más o menos, desde el primer temporal fuerte de 2012, han desaparecido hasta 14.000 metros cuadrados de superficie, y el problema es que esto no para». Cada mes miran el calendario de mareas y la previsión meteorológica para adivinar cuándo pueden confluir fenómenos que convierten al mar en un cuchillo para la duna. «Aquí pides ayuda a todas partes y al final te das cuenta de que no hay nadie que haga nada. Si el Gobierno acotara esto como es debido, si de verdad se buscara proteger la duna, se actuaría, pero al final a nadie parece importarle».
En verano la situación se recrudece, porque a la fuerza destructiva del mar se le une el factor humano con la actividad turística. «Las personas tienen que entender que esto es una estructura natural a preservar, y no se puede consentir que se estén tirando por ella, pisándola y destrozándola por mera diversión porque va a llegar un día en el que no va a quedar nada».
Al tratarse de un parque natural, cualquier solución al problema pasaría, irremediablemente, por el consenso de tres partes: Dirección Genera de Costas, Ayuntamiento de Valdáliga y Gobierno de Cantabria. «Hemos tenido esta semana precisamente una reunión en la Consejería y nos ha ido muy bien. Parece que hay intenciones de arreglar esto porque estamos asistiendo a la destrucción de la zona más bonita que puede tener Oyambre», destaca el alcalde de Valdáliga, Lorenzo González.
«La única manera de frenar la erosión sería colocar una escollera, pero claro, necesitamos tener el consenso de todos y hacerlo dentro de lo que establece la legalidad para estos casos de espacios protegidos», remarca el regidor. «A veces, la protección no se basa en no tocar la naturaleza, sino en ayudar a que ésta no destruya el paisaje que conocemos».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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