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«Aquí tuvimos otros problemas. Y está bien contarlo porque esto explica muy bien que los arquitectos estamos siempre lidiando con los regímenes de poder». ... Así se expresó el arquitecto Alejandro Zaera, que diseñó la Duna que lleva su apellido, convertida en la infraestructura estrella del Mundial de Vela de 2014. En una entrevista en El Diario Montañés, reconoció que él y su equipo hicieron el proyecto ejecutivo y que les «quitaron» la dirección de obra. «La sacaron a concurso y se la dieron a otra empresa por una cantidad muy pequeña (...) Yo creo que el motivo fue que querían radicalmente arañar costes», resumió Zaera, en referencia al presupuesto por el que se adjudicó la obra.
Este espacio, ahora clausurado por el mal estado de la estructura solo diez años después de su inauguración, salió a licitación por 4,3 millones de euros. Después, se adjudicó a la empresa Ascán por 2,5 millones, un 42% menos de lo presupuestado. Fue así ya que la Mesa de Contratación de 'Santander 2014' entendió que la oferta de la empresa del grupo Sadisa era la «más ventajosa» de las doce presentadas, «de acuerdo con los criterios establecidos en el pliego de condiciones».
Fue esa diferencia entre el dinero presupuestado y el adjudicado la que provocó la modificación del convenio suscrito entre el Ayuntamiento de Santander, el Gobierno de Cantabria, el Consejo Superior de Deportes –finalmente no aportó dinero para la infraestructura– y la Federación Española de Vela (RFEV). Según explicó el entonces presidente de la Federación, José Ángel Rodríguez Santos, lo que sobró de los 4,4 millones de euros que aportaron a partes iguales el Ejecutivo cántabro y el Consistorio, se desvió a la organización del Mundial. «Al adjudicarse las obras por menos dinero, se decidió cambiar el convenio y destinar el dinero sobrante a la organización del evento deportivo», detalló.
En 2016, dos años después del Mundial, Zaera concedió una entrevista a El Diario Montañés. Entre otras cuestiones, se refirió al proyecto de la Duna, la única infraestructura construida exclusivamente para la cita deportiva. Este espacio, junto a la rehabilitación del Dique de Gamazo, transformó el frente marítimo de Santander. «La sacaron a concurso y se la dieron a otra empresa por una cantidad muy pequeña. El proyecto es nuestro y los que llevaron la dirección de obra lo hicieron bien, pero no es un modelo que sirva de ejemplo. No es un buen modelo de gestión política y empresarial. No está bien que el arquitecto haga el proyecto y la dirección de la obra se la entreguen a otro. Yo creo que el motivo fue que querían radicalmente arañar costes. Pensaron que nosotros íbamos a ser más caros y posiblemente lo fuéramos, pero los honorarios que pedían eran temerarios, sobre todo trabajando desde el extranjero y, por eso, nosotros no entramos», explicó.
Una serie de circunstancias que hoy vienen a cuento si se atiende a que solo diez años después de su inauguración, la Duna está clausurada y muy deteriorada. De hecho, la propia alcaldesa de Santander, Gema Igual, reconoció el lunes que la 'madera tecnológica' –así la bautizó el Consistorio– de la Duna ha resultado «de mala calidad». Tras clausurar su acceso por mantenimiento y precaución, los técnicos del Ayuntamiento están valorando los desperfectos y harán un informe que presentarán al Puerto de Santander, propietario de la Duna, y al Centro Especializado de Alto Rendimiento de Vela Príncipe Felipe (CEAR), como concesionario, para determinar junto al Ayuntamiento si es preciso un arreglo «más integral».
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