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En Vox, la formación que en diciembre de 2013 fundó Santiago Abascal, se estila el verbo directo, sin retórica, «las verdades del barquero». El partido más a la derecha del espectro político español ha elegido el desparpajo como forma de comunicación. La falta de ... complejos. Y está creciendo día a día. El teléfono de Laly García, la número dos de la organización en la región, echa humo. Su correo electrónico recibe un bombardeo constante de misivas de personas que quieren 'salir del armario' y afiliarse a la formación. El resultado cosechado en Andalucía, el reino socialista por excelencia, donde han obtenido doce diputados ha desatado la euforia. «Se está apuntando mucha gente joven en los últimos días», explica Igor Aguilera, la voz de Vox. Las cifras hablan por sí solas: hace un año eran 60 afiliados, hace mes y medio no llegaban a cien, y ahora ya han superado los 280.
Las elecciones andaluzas han sido la última demostración de una reciente y creciente fuerza que se ha ido mostrando, entre otras cosas, en un goteo constante de trasvases de viejos cargos del PP y del PSOE a la trinchera de Abascal: «Se ha perdido el miedo, la gente ya no se cree que sólo hay dos opciones, o el PP o los que quieren romper España, los que mienten, los que dicen una cosa y hacen la contraria», relata Aguilera. «Cuando el secretario general, Javier Ortega Smith, nos visitó hace tres años recién llegado de Gibraltar estuvimos ocho personas en el Palacio del Mar. Éramos cuatro y el del tambor. En el último comité fuimos 80. El crecimiento es imparable. Vienen de PP, de PSOE y hasta de Podemos», relata Aguilera, y señala que la defensa de la familia tradicional, la desaparición de las autonomías y la unidad de España conforman la 'santísima trinidad' en que se fundamenta este trasvase.
Presidente Ricardo Garrudo. Es el propietario de Wolder, presidente de Denaes y se presentó a las Europeas en 2014.
Vicepresidenta Laly García. Informática, 43 años, es trabajadora autónoma. Primera vez que milita en un partido político.
Secretario Armando Blanco. 40 años. Hace cinco años se apuntó a Vox por su indignación con las políticas de Rajoy.
Tesorero José Rabade. Economista, jubilado.
Vocal Controlador aéreo en el aeropuerto Seve Ballesteros. Milita en Vox desde su fundación.
Vocal Miguel Vallejo. Comercial autónomo. 42 años. Es su primera experiencia política. Lleva cuatro años afiliado.
«Hay que defender la unidad de España frente a los nazis independentistas catalanes y los comunistas y el séquito anarcobolivariano que apoya a Pedro Sánchez», sentencia Garrudo. Este hombre no es cualquiera. El presidente de Vox Cantabria, la cara más visible de la formación, es del círculo íntimo de Santiago Abascal. Su amistad con el líder nacional viene de lejos, de antes de que naciera esta formación, de la Fundación para la Defensa de la Nación Española (Denaes), cuya presidencia ahora ostenta Garrudo y previamente lo hizo Abascal.
Su último discurso juntos tuvo lugar el sábado, un día antes de las elecciones andaluzas, en la plaza de Colón, donde reunieron a unos dos mil correligionarios en un acto «contra la impunidad de los golpistas». Allí defendió la Carta Magna «pese a sus defectos», aunque recordó que «antes de la Constitución ya existía España», un país que «se fraguó contra el invasor, ya fuese musulmán o francés», y se construyó con sudor y hasta con sangre «en la Guerra Civil que algunos quieren recordar».
Garrudo, que ya concurrió en las Europeas de 2014 en la lista encabezada por Alejo Vidal-Quadras, es un empresario sobradamente conocido en la región. Fabrica desde hace 18 años en China lo que vende en todo el mundo y cree que «el gran desafío pendiente de la economía regional es la internacionalización». Su última aventura empresarial fue Wolder, la empresa con la que trató de hacerse un hueco en el mundo de la telefonía móvil y cuyo área electrónica terminó por desaparecer, lo que obligó a despedir a algo más de un tercio de la actual plantilla, integrada por 150 empleados.
Vox es un partido con escasa actividad en la escena política de Cantabria. En las anteriores elecciones autonómicas celebradas en 2015, esta formación apenas obtuvo mil votos con las candidaturas encabezadas por Hugo Suárez a la Presidencia del Gobierno y Gema Palazuelos al Ayuntamiento de Santander. De momento, nadie sabe si repetirán o quién concurrirá porque todavía no están en fase. El próximo paso es buscar una sede oficial para el partido.
Garrudo es la cabeza más reconocible de Vox Cantabria; su Comité Ejecutivo lo integran seis personas más: la informática Laly García (vicepresidenta), el arquitecto Armando Blanco (secretario), el jubilado José Rábade (tesorero), y el controlador aéreo Igor Aguilera y el comercial Miguel Vallejo como vocales. Su candidatura fue la única que se presentó hace un año a liderar este proyecto, algo que creen que no volverá a pasar por el tirón que han dado. «Han venido cuatro exalcaldes del PP y otro en activo en busca de hueco. Prometen llegar con afiliados y sacar concejales en sus municipios... Pero cuando han visto que había que apuntarse, demostrar que son limpios, honestos, éticos y que deben trabajar como uno más, no se ha afiliado ninguno», relatan fuentes de la formación para explicar la atracción que ahora despiertan. «Incluso algún exdiputado lo ha intentado», descubren sin dar nombres.
«Se están cambiando porque se han dado cuenta de que estaban en el traje equivocado», sentencia Aguilera. «Las razones de estos movimientos son muy diversas, pero con nosotros se sienten muy satisfechos porque somos de verdad, defendemos lo que muchos de ellos esperaban en sus partidos». A Aguilera no le gusta que les califiquen de extrema derecha o de fascista, como gritan en las manifestaciones que han llenado miles de personas las calles de Andalucía tras la irrupción de Vox en el Parlamento, porque insiste, una y otra vez: «No somos ni fachas ni extrema derecha». Prefiere hablar de España, de familia tradicional, de las bajadas de impuestos y de que el PP ha estado engañando a una buena base de sus votantes «durante los últimos años».
También menciona la corrupción, claro. Y sabe que en su partido no se van a librar de las ovejas negras ahora que empiezan a crecer. «No estamos tocados por la mano de Dios. Seguro que nos pasa, pero se cortará de raíz. Preferimos hacer una expansión territorial más lenta a llenarnos de garbanzos podridos como en otros partidos», reflexiona el portavoz. «Es mejor poco y bueno que tener cantamañanas», prosigue antes de hacer una radiografía de sus bases: «Tienen un perfil variopinto. Ahora hay un aluvión de jóvenes, pero tenemos sobretodo profesionales liberales y autónomos. La mayoría afincados en Santander. Muchos han venido del PP y del PSOE; pero también tenemos gente que por desencanto votó a Podemos y se han ido decepcionados». «Han hecho un análisis de sus valores y se han dado cuenta de que están en clara confrontación con lo que hacen esos partidos».
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