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Poco antes de las doce. Fue el mejor momento. Aunque lo normal es que usted no se diera ni cuenta. Ni se hizo de noche ... de repente, ni decayó la luminosidad como para que llamara la atención –y hoy, además, ha salido un día radiante–. Pero a esa hora se estaba produciendo un eclipse parcial de sol. Para entenderlo de forma resumida, a luna se colocó entre la Tierra y el astro rey, al que tapó parcialmente. «A la mayoría le habrá pasado desapercibido porque a simple vista no se nota», comentaban los expertos. Pero, ojo, dentro de España, Cantabria –la cornisa norte, en general– fue uno de los sitios en los que mejor se pudo observar el fenómeno. Con equipamiento especial, eso sí.
Dependiendo del sitio, el eclipse se contempló entre las 10.48 y las 12.44 horas. Hubo, incluso, retransmisiones en directo (se ofreció en la web de este periódico). Y eso hicieron, por ejemplo, algunos miembros de Astrocantabria, la Agrupación Astronómica Cántabra, a través de las redes sociales. «Otras veces sí que hemos organizado algún acto, pero esta vez no porque sabíamos que se iba a notar poco y por las circunstancias de la pandemia», explicaba Neila Campos, la presidenta de este colectivo.
Ella detalla lo que se pudo ver esta mañana y por qué Cantabria, a nivel nacional, fue uno de los mejores sitios para descubrirlo. De entrada, «estos fenómenos se ven de diferente manera según el lugar de la Tierra en el que estés». De hecho, en algunos puntos muy concretos del planeta, los eclipses que para casi todos son parciales resultan totales. Tapan por completo al sol. Hoy no se dio el caso. El eclipse era anular, lo que supone que en esos puntos de mayor impacto la luna quedó 'insertada' en el sol y rodeada por un anillo de luz. Cuanto más cerca estés de esos lugares, mayores son las posibilidades de ver el eclipse. «Donde mejor se podía observar en este caso era en el Ártico. Y, entonces, cuanto más cerca de esa zona, más visible. Por eso, aunque estamos lejos, en lo que se refiere a España, el Norte fue el mejor sitio. Se vio poco, en todo caso, pero más aquí que en el resto del país» (un artículo en El País concretaba que en La Coruña la porción de sol tapada que se vería iba a llegar al 13% mientras que en Madrid sería un 4,7% y en Valencia se quedaría en un 1,7%).
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Campos, como siempre advierten los expertos, insistió en no mirar directamente al sol en estas situaciones. Primero, «porque te deslumbras y no vas a ver nada». Y, segundo, «porque puede ser peligroso para la vista». «La única manera de verlo fue con gafas de eclipse (y hay que tener en cuenta que caducan, por lo que conviene asegurarse de que están en buen estado) o con un vidrio de soldador del número catorce». Eso, o, desde un punto de vista más técnico, contar con un telescopio equipado para los eclipses.
«La mayoría no se habrá dado ni cuenta», resumía mientras ella y sus compañeros andaban pendientes del fenómeno.
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Ana del Castillo
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