

Secciones
Servicios
Destacamos
El mundo globalizado actual funciona como los impulsos eléctricos que recorren el sistema nervioso. El impacto del primer misil ruso en suelo ucraniano hace ... por ahora un año tuvo consecuencias prácticamente instantáneas en Cantabria; y eso que Kiev, su capital, está a 2.692 kilómetros de Santander en línea recta. Al drama de los refugiados, que llegaron primero a cuentagotas y luego de forma masiva, se unió la incertidumbre que lo tiñó todo. La economía regional enseguida se contagió y se preparó para lo peor. Se desbocaron los precios, se desató la inflación, los productos energéticos se dispararon y, como siempre, lo acabaron pagando los de siempre: consumidores y empresas. La región se jugaba mucho. Las relaciones comerciales con ambos países habían supuesto 147 millones en 2021. Un año después del inicio del conflicto, los expertos de la Consejería de Economía relativizan el alcance «porque no ha sido todo lo malo que cabría esperar». Eso sí, advierten: «El impacto sobre las previsiones económicas será mayor en 2023». Y señalan la evolución del Producto Interior Bruto (PIB) de los países comunitarios, que para España lo rebajan en tres puntos porcentuales. «En el caso de Cantabria, esta estimación podría ser muy similar», concluyen.
Lo que sí ha sucedido en este tiempo es que las exportaciones se han desplomado, aunque el efecto ha sido «moderado» ya que el mercado con Rusia y Ucrania apenas representa el 1% del total. Aun así, se pasó de 21,1 millones en 2021, a los escasos 6,6 del año pasado, según recoge el Instituto Cántabro de Estadística (Icane). Una caída del 68,7%.
Este jueves hará un año de la declaración de guerra de Vladímir Putin. Europa trata de recuperarse. Cantabria, también. La región dejó de exportar a Rusia (un 64,2%) por las sanciones internacionales y por la nueva política proteccionista de Moscú. Así lo reflejan los datos de la Cámara de Comercio e Industria cotejados por este periódico. ¿Qué se quedó aquí? Principalmente, electrodomésticos de marca blanca, maquinaria de obra pública y materias primas y semifacturas de plástico.
Se desploman las exportaciones.El miedo era que estaban en juego 141 millones de euros sólo en las relaciones comerciales entre Cantabria, Rusia y Ucrania. Las exportaciones con ambos países se desplomaron en 2022 (un 68,7%), pero aumentaron las importaciones, sobre todo con Ucrania (un 440%).
Cae el tráfico del Puerto con Rusia. El tráfico de mercancías del Puerto de Santander cayó con Rusia un 59% (161.282 toneladas menos), sobre todo impulsado por las sanciones internacionales impuestas y la política proteccionista decretada por Moscú. En cambio, con Ucrania aumentó un 28% (30.516 toneladas).
La luz merma la producción industrial. La industria, tanto la grande como la mediana y la pequeña, sufrió el año pasado por el aumento de los costes energético. Especialmente, las electrointensivas, las que más gastan, lo que les llevó a paralizar o reducir su producción. El megavatio/hora alcanzó el pico de 294 euros en agosto.
El IPC de enero en la región creció al 5,7%. Las familias soportan gran parte de las consecuencias de la guerra. Cantabria acabó enero con una inflación al alza. El IPC se situó en el 5,7% (un 15,4% en los alimentos), el euríbor ya está al 3% y el precio medio del combustible de la región es de los cuatro más caros del país.
También mermaron considerablemente los envíos a Ucrania. Un 69,1%, según la Cámara. Sobre todo, materias primas y semifacturas de plástico, caucho sintético, sanitarios y grifería. El número de empresas que exportaron a ambos países también se redujo: de 52 a sólo 29. Así lo refleja la estadística de ICEX, la entidad pública del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo que tiene como misión promover la internacionalización. «La guerra ha provocado una reacción que parece lógica: ha desincentivado las operaciones de exportación puntual, pero las habituales se han mantenido aunque con cifras de negocio más bajas», apunta su director territorial, Manuel Blanco Madrazo.
Las importaciones, en cambio, han amortiguado el batacazo. Las procedentes de Rusia bajaron muy poco, apenas un par de millones, de 118 a 116 en productos de fundición de hierro, combustible, fertilizantes y cereales; pero las de Ucrania dieron un salto espectacular al aumentar un 440%, según la Cámara de Comercio (7,9 millones en 2021; 42,2 en 2022). De allí vinieron cereales, fundiciones de hierro y menaje de hogar y cocina. «Estas cifras, probablemente, tengan más que ver con el precio que con el volumen», subraya Blanco Madrazo. «Curiosamente ha habido un incremento del 670% en el trigo importado de Rusia. Unos 17 millones. Este cereal venía anteriormente de Ucrania», explica Jesús Tortosa, director general de la Cámara. ¿A qué se debe?
Gaspar Anabitarte, secretario general del sindicato ganadero UGAM-COAG, cree tener la respuesta. «Los ganaderos, especialmente los de carne, se han encontrado con un problema enorme porque, entre la sequía que ha habido y lo de la guerra, han tenido que comprar pienso de fuera de España y, además, mucho más caro», afirma. Es decir, la ausencia de forraje les ha obligado a abastecerse fuera. «Los de leche, en cambio, han sufrido menos porque se pagó mejor durante el año pasado -de 0,3 euros de media el litro en enero, a 0,6 en diciembre, según el Icane-, aunque también hay que tener en cuenta que subieron los costes de producción por el encarecimiento, entre otras cosas, de la luz y los combustibles», recalca. El tráfico de mercancías del Puerto de Santander revela la misma tendencia. El intercambio de productos con Ucrania aumentó un 139% (30.516 toneladas más), mientras que con Rusia cayó de manera pronunciada un 59% (161.282 toneladas menos), sobre todo por las sanciones impuestas a Moscú. «La Unión Europea únicamente permite el tráfico de determinadas mercancías, por lo que existe un procedimiento aprobado por Puertos del Estado y Aduanas que regula las que pueden ser operadas y las que no», explica Francisco Martín, presidente de la Autoridad Portuaria de Santander.
La industria regional también ha notado el impacto de la guerra. Las grandes empresas electrointensivas estuvieron contra las cuerdas por el elevado coste de la energía, que las llevó incluso a paralizar o reducir la actividad porque producían a pérdidas. «Sin embargo, el precio de la energía para ellas se ha venido corrigiendo desde agosto tras alcanzar un máximo de 294 euros el megavatio hora en marzo. En enero de este año, el precio se ha situado en los 87 euros», señalan desde Economía. Este optimismo contenido lo ratificó esta semana el presidente regional. «Todas las empresas importantes están en una fase en la que van a ampliar y pretenden invertir», recalcó Miguel Ángel Revilla en un encuentro con mujeres empresarias. «Cantabria tiene fuerza pese a la incertidumbre por la guerra», sentenció.
La patronal cántabra no lo tiene tan claro. «Un año después, la realidad es que nos enfrentamos a un escenario con grandes incertidumbres y temores sobre cuáles van a ser los próximos acontecimientos», afirma Enrique Conde. «Aquí afecta a sectores claves en nuestra economía, como al sector primario y a la industria por la falta de componentes (especialmente, microchips) o el encarecimiento de los materiales y los costes energéticos», remarca el presidente de CEOE-Cepyme.
Las pequeñas y medianas empresas tampoco se han librado, aunque es difícil calibrar a cuántas ha afectado. Para conocer el número se puede tomar como referencia las que optaban a las ayudas directas de Sodercán. Finalmente, 1.800 de las 3.200 iniciales han cumplido los requisitos y podrán embolsarse 6,1 millones de los 11,8 iniciales preparados por el gabinete que dirige Javier López Marcano.
Los efectos de la guerra han sido especialmente duros en la economía doméstica. Los precios han subido y continúan por las nubes. «El último IPC en Cantabria, el de enero, subió al 5,7%, pero es que el principal encarecimiento lo registraron los alimentos con un 15,4%», explica David Cantarero, profesor titular de Economía de la Universidad de Cantabria. «El coste de la cesta de la compra sigue aumentando pues ni las marcas blancas frenan unas subidas no conocidas desde hace por lo menos casi treinta años», recalca. De hecho los cántabros se han visto obligados a cambiar su dieta, tal y como indican los últimos datos de consumo de alimentos del Ministerio de Agricultura. Los kilos por persona descendieron en noviembre respecto al mismo mes del año anterior: de 48,65 a 44,34 (el 8,9%). No obstante, pese a comprar menos, los ciudadanos tuvieron que pagar más, con un gasto medio mensual que pasó de 126,82 euros a 128,39, un 1,2% más. En resumen, se come menos carne, pescado y hortalizas, que se han sustituido por más patatas, arroz y huevos.
Consejería de Economía
El precio de los combustibles fue otro de los quebraderos de cabeza. El incremento por la guerra fue tan alto que el Gobierno central se vio obligado a aplicar durante nueve meses un descuento a todos los usuarios de 20 céntimos por litro. En total, diez euros menos cada vez que se llenaba el depósito de 50 litros. Esta medida duró hasta el 31 de diciembre y desde enero sólo la disfrutan los conductores profesionales. Cantabria cerró el mes pasado con el cuarto mayor precio medio de la gasolina en España (1,668 euros/litro). La estadística del Ministerio para la Transición Ecológica recoge que el gasoil fue el tercero más caro del país (1,711 euros/litro). «No es descartable que veamos al precio del diésel cercano a su máximo histórico de junio del año pasado, cuando el litro alcanzó los 2,1 euros», advierte Cantarero.
Francisco Martín
Presidente del Puerto
La luz se convirtió tras la guerra en una pesadilla para las familias. Había dudas incluso sobre el suministro, ya que Europa era muy dependiente del gas ruso, lo que incidía con fuerza en el precio de la factura. Sin embargo, parece que ha dado un respiro en el comienzo de año. La factura media de un hogar con tarifa regulada en enero fue de 55,83 euros, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Es la más barata desde febrero del año pasado, antes de desatarse el conflicto, y muy inferior a los 105,48 euros de la factura media de todo 2022. «Se trata de un inicio de año esperanzador propiciado por el incremento de la aportación hidráulica y eólica, junto con una reducción del precio del gas», explican desde la OCU.
Enrique Conde
Presidente de CEOE-Cepyme
A los ciudadanos con hipotecas también la guerra les ha supuesto una estocada. Para contener la inflación, la receta del Banco Central Europeo es subir los tipos de interés del dinero. A principio de mes lo hizo otro medio punto, hasta el 3%. Y en marzo se espera otro incremento de otro medio punto, hasta el 3,5%: unos 300 euros más al mes de media.
El panorama para las familias no es esperanzador. «Un año después de la guerra, son bienvenidas las soluciones que alivien el coctel de cargas económicas que todos tenemos, pero también es necesario explicar de dónde sale la financiación pues en Economía nada es gratis y alguien siempre acaba pagando la factura», concluye Cantarero.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.