La educación, clave para acelerar la igualdad

Una situación fundamentada tanto en razones generales que comparte todo el sistema universitario español, reflejo de los estereotipos de una sociedad tradicionalmente «patriarcal» que exige «muchísimo más» a las mujeres para llegar a un determinado nivel, de la dificultad de conciliar la maternidad y la vida familiar con carreras profesionales que exigen una dedicación casi absoluta y de la falta de políticas de igualdad «más proactivas», como en causas más específicas, como que la UC ha sido desde sus orígenes una universidad con predominio de las carreras científicas, a las que la mujer se ha incorporado más tardíamente y en menor medida que las vinculadas a las Humanidades. Son algunas de las conclusiones que refleja la conversación con Marta García Lastra, decana de la Facultad de Educación. Sólo hay tres mujeres que ostenten este cargo: las otras dos son Virginia Cuñat (Filosofía y Letras) y Cristina Blanco (Enfermería). Nombres a los que hay que unir los de Vanesa Pérez y Celestina Losada, directoras de la Escuela de Fisioterapia Gimbernat y del CIESE de Comillas –centros adscritos a la UC– y el de Mar Marcos, máxima responsable de la Escuela de Doctorado.

A pesar de los distintos pasos dados en pro de la igualdad, el lastre de este pasado ralentiza la llegada en mayor medida de las mujeres a los puestos de responsabilidad y el progreso profesional hasta los niveles más altos. Así, las mujeres suponen el 36% del Personal Docente e Investigador de la UC, porcentaje que se reduce a un pobre 16% en el caso de las catedráticas: tan sólo son 27 entre 169. Y eso que en los últimos dos años se han sumado siete nuevas. Aún así, la velocidad es menor de la deseada. Esto hace que la posibilidad de que una mujer llegue por primera vez a ocupar el cargo de rectora sea aún escasa. En España sólo hay siete.

Ángel Pazos no fue ajeno a esta sensibilidad y diseñó de cara a las elecciones al Rectorado de 2016 –que ganó– un equipo de Gobierno que está cerca de la paridad: cinco varones y cuatro mujeres (las vicerrectoras Marta Pascual, Teresa Susinos y Consuelo Arranz y la secretaria general Sonia Castanedo). Nunca había habido tantas.

A partir de aquí, la proporción es menor en otros cargos de responsabilidad. Teresa Rodrigo es por ejemplo la única mujer que está al frente de uno de los cinco institutos de investigación vinculados a la UC, en su caso el de Física (IFCA). Y en los departamentos sólo hay cinco directoras frente a 27 hombres, apenas un 15%. Son Juana María Torres (Ciencias Históricas), Paz de la Cuesta (Derecho Público), María Madrazo (Enfermería), Susana Truchuelo (Historia Moderna y Contemporánea) y Josefa Fernández (Química e Ingeniería de Procesos y Recursos).

La proporción femenina crece en las direcciones de área, donde casi suponen la mitad (seis de catorce), y en las jefaturas de Servicios (Biblioteca Universitaria, Centro de Idiomas, Escuela Infantil...), donde hay más mujeres que hombres (14 por 13).

«Las cifras son muy mejorables y es necesario estudiar por qué se producen. En la UC vamos a iniciar ahora un proceso de actualización del Plan de Igualdad que se aprobó hace diez años, y, por este medio, trataremos de afrontar este y otros retos importantes, como la mejora de la formación en perspectiva de género. Analizaremos políticas que hayan dado buenos resultados en otras instituciones y trataremos de adaptarlas a nuestro contexto específico», asegura Montserrat Cabré, directora del Área de Igualdad. Un plan que García Lastra insiste en la necesidad de «potenciar». «El tiempo no modifica por sí solas las cosas, son necesarias medidas proactivas que ayuden a igualar la situación», sostiene la decana. Un trabajo de educación en igualdad –continúa– que se debe realizar «desde la base de la enseñanza» en busca de una escuela «coeducativa», que hoy en día «sigue siendo una utopía».