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El pasado curso se activó el protocolo de acoso escolar en 146 ocasiones y en 28 de ellas se constató la existencia de ese «continuo y deliberado maltrato verbal, físico o psicológico», que, ejercido sobre un alumno por uno o varios compañeros, tiene por fin ... atentar contra su dignidad, menoscabarla.
Estas cifras, relativas al curso 2022-23, revelan un repunte respecto a las avanzadas en el anterior informe del Observatorio de la Convivencia Escolar en Cantabria, tanto en relación a los protocolos abiertos –que pasan de 82 a 146– como a los casos finalmente confirmados –que van de 11 a 28–. ¿Qué lectura hace la Consejería de Educación, FP y Universidades de los datos? ¿Son preocupantes? «Tiene que haber cierta preocupación por este incremento y lo ideal sería que no hubiera ni un solo alumno acosado. No obstante, las cifras son muy bajas y no puede decirse que haya un problema de convivencia escolar grave» en Cantabria, valora José Luis Blanco. El director general de Calidad y Equidad Educativa toma como referencia el propio informe, que revela que, en relación a los 93.611 estudiantes matriculados el pasado curso en enseñanzas no universitarias, los protocolos abiertos representan un 0,155%.
En cualquier caso, ¿a qué puede deberse este repunte? Por un lado, «hay una mayor sensibilización en la sociedad sobre la gravedad del acoso», y asuntos como las novatadas o los ritos de iniciación ya no se ven como algo inocuo, como una cosa de niños, aprecia Blanco. «Lo que antes se consideraban situaciones normales ya no lo son y podemos congratularnos por ello», continúa el director general, que, en este sentido, observa que ese «aumento de la sensibilización ha incrementado las denuncias y, en consecuencia, se están descubriendo casos que antes quedaban ocultos». Prueba de ello podrían ser las 302 llamadas y consultas que atendió el pasado curso la Unidad de Atención a la Diversidad y Convivencia, el triple que dos años antes. No obstante, Blanco insiste en que los casos finalmente confirmados «no llegan ni a uno por cada mil niños» y eso significa que hay muchos centros sin rastro de este tipo de conflictos.
Si se trata de cifras, Lourdes Verdeja pone en cuestión las que emanan de la administración. Presidenta de la Asociación Tolerancia 0 al Bullying, resume así su parecer sobre el contenido del informe: «Creo que los datos oficiales son solo la punta del iceberg y que hay un problema en la detección de los casos de acoso». Coincide con el volumen de protocolos abiertos, pero cree que muchos de ellos se cierran en falso. Por eso, se plantea, no sin ironía, si no estará equivocada con la definición de acoso. «¿Porque cuánto tiempo tiene que sentirse víctima un menor para tenerlo en cuenta?», se pregunta Verdeja, que no duda de que en muchos centros hay buen clima escolar, pero no en todos. «No es que haya pocos casos, es que el sistema descubre pocos. Confío en que esta Consejería pueda conseguir el cambio».
Más allá de que la sensibilización social empuje la apertura de protocolos, Blanco también apunta al efecto amplificador de los dispositivos digitales y de las redes sociales. Su uso «facilita» el acoso por razones como su alcance y su capacidad de difusión, el anonimato que procuran y la cosificación de la víctima, con la que no es necesario relacionarse personalmente para infligirle un maltrato. «Es una preocupación que tenemos en la Consejería: el uso de los medios digitales de forma inadecuada.Pensamos que se está produciendo una sobreexposición y por eso decidimos, de forma razonada, que esa exposición sea progresiva y llegue cuando los niños hayan construido una personalidad y hayan desarrollado unas competencias», señala Blanco.
La Consejería aspira a elaborar un Plan de Digitalización educativa cuyas «patas fundamentales» serán esa «introducción progresiva» de las pantallas «para poder educar conforme al nivel psicoevolutivo de los alumnos en cada etapa»; y «la necesaria implicación» de las familias. «Hay que concienciarse de que los medios digitales son útiles, pero también tienen riesgos», zanja Blanco.
«Si bien es cierto que existe un repunte de protocolos abiertos, en términos globales podemos hablar de un buen clima de convivencia escolar»
«Es una preocupación que tenemos en la Consejería: el uso de medios digitales de forma inadecuada.Se está produciendo una sobreexposición»
«Creo que los datos oficiales son solo la punta del iceberg y que hay un problema en la detección de los casos de acoso»
El informe contiene más datos con los que perfilar la situación en las aulas cántabras. Así, si en 146 ocasiones se notificó a la Unidad de Convivencia una posible situación de acoso escolar, 54 de esas veces se produjo en relación a la etapa Primaria –que va de los 6 a los 12 años y en la que se confirmaron 11– y otras 83 en ESO –entre cuyo alumnado de 12 a 16 años emergen los 17 casos restantes constatados–. En Bachillerato y FP las cifras son menos significativas.
Por sexos, 17 de los 28 casos en los que se constató el acoso tuvieron a chicas como objetivo, y en cuanto a la autoría, el mayor número de protocolos se abrió cuando los presuntos agresores eran todos varones (en 21 casos), si bien también son significativos los 18 casos activados cuando el grupo de presuntos agresores lo componían hombres y mujeres.
El Observatorio destaca igualmente que en los protocolos donde no se pudo constatar la existencia de acoso «sí se detectaron situaciones puntuales relacionadas con problemas de convivencia» en los centros. Así, en «al menos 35 casos» se dieron dificultades de convivencia en el centro y, en total, se instruyeron 11 expedientes disciplinarios «por conductas contrarias que no han podido resolverse de forma restaurativa».
Hablando de expedientes disciplinarios, durante el curso 2022-23 se incoaron 145, el 16% menos que en el anterior. En Primaria fueron cinco; a 27 llegaron en Bachillerato y FP, una cifra que cae respecto al curso 2021-22, y en la ESO se registró la mayor parte, es decir, 117. «Se abren significativamente más procedimientos en el primer ciclo de la ESO que en el segundo», hace saber el Observatorio.
Y otro aspecto interesante que recoge el informe se refiere al seguimiento de los casos identificados como acoso en el año escolar 2021-22. Fueron once, pero ¿qué ocurrió con ellos al curso siguiente? ¿Desapareció el maltrato, el sufrimiento? Bajo supervisión de la Inspección y de la Unidad de Convivencia, se realizó un «acompañamiento» de alumnado y familias para «reajustar, si fuera necesario, las medidas adoptadas». Pues bien, esas medidas «tuvieron éxito» para nueve estudiantes, que aseguraron que el acoso había «cesado». En los otros dos casos se solicitó finalmente un «cambio de centro».
El 91,5% de los protocolos antiacoso se abrió en las etapas de Primaria y Secundaria
Se incoaron 145 expedientes disciplinarios, la mayoría en ESO, un 16% menos que el curso pasado
Nueve de los once casos de acoso confirmados hace dos años indicaron que la situación había «cesado»
«Si bien es cierto que existe un repunte de protocolos abiertos por acoso escolar, lo cierto es que, en términos globales, podemos hablar de un buen clima de convivencia escolar» en los más de 300 centros educativos de la comunidad autónoma, apoya el consejero, Sergio Silva. En esta línea, el titular de Educación aboga por «seguir insistiendo en las conclusiones de ese informe», con el fin de «contribuir a crear una red de centros educativos con buenas prácticas de convivencia».
¿Y qué concluye el informe? Varias cosas. Entre ellas, que los planes de convivencia han de ser «documentos vivos y conocidos» por toda la comunidad educativa, familias incluidas; que es preciso «mejorar la detección temprana de perfiles de vulnerabilidad en casos de desatención familiar, riesgo social o situaciones externas al centro» que repercuten en la escolarización; o que es indispensable «impulsar el modelo restaurativo», la «convivencia positiva» y la formación del profesorado.
El pasado curso se abrieron 145 expedientes disciplinarios y según revela el Observatorio de la Convivencia, la medida correctora más aplicada «sigue siendo la suspensión del derecho de asistencia al centro de forma temporal». Así figura en 69 de los procedimientos ordinarios abiertos, si bien en otros 25 se concluyó que la sanción más oportuna era «el cambio de centro educativo».
El informe también incluye una relación de las conductas que desencadenan la incoación de estos expedientes disciplinarios. La más frecuente es la «agresión física, el acoso, las amenazas o coacciones contra cualquier miembro de la comunidad educativa». Así fue en 67 ocasiones el curso pasado. En otras 42, la causa del expediente tuvo que ver con una «reiteración, en un mismo curso escolar, de conductas contrarias a la convivencia en el centro»; y en otras 27, el desencadenante fueron las «injurias u ofensas a cualquier miembro de la comunidad educativa».
En menor medida, figuran los «daños graves» a las instalaciones o materiales educativos o el «uso y comercio» de sustancias nocivas.
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