¿Qué educación queremos?
La cuarta economía de la zona euro no puede condicionar su sistema educativo por un problema de conciliación
José Merino Pacheco
Martes, 15 de mayo 2018, 07:17
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José Merino Pacheco
Martes, 15 de mayo 2018, 07:17
En el tiempo que se ha venido debatiendo en la subcomisión del Congreso el Pacto por la Educación, la comunidad educativa elaboró su propio documento para defender nuestro modelo. 'La Educación que queremos' es el título que lleva ese texto que, firmado por una ... amplia representación de la enseñanza pública, contaba con la Ceapa (Confederación de Asociaciones de Padres), como uno de sus impulsores.
Ahí se señala que el profesorado «es un agente clave…, por lo que su reconocimiento, valoración y apoyo social e institucional se hace imprescindible». Sin embargo, desde hace dos años, coincidiendo con el cambio en Cantabria del modelo de calendario escolar, FAPA Cantabria, de una manera insistente, 'exige' la extensión de la jornada reducida en los centros de Infantil y Primaria durante los meses de junio y septiembre, poniendo en entredicho el quehacer profesional del profesorado, no contribuyendo -precisamente- a su «valoración y apoyo social». Más bien, todo lo contrario. Recordemos que FAPA es una organización asociada a Ceapa y presidida por la misma persona que ostenta el cargo de presidenta de dicha Confederación.
La jornada reducida se produce con el calendario actual y también se produjo con el anterior. No ha habido cambio en ese aspecto.
Y no lo hay porque en la enseñanza actual es imprescindible realizar una serie de tareas, sin las cuales la efectividad de las clases quedaría seriamente afectada: elaborar las programaciones, coordinar la práctica educativa con el conjunto del profesorado que imparte clase en un mismo grupo y con los especialistas (Orientación, P. T., A. L.,...), coordinar a nivel de ciclo y de centro (Comisión de Coordinación Pedagógica), elaboración de materiales, lectura de los informes personales de cada alumno y alumna para adecuar el proceso de enseñanza-aprendizaje a las necesidades específicas de cada uno de ellos, programar las salidas didácticas y, entre otras actividades, preparar el banco de recursos, que ya es una realidad en nuestros colegios y que permite que las familias se ahorren la mayor parte del coste económico que les supondría comprarlos.
Todo ello en las 22 horas y media que se reduce el horario en el mes de septiembre. Cualquiera que haya estado en un colegio sabe que se dedican muchas más horas. En definitiva, una reducción, que sumada a la del mes de junio (elaboración de la memoria, redacción de los informes individuales del alumnado, recogida de material para el banco de recursos del próximo curso, elaboración conjunta de conclusiones y aspectos a mejorar,...) deja el curso escolar en Cantabria en 830 horas lectivas anuales. La media de los países de la Unión Europea está en 768 horas en Primaria y en la de los que componen la OCDE en 791 horas. Es decir, en Cantabria nuestro alumnado va a recibir 62 horas más que la media de los países europeos y 39 horas más que la media de los países de la OCDE. La diferencia aumenta considerablemente si nos fijamos en países como Finlandia (626 horas anuales), Alemania (702), Noruega (748) o Japón (754).
Parece obvio deducir que países que desarrollan sistemas de enseñanza de calidad y obtienen buenos resultados educativos no son los países que más horas lectivas establecen en sus centros.
El problema, como es evidente, surge con la conciliación familiar. La cuarta economía de la zona euro no puede condicionar su sistema educativo por un problema de conciliación, aunque también deba dar respuesta a esta dificultad. No podemos retrotraernos a la educación de hace un siglo, o a la que tienen actualmente países en vías de desarrollo, cuya función primordial era/es la guarda del alumnado para que sus familias puedan obtener los ingresos mínimos necesarios para su subsistencia.
A este respecto, aun considerando lo mucho que debemos seguir avanzando, hay que señalar que nuestros colegios de Infantil y Primaria ofrecen servicios complementarios importantes. Tenemos servicio de comedor, programas de refuerzo educativo y talleres u otras actividades que son organizadas por los equipos directivos de los centros y cuentan con la colaboración de familias y profesorado, sin los que no sería posible esta 'extensión' fuera del horario escolar.
Por eso, preocupa la postura y la agresividad de FAPA en un tema que nos lleva a un enfrentamiento que no existe en el quehacer diario de los colegios, donde la colaboración entre familias y profesorado es la tónica general. Donde los padres y madres no sólo valoran, sino que -en muchos casos- participan, por ejemplo, en las salidas didácticas, que son práctica general en todos los centros, y en las que el profesorado alarga durante días y semanas su horario laboral, mucho más allá de lo establecido.
Y es más descorazonador al contemplar que en Cantabria contamos con ofertas educativas que no todas las comunidades tienen. Las aulas para niños y niñas de 2 años funcionan desde 2004. Un alumnado que este curso se eleva a 2.764 niños y niñas y que en otra comunidad supondría que esas miles de familias tuvieran un problema de conciliación añadido.
Por eso, sus responsables deben decidir qué educación es la que quieren: la que escriben en documentos en Madrid o la que reclaman aquí. Si la de los países avanzados o la de los países en vías de desarrollo. Si la educación del siglo XXI, o la de tiempos pasados. Si la del trabajo conjunto para seguir avanzando en la mejora del sistema educativo público de Cantabria o la del enfrentamiento con el profesorado.
*Licenciado en Ciencias de la Educación Miembro del Secretariado del STEC
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