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Ha habido no poco debate sobre dos versos que se reiteran en una de las canciones que hicieron mundialmente famosos a los Bee Gees. Se ... trata de ‘Stayin’ alive’ (’manteniéndose vivo’) y las líneas que siguen a una declaración de que todo está bien ahora tras una infancia dura, dicen así: «Podemos tratar de entender / el efecto de ‘The New York Times’ sobre el hombre». El propio periódico se hizo eco jocosamente de la expresión en un editorial en 2009 sobre el 50º aniversario del grupo australiano. Pero, ¿qué significa realmente la frase?
Para algunos, se trata de contraponer la vida real de la calle con los grandes temas oficiales de un periódico de élite. La calle trata de seguir viviendo para ver otro día. La prensa habla, en cambio, de grandes temas económicos y diplomáticos y culturales. Para otros intérpretes, consistía en una queja soterrada de los hermanos Gibb contra las despiadadas críticas musicales del diario. Para unos terceros, los versos transpiran simpatía hacia el periodismo, como vehículo para que el hombre de la calle se haga cargo de los hechos de la vida contemporánea y así pueda orientarse.
¿Con qué versión se quedaría usted al tararear «We can try / to understand / ‘The New York Times’ effect on man»? Es indudable que el periodismo ha transformado al ser humano, porque ha rediseñado su cotidianidad. Por un lado, lo ha hecho más consciente de los acontecimientos y las estructuras de la sociedad de su tiempo. Por otro, lo ha vuelto más vulnerable a la excitación y al pastoreo de masas en tiempo real. Para mí, los Bee Gees se manifestaban irónicamente: la prensa se tomaba como un intento de crear un tipo determinado de lector, lo cual muy bien podría conseguir… o no.
Sería interesante un estudio sobre el «efecto de ‘The New York Times’ sobre el hombre» respecto de los últimos cien años de la prensa de Cantabria, es decir, en qué medida la agenda social y política fue encauzada mediáticamente o, a la inversa, en qué momentos la vitalidad social irrumpió para obligar a los medios a salir de su referencia institucional y volver otra vez a la calle, a la gente, al «mantenerse vivo». Las movilizaciones de mujeres o jubilados tienen un poco de ambas cosas: nutridas inicialmente con polémicas en las esferas oficiales, se han transformado en reacción explosiva desde abajo. Pero, más sencillamente, podríamos averiguar en qué medida la personalidad cántabra ha sido configurada en virtud de, o a pesar de, la presencia del periodismo a través de sus múltiples canales. Es la paradoja de los medios: configuran lo que reflejan, y por tanto hacen más que reflejarlo. Como nuestra ‘vida’ es una gestión cultural de la biología (no confundir con la ‘vidalogía’), el efecto de ‘The New York Times’ no es baladí. Quizá el sentido último de los Gibb era indicar que ese efecto… no hay quien lo entienda.
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Ana del Castillo
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