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Las altas temperaturas que acaloran a Cantabria podrían tener mucho que ver con la proliferación en la provincia, y en especial en la costa oriental, de la oruga Mythimna unicpunta, una especie popularmente conocida como 'oruga soldado' cuya presencia no representa ningún peligro ni ... para las personas ni para el resto de animales pero sí para los campos de cultivo, los forrajeros y los hortícolas, que pueden llegar a arrasar en apenas unos días de actividad. Defoliador de los prados y el maíz, temido por su enorme voracidad e inmune a la acción del hombre (no existen productos fitosanitarios autorizados para tratarlo sobre las praderas), a este insecto, un lepidóptero de la familia de las mariposas nocturnas que avanza como lo hace un ejército, solamente puede pararlo el frío, que es lo que ahora debería hacer pero no hace.
Según indicó este miércoles el secretario general del colectivo agrario Asaja Cantabria, Raúl Guillarón, varios ganaderos y agricultores de la zona oriental de la región han observado en las últimas semanas la presencia abundante de estas orugas en sus tierras, que él ubica «entre la franja costera que va de Solares a Guriezo, diez kilómetros autovía adentro». Por allí, dice, se están detectando algunos 'ejércitos' y las huellas de su paso.
«Arrasan con todo», dice Guillarón. «Lo devoran todo», insiste. «Se comen las gramíneas, las flores, la parte buena de la yerba...». Finca que pisan, finca que esquilman provocando graves daños, algunos irreversibles para el normal crecimiento de los cultivos. «Se cargan la cosecha de ahora y la del año que viene si no resiembras», una tarea, subraya, que no es en absoluto gratuita. «Entre 150 y 200 euros la hectárea», calcula él.
Un gasto que no todos los ganaderos pueden asumir, remarca el propio Guillarón, que se compadece de ellos. «Entre los lobos, las enfermedades y las plagas de gusanos... no hacen carrera».
Y lo peor no es eso. Lo peor es «que no hay ninguna solución» porque los tratamientos insecticidas no están autorizados en las praderas, indica el sindicalista, que solo puede sugerir a los afectados que se sienten a esperar. «Esperar a que llegue el frío», dice. «Lo normal es que a estas alturas del año, en pleno octubre ya, las temperaturas nocturnas no subieran de los diez grados», valores en los que este tipo de gusano no se desenvuelve bien. Ni se desplaza ni se reproduce. Al menos no lo suficiente como para crecer a categoría de plaga. «Pero como con esto del tiempo no hay nada que sea normal...», pues solo cabe sentarse a esperar, que es lo que está haciendo Iñaki Bringas.
Dueño de una cabaña ganadera en la localidad de Guriezo, donde tiene 82 vacas monchinas, Iñaki lleva una semana viendo cómo las 'orugas soldado' avanzan por las fincas de su propiedad, tres terrenos con una extensión total de unas 55 hectáreas, sin que nada las detenga.
«Entraron hace una semana y han arrasado con todo», afirma. «Solo han dejado las malas hierbas», se queja el joven ganadero, al que la Mythimna unicpunta le ha devastado, en tan solo días, alrededor de unas seis hectáreas. «2,5 en una fincas, tres en otra y media en otra», recuenta Iñaki, que no va a tener más remedio que resembrar lo echado a perder. Él eleva el precio a 250 euros la hectárea porque tengo que meter diferentes tipos de semillas», se explica.
«Lo que más rabia me da es no poder hacer nada», protesta Iñaki, receptor de una ayuda de la Política Agraria Común (PAC) que le impide, entre otras cosas, utilizar herbicidas, fertilizantes ni productos químicos de ninguna otra clase con los que poder combatir a la 'oruga soldado', de la que únicamente puede esperar que se harte de comer o que se congele de frío.
Él y el resto de ganaderos afectados en Guriezo, que son al menos una decena, según asegura el chico y corrobora el alcalde del municipio, Ángel Llano, preocupado por el avance del 'ejército' sobre las fincas.
«Los gusanos se están comiendo los prados en varios barrios. Los han visto en el barrio de Llano y en el puerto de Hoyomenor», precisaba el regidor municipal, que este miércoles, se acordaba de «un par de días en los que por la noche ha hecho algo de relente y hemos visto una gran cantidad de gusanos muertos».
Muertos de frío, aclara Llano, que confía en que una inminente bajada de las temperaturas contribuya a erradicar la presencia de estas orugas en la zona «porque, como esto vaya a más, vamos a añadir un serio problema a un sector, el ganadero, que ya tiene suficientes».
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