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Un ejército a su servicio

Un ejército a su servicio

Nacho G. Ucelay

Martes, 17 de marzo 2020, 07:18

Cientos de profesionales dan la cara en un momento crucial. Médicos, policías, farmacéuticos, empleados de supermercados... Todos arriesgan su salud con un solo objetivo: ganar al coronavirus

Manuel Diego, taxista

«Garantizamos el servicio a toda la ciudad»

El taxi se ha convertido en la mejor opción para quienes durante estos días se desplazan en transporte público. Manuel Diego lleva nueve años largos al volante del taxi. Apostado en la parada situada junto al Hospital Valdecilla, el chófer asea su vehículo mientras espera la próxima carrera en una mañana de poco trabajo. «Nos hemos organizado por nuestra cuenta», explica. «Vienen días muy duros y hemos decidido trabajar a turnos para así garantizar el servicio a todos los ciudadanos», añade el hombre con la lógica preocupación que impone un momento así. «Es que no sabemos qué va a pasar... No sabemos... Hay tanta incertidumbre». Entre los taxistas y entre sus clientes, con los que, por el bien de todos, toman las debidas precauciones higiénicas. «Cada vez que se baja uno, desinfectamos el asiento, el respaldo y el asidero. Y cada vez que se sube otro, nos ponemos guantes y mascarillas». Y hablan «de lo difíciles que se van a poner las cosas cuando esto se acabe». Y se lamentan «del agujero que el coronavirus va a dejar en todo el mundo». Y se animan.

Gonzalo Pérez Rojí, Médico

«Entre todos vamos a sacar esto adelante»

El personal médico forma la primera línea de batalla contra el coronavirus. El doctor Gonzalo Pérez Rojí, jefe del servicio de Urgencias del Hospital Valdecilla, integra el equipo sanitario que cada día, desde hace ya varias semanas, pelea a brazo partido por intentar frenar el avance del virus por la región. Para ese colectivo son los aplausos que cada noche desde hace ya tres se escuchan en todos los balcones cántabros. «Nos motivan, claro que nos motivan», dice el doctor, que más allá de ese gesto él valora la colaboración ciudadana. «Están ayudando y lo estamos notando. El servicio es más ágil, más eficiente, los protocolos están funcionando... Creo que, en general, los cántabros están entendiendo muy bien el mensaje». Nombrado jefe del servicio hace sólo seis meses, Pérez Rojí no rehuye la responsabilidad que le ha caído encima. «Es un marrón, sí, pero entre todos vamos a sacar esto adelante. Eso seguro. La actitud de todos no puede ser mejor. El personal sanitario está muy comprometido y la ciudadanía muy concienciada de la difícil situación por la que estamos atravesando».

Fernando Arronte, Gasolinero

Saldremos, como hemos salido de otras»

Las gasolineras son imprescindibles para facilitar la movilidad del ejército llamado a luchar contra el coronavirus. Fernando Arronte es el encargado de la estación de servicio de Valdecilla, Avia, donde la actividad «ha decaído un poco» en el arranque de una semana incierta. «El sábado y sobre todo el domingo fueron días muy movidos, pero hoy, lunes, ese movimiento está siendo menor». Han retirado el servicio de cafetería y, además, «hemos activado el modo de autoservicio para nuestros clientes» para evitar exponerse a un contagio. «Estamos trabajando con todas las garantías sanitarias», asegura el hombre, que lamenta las molestias que esas limitaciones están causando a sus clientes. «Algunos no están acostumbrados, porque aquí siempre servimos nosotros, pero... la mayoría comprende la situación y se muestra colaboradora». Preocupado, «como todo el mundo», Arronte admite que en su vida había visto «algo así», aunque él está convencido de que «saldremos adelante como hemos salido de otras no sé si decirle que peores, porque eso es mucho decirle, pero sí muy duras».

Sara López, Frutera

«Hay miedo a quedarse sin alimentos»

El sector de la alimentación trabaja sin desmayo para abastecer a la población. Sara López es propietaria de un puesto de frutas en la Plaza de México, donde ayer había pocos negocios abiertos. «Hay género, pero lo que no hay es gente. Al menos hoy», explica la mujer, que, a pesar de ello, permanece abierta porque «yo no quiero fallar a mis clientes. Me da palo que venga algún habitual y no me encuentre o no encuentre nada». Protegida con guantes, mascarilla y un bote de gel desinfectante con el que limpia el datáfono en cuanto le echa mano, Sara ha observado que los compradores «tienen mucho miedo a quedarse sin alimentos en casa». De ahí que el viernes, y en especial el sábado pasado, «aquí vino gente como si fuera el fin del mundo». Pero no lo es. Es una emergencia sanitaria de una enorme gravedad «que algunas personas no se están tomando en serio, o, al menos, con la seriedad con la que debieran tomarlo, porque yo estoy viendo paseando por la plaza a gente, sobre todo personas mayores, que creo que deberían estar encerradas en sus casas y no exponiéndose o exponiendo a los demás».

Carlos Fernández, Vendedor de móviles

«Ha venido más gente de la que esperaba al abrir»

Las tecnologías van a jugar un papel determinante en esta crisis sanitaria. Carlos Fernández es el responsable de la tienda de telefonía móvil Yoigo en la calle Burgos de la capital, Santander, abierta al público para resolver cualquier contingencia que sus clientes pudieran tener en estos días en los que el uso del teléfono, personal o empresarial, se hace más necesario que nunca. «Está entrando más gente de la que esperaba al abrir, la verdad, aunque es cierto que, por norma general, el lunes es un día de bastante afluencia porque la gente viene con los problemas acumulados de dos días. Que si falla la batería, que si se ha roto el cargador...». Mostrando su compromiso con las necesidades de los demás, Fernández asume con enorme firmeza los riesgos que entraña su exposición física al cliente. «Mi madre tiene 88 años y patologías que, en caso de infección, serían mortales para ella». Por eso, no ha escatimado en medios para autoprotegerse (guantes, mascarilla y gel antiséptico) y así poder dar la cara como los demás ante este desafío sanitario, que también lo es para las comunicaciones.

Abraham Roqueñi, Policía

«Héroes son los médicos y las enfermeras»

Las fuerzas del orden están velando porque el confinamiento ordenado por el Gobierno de Epaña se haga efectivo. Abraham Roqueñi es agente de la Policía Local de Santander, cuerpo al que se incorporó hace 18 años y al que le ha correspondido cumplir la difícil misión de mantener el orden dentro del desorden. «Los ciudadanos están respondiendo muy bien, aunque hay excepciones». Él y su compañera de patrulla han observado que «hay gente que aún se resiste a quedarse metida en sus casas». Y lo comprenden. «Es algo inevitable». Pero advierten de que no les temblará el pulso a la hora de apercibir a los infractores «porque esta es una medida que se ha tomado por el bien de todos». Preocupado porque él también tiene «familiares mayores con factores de riesgo» a los que se cuida mucho de no visitar por su alta exposición al contagio, Roqueñi no se considera ningún héroe. «Héroes son los médicos y enfermeras que están dando la cara por todos nosotros a centímetros de la enfermedad. Y héroes son los ciudadanos que con su actitud responsable están ayudando a contener el coronavirus».

Andrea López, Farmaceútica

«Trato de concentrarme en lo que hago»

Las farmacias continúan cubriendo todas las necesidades de los enfermos. Andrea López trabaja como empleada en la farmacia 24 horas Valdés Gallo, en la santanderina calle Calvo Sotelo, donde el trasiego de ciudadanos buscando sus medicamentos habituales –mascarillas no, porque no tienen– se produce en general por las mañanas. «Por las tardes apenas hay gente. No sé. Parece que aprovechan las mañanas para hacer sus recados en el centro y luego por las tardes se refugian en casa». Como la mayoría de los trabajadores jóvenes o de edad mediana, Andrea también tiene familiares de frágil salud. «Estoy preocupada por ellos. Preocupada e inquieta», admite la farmacéutica, que procura que esa ansiedad, lógica, no le afecte en su trabajo de cara al ciudadano. «A ver, es inevitable pensarlo, porque aquí no se habla de otra cosa. Pero en la medida de lo posible trato de estar muy concentrada en lo que hago». Que es prestar un servicio indispensable a quienes requieren de una medicación concreta en un momento en el que ponerse detrás del mostrador de una farmacia tiene su mérito.

Milagros García, Cajera

«Estamos hasta arriba. Es un no parar»

Las cajeras de los super se han convertido en personas 'de primera necesidad'. Milagros García recibe al otro lado de una de las cajas del Carrefour Market situado en la céntrica calle Calvo Sotelo, donde ella y el resto de sus compañeras llevan toda la mañana trabajando sin apenas darse un mínimo descanso. Por su esfuerzo, y por responsabilidad, se han convertido en otra de esas figuras dignas de un homenaje cada día. «Estamos hasta arriba. Es un no parar, pero lo llevamos bastante bien porque lo tenemos todo muy bien organizado. Los clientes respetan las filas, son pacientes, y así es más fácil para todos», afirma la cajera, que hace hincapié en las medidas adoptadas por la empresa para garantizar la salud de los empleados y los compradores, con los que apenas tienen tiempo de cruzar palabra. «Todos están preocupados. Muy preocupados. Se lo notas. Y te lo dicen». Ellos, los empleados del supermercado, también lo están, aunque lo disimulen. «Dicen que esto va para largo, que vamos a estar así por lo menos dos meses... No sé. Confiemos en que todo va a salir bien, ¿no?».

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