La clave de este incubador embrionario, que ya utilizan otros centros de referencia como IVI y Quirón Bilbao -por citar los más próximos-, es que «mejora las condiciones ambientales en que se desarrollan los embriones, porque permite no tener que moverlos del hábitat donde los dejamos desde el día que los obtenemos hasta que los transferimos al útero a través de una fecundación in vitro», explica. Hasta ahora, cuando se realizaba una punción a una mujer para extraer los óvulos, se inseminaban ese día y se metían en unos incubadores, donde permanecían hasta un máximo de una semana. «Pero para controlar su progreso, había que sacarlos cada día, con el estrés que eso conlleva para el embrión», apunta.
Con este nuevo sistema se puede hacer ese seguimiento desde la pantalla del ordenador, «sin necesidad de tocarlos, mejorando así las condiciones de cultivo. Ningún aparato aporta nada que no tenga el embrión», precisa Ochoa, «pero sí podemos evitar hacerle daño inconscientemente». Todo ello teniendo en cuenta, además, que este equipamiento «nos permite seleccionar el embrión más apto, escoger muy bien al que vas a transferir, el que más potencial creemos que tiene para que la mujer se embarace lo antes posible. En definitiva, disminuye el tiempo de espera hasta conseguir la gestación». Un factor que resulta crucial para aquellas mujeres que se ven obligadas a recurrir a tratamientos de fertilidad, porque casi siempre el tiempo juega en contra, generándose una angustia que va en proporción a esa demora por estrenar maternidad. «Como es un camino duro, tenemos que poner en manos de los pacientes el máximo, que ayude a mejorar sus posibilidades de éxito. Por eso decidimos invertir, sin que ello repercuta sobre el coste del tratamiento. Esta técnica te da mucha tranquilidad de cómo han ido los controles durante todos los días de cultivo. Es la tecnología del futuro, llegará el día en que sólo se utilizarán estas máquinas», apunta Ochoa.
«La técnica disminuye el tiempo para conseguir la gestación, puesto que permite escoger mejor», señala Carmen Ochoa
«Milagros no hay»
En la actualidad, «la tasa para conseguir embriones es muy alta». La Sociedad Española de Fertilidad habla de una probabilidad de fecundar óvulos de un 67%. «Nosotros tenemos un 85%», señala la directora médica de CER Santander. «Con tecnología, lograr una fecundación es razonablemente fácil. El problema es que después ese embrión tiene que empezar a dividirse por sí solo. A partir del tercer día, tiene que ser capaz de entender esa información genética que le han dado sus progenitores (el óvulo y el espermatozoide) y dar lugar a un nuevo genoma. Si es fuerte, lo hará y le colocaremos en el útero de la mujer», aunque la posibilidad de que acabe en embarazo dependerá de múltiples factores, «siendo la edad de la mujer la principal causa de esterilidad de nuestra civilización y de nuestro momento».
«Por qué conseguimos que se embarace más la gente, porque seleccionamos mejor a los embriones y los cuidamos de otra manera, mucho más meticulosa. Pero no hay milagros, la tasa de éxito dependerá siempre del rango de edad de la paciente», aclara la doctora. Así, si el embrión se implanta en una mujer menor de 35 años, las probabilidades de gestación en un único ciclo de fecundación in vitro es del 50% (si se hacen más transferencias se puede llegar al 70-80%), pero si la paciente tiene más de 40 años, las posibilidades se reducen al 15-20%.
En España, la edad límite para someterse a cualquier tratamiento de fertilidad son los 50 años. «En nuestro centro, la media de pacientes es de 42 años», concluye la doctora, que apunta también que «en ocasiones esperamos demasiado de las tecnologías sanitarias. Hay pacientes que vienen con una esperanza superior a la que la ciencia les puede dar».
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