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En una jornada al lado de la Policía, en cualquiera de los controles aleatorios que durante estos días establece a las entradas y salidas de ... la capital para disuadir a quienes buscan sortear el confinamiento municipal, surgen anécdotas suficientes para escribir un libro. Una de este martes mismo, en el dispositivo que las policías Local y Nacional establecieron de forma conjunta pasadas las diez de la mañana en la rotonda de La Marga, la entrada más importante de la ciudad por la S-10, terminó en sanción.
Tres personas viajan en un mismo vehículo. Un matrimonio y otra mujer, hermana de él. El agente los para y pregunta: «Ustedes no son todos convivientes y no están llevando mascarilla en el coche. ¿Saben que tienen que llevarla?». Pero al otro lado nadie parece querer entender. El policía les solicita el carné de identidad y comprueba el padrón de todos. «Usted, señora (por la cuñada) no está empadronada en Santander». Ella responde, con tono airado: «¿Cómo que no estoy empadronada en Santander? Sí que lo estoy. Tome un segundo que le pongo con mi casero para que hable con él y lo compruebe».
El agente, obviamente, no acepta realizar la llamada y tramita la sanción. «Hay veces en que puede haber una confusión en la norma, o algún resquicio discutible; pero en este caso está claro que es una persona que viene de Medio Cudeyo, y que está entrando en Santander sin justificante de ningún tipo. Tengo que sancionarla», aclara el Policía Local.
Fue uno de los pocos casos que este martes terminaron en multa el tiempo que duró el dispositivo en la S-10. Un control que apenas se prolongó por más de 20 minutos, porque el trastorno a la fluidez del tráfico a esas horas de la mañana impidió dilatarlo más. «Tenemos siempre que medir muy bien el equilibrio entre lo que es necesario para hacer cumplir la ley y lo que ya puede ser un inconveniente para el día a día de los ciudadanos», aclaró Diana Mirones, portavoz de la Policía Nacional.
Quien más, quien menos, sufrió este un pequeño retraso en la llegada a sus trabajos o a la consulta del hospital. «Vamos a Valdecilla y creo que ya llegamos tarde, pero bueno... Hay que tener paciencia», lamenta Juan en uno de los vehículos que espera a pasar el control. No existe un perfil concreto al que dar el alto. Se trata casi de una decisión aleatoria alimentada por las sospechas de los agentes, que ya tienen experiencia en este tipo de escenarios y han podido desarrollar un sexto sentido para detectar al infractor.
En la rotonda del barrio de Camarreal se establece el segundo control de la mañana, esta vez llevado sólo por la Policía Nacional. Allí paran a un joven que se aparta a un lado para buscar con tranquilidad el justificante digital que porta en el móvil. «No me ha dado tiempo a imprimirlo. Soy ingeniero, me dedico a la instalación de fibra óptica y me toca viajar por toda España. Me han parado ya varias veces en diferentes comunidades», cuenta John Gómez, acostumbrado como parece a este trance.
Desde la Policía Nacional Mirones recuerda una vez más que «lo idóneo es que la gente lleve toda la documentación impresa para agilizar el trámite y perder el menor tiempo posible». Y cuando está terminando la frase sus compañeros paran un autobús de pasajeros. Dos agentes suben y piden el carné a varias personas. Más que buscar la infracción, es un aviso a navegantes: no por ir en transporte público, nadie se libra del control.
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