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Hubo un corrillo, justo antes de empezar, que sirve para definir lo que fue el acto de ayer en el Parlamento. En la misma conversación había un alcalde entrante (Javier López Estrada, Torrelavega), uno saliente (Francisco Ortiz, El Astillero), un consejero que repite en el ... equipo de gobierno (Francisco Martín), uno que se estrena desde el inicio de la legislatura (José Luis Gochicoa) y dos que ya se han despedido (Juan José Sota y Francisco Fernández Mañanes). Un poco de todo en una tarde que fue, más que otra cosa, puro protocolo. Tanto, que sobre la moqueta de color granate que había en el escenario, pegaron unos papelucos para que cada uno supiera exactamente dónde tenía que ponerse. Para evitar confusiones entre tanta gente nueva. Revilla, en el discurso (que duró exactamente trece minutos), miró para atrás -donde estaban en fila todos los consejeros- y dejó claro lo de la renovación. De 2015 sólo repite uno (Martín). Y él, claro.
En estas cosas siempre hay alguna curiosidad. Sacándole punta a la forma de llegar, los del PSOE entraron todos juntos y muy poco antes de empezar. A la hora de subirse al atril, unos consejeros optaron por el «juro» y otros por el «prometo» (todos siguieron luego con aquello de «por mi conciencia y honor»). Y a los nuevos se les notó algo más nerviosos. Ana Belén Álvarez (Empleo y Bienestar Social), por ejemplo, se trabó un poquitín, pero salió bien del paso con una sonrisa. En estas cosas lo personal tira, y a Revilla se le escapó el abrazo más afectuoso -abrazar abrazó a todos nada más jurar el cargo- para el que ha sido su sombra durante los últimos años. La persona más fácil de identificar en estas últimas legislaturas (el que iba siempre dos pasos por detrás del presidente). Con Guillermo Blanco, de hecho, hubo hasta beso de amigo y el nuevo consejero estuvo a punto de emocionarse.
Todo, ante un patio repleto. Entre familiares de los protagonistas del día, directores generales (salientes y entrantes), diputados (sobre todo entrantes), cargos internos de los partidos, alcaldes de media Cantabria, representantes de los sindicatos y de la patronal, cargos públicos y asesores de los altos cargos, no cabía un alfiler. Fue un día para ponerse cara. De presentaciones y de estrenos, más allá de los consejeros. «Mira, este es...». Por eso, entre tanta gente, las pocas sillas que se colocaron a los lados estuvieron muy cotizadas y también cualquier cosa que sirviera para abanicarse (mucho calor, muchísimo, aunque nada más acabar el acto se pusiera a llover). Eso sí, dominio abrumador de los que llevaban en la solapa el corazón rojo y blanco que el PRC repartió en campaña.
De los cabezas de lista en las últimas elecciones estuvieron todos los que obtuvieron representación menos Cristóbal Palacio (Vox, aunque el partido sí estuvo presente a través de su diputado Armando Blanco). Félix Álvarez (Ciudadanos) saludó a todos los consejeros nada más terminar las intervenciones y María José Sáenz de Buruaga (PP) siguió los discursos de Zuloaga y Revilla entre Noelia Cobo (PSOE) y Rosa Díaz (PRC). La líder de los populares no intervenía en el acto, pero su gesto al escuchar al presidente y al vicepresidente fue también como un discurso. Respeto, pero oposición.
Puestos a señalar ausencias, algunas destacadas, por peso en la política regional, en el bando socialista. La última presidenta del Parlamento regional, Dolores Gorostiaga, no estaba. Y tampoco la anterior vicepresidenta del Ejecutivo cántabro, Eva Díaz Tezanos, o la ya exconsejera de Sanidad, María Luisa Real. En lo municipal, para representar al Ayuntamiento de Santander -a su equipo de gobierno- acudió César Díaz (la alcaldesa, Gema Igual, estaba en Bilbao anunciando la feria taurina de la Semana Grande de la ciudad).
Mucho vestido y traje elegante (si hubieran soltado allí un marciano le hubiera parecido que estaba en una ceremonia de graduación como la de las películas) y mucha cortesía en el arranque de la legislatura (aunque en los discursos sí que hubo un par de frases con cierta carga política de profundidad). Acabaron las intervenciones y se prepararon para la foto. En una, once. Porque estaba también el presidente del Parlamento, Joaquín Gómez. En otra, diez, ya únicamente con el presidente Revilla y sus consejeros. Y luego, un montón de fotos personales, móvil en mano, de los que se estrenaban para guardar como recuerdo. Con la familia, con los compañeros de partido... Entre abrazo va y abrazo viene. «Pues yo no pensé que iba a haber tanta gente». Eso comentaba al dejar el patio una veterana de actos de este tipo.
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