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Maru García, en la mesa, espera la llegada de las pizzas que le trae el robot. Foto: Sane | Vídeo: Pablo Vermúdez

Dos empleados y un robot en la pizzería Monari

Un local de Soto de la Marina cuenta desde hace unos días con un robot que sirve las mesas. «Es una ayuda, pero no reemplaza al camarero»

Álvaro Machín

Santander

Sábado, 7 de enero 2023, 11:42

Stefano Ansaloni lleva preparando pizza desde que tiene uso de razón. Él es de Bolonia, pero no se moja sobre la región de su país en la que mejor la hacen. «En cada sitio es distinta. Incluso en cada casa». Hasta ahí, la conversación no es muy diferente a la que uno puede mantener en cualquier restaurante italiano con su propietario. Entre buenos olores, animada, todo normal salvo porque de fondo, aquí, se escucha a un robot con un gorro de duende que, tras acercarse a una mesa con un par de pizzas, dice: «Su pedido ha llegado. Puede retirarlo de la bandeja. Disfrute su pedido. Ahora me voy». ¿Cuántos trabajáis aquí?, le preguntan a Stefano. «Dos» –él y su mujer, Maru García–, dice sin pensar. «Bueno, dos y medio».

Monari es un local en Soto de la Marina. Fotos de calles italianas en las paredes, frases inspiradoras sobre la comida, un horno de los que deja las pizzas en su punto... Pero, desde hace quince días, es también la pizzería del robot. «Hace como un año estaba buscando algo así porque me gusta la tecnología y, al final, lo encontré aquí en España». A través del renting, por un precio «asequible» al mes, Ansaloni está «muy contento» con el nuevo ayudante. Para que se hagan idea, él lo define como un «Roomba  vertical». «Tú le memorizas las mesas, las posiciones y luego, pones mesa uno y sabe el recorrido para ir». Tiene tras bandejas y lo que hace, básicamente, es trasladar platos a las mesas (son nueve en el establecimiento) y traerlos de vuelta a la cocina. «Es una ayuda para no estar llevando todo el rato platos e ir a recogerlos. No sólo los lleva, también los trae a la cocina. Quitamos los tiempos muertos y así podemos mejorar la atención. No estamos tan pendientes de llevar y recoger, simplemente lo cargo y él se ocupa», explica su propietario.

Una vez en la mesa, la máquina (que tiene ojos en la pantalla cuando se pone en marcha) tiene un tiempo de espera tras el que regresa, aunque puede irse de inmediato si le pasan la mano por encima. «He llegado al punto de carga. Listo para trabajar», dice cuando retorna a su sitio.

–¿Y sustituye a un camarero?

–No. Simplemente quita los tiempos muertos y ayuda a no cargar mucho con los platos, que, con los años, se nota. Es una ayuda más, pero no reemplaza al camarero. La figura del camarero, la atención a la mesa, es justo al revés, la mejora, porque el profesional no pierde tiempo en traer o llevar tantos platos y puede estar más pendiente del cliente.

Stefano Ansaloni pone las pizzas sobre las bandejas del robot para que las lleve. Sane

Los propietarios del negocio aseguran estar «encantados» con la decisión y creen que el robot «cumple exactamente» con lo que esperaban. Buenas sensaciones suyas y también de los clientes. «Puse en consideración que a algunos igual no les gustaba la idea, pero el 99% está encantado. Gusta mucho, sobre todo a los niños. La respuesta ha sido absolutamente positiva», explica Ansaloni, que reconoce que únicamente un cliente ha preferido no venir.

Con nombre

Ahora toca ponerle nombre. Están en ello. Han recogido sugerencias entre los clientes en estos primeros días y piensan organizar un pequeño concurso. «Elegiremos cuatro o cinco de los que nos digan y haremos algo. Estamos abiertos a las sugerencias», bromean los propietarios del negocio mientras el robot va y viene por el local. «¿Puede dejarme pasar?», dice si se tropieza con alguien por el camino (tiene un sensor por el que no choca nunca).

Queda una función. Además de traer platos, en caso de celebración, se guarda una sorpresa. Acudirá a tu mesa con una música especial. «Hola, hoy es tu cumpleaños. Te deseo muchas felicidades y espero que lo pases muy bien». Todo con la voz de un robot, claro.

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