La empresa descartada para instalar la protonterapia recurre la adjudicación

De esta forma, la compañía IBA, pionera en el terreno de la protonterapia y uno de sus principales proveedores de esta alta tecnología contra el cáncer, demuestra su interés por la futura unidad de Valdecilla, que se pretende que sea la primera que eche a andar en España dentro de la sanidad pública -ya funcionan en dos centros privados: Quirón y la Clínica Universidad de Navarra, ambas en Madrid-. Ese es al menos el objetivo de legislatura que persigue el Gobierno de Cantabria, a través de la Consejería de Sanidad, aunque se aleja en el tiempo con cada uno de los múltiples contratiempos que han marcado el camino. Desde las reticencias socialistas al plan inicial, allá por 2019, cuando la protonterapia se planteaba bajo la fórmula de la colaboración público-privada -entonces ninguna otra comunidad optaba a instalar un centro de este tipo en la red pública-, a los retrasos administrativos, fallos y cambios de procedimiento (el primer concurso quedó desierto) y los problemas de financiación que desataron incluso una crisis interna en el ala socialista del Ejecutivo que acabó con la sustitución del consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, primero, y de Economía y Hacienda, María Sánchez, poco después.

En medio de todo esto llegó la donación de la Fundación Amancio Ortega (280 millones) destinada a dotar de la terapia de protones a diez hospitales públicos, entre los que no estaba el cántabro. Ese convenio alcanzado con el Ministerio de Sanidad eliminó la exclusividad que se le presuponía al proyecto de Valdecilla, que mantiene su intención de ser el primero en empezar a tratar a pacientes en el horizonte de 2025, pero ya no será el único. Otra cosa son los plazos que manejen el resto de comunidades que aunque recibirán el equipamiento gratis tendrán que asumir la obra de acondicionamiento necesaria.

Ahí Cantabria va por delante, porque Valdecilla dispone de espacio suficiente dentro del propio hospital y ya tiene el proyecto diseñado. No obstante, el cambio aplicado tras fallar la primera licitación, cuando ninguna de las casas comerciales aceptó las condiciones exigidas en el pliego de condiciones de Sanidad, dividió el proceso en tres: el contrato del equipamiento -el adjudicado a Varian y ahora recurrido por IBA-, el de dirección de obra (valorado en 1,2 millones), que incluye los trabajos técnicos y de ingeniería para definir las características de la actuación y estuvo paralizado un mes por el recurso del Colegio de Aparejadores; y el de construcción, con el búnker para la máquina de los protones como obra central, que aún no ha salido a licitación y rondará los 15 millones de euros, según las previsiones iniciales.

Ahora está por ver si el recurso presentado por IBA conlleva un nuevo retraso en los plazos o puede resolverse mientras siguen su curso los otros dos procesos paralelos y empezar la obra antes de que acabe la legislatura. Aunque la empresa no ha concretado las alegaciones a este periódico, el análisis técnico, realizado por uno de los radiofísicos de Oncología Radioterápica de Valdecilla, señalaba en el informe de valoración que tanto Varian como la propia IBA compartían un alto nivel de cumplimiento en los requisitos exigidos, aunque las características de la elegida eran superiores en el apartado de flujo de trabajo, rendimiento e integración de sistemas y en el de formación, intervenciones, actualizaciones y nuevas funcionalidades. Y son esos puntos los que finalmente inclinaron la balanza.